Con menos inflación, restricciones en la emisión monetaria y un mercado cambiario más estable, la competitividad se metió de lleno en la agenda tanto de las empresas grandes como de las pymes, que ya no pueden esperar una devaluación o la remarcación de precios para superar ineficiencias.
Una inflación por debajo del 3% mensual, escenario difícil de imaginar un año atrás, impuso al sector privado la necesidad de enfocarse en el desafío de crecer en forma sostenible, de ser competitivos, con un producto o servicio que tenga valor y que ese valor permanezca, se renueve y sea atractivo en un mercado interno que convivirá, cada vez más, con la competencia importada.
En la exportación, la apuesta es doblemente difícil. La competitividad ya no puede estar ligada al tipo de cambio con el dólar, lo que impone un trabajo fino y ajustado sobre las eficiencias.
Los factores externos
El universo empresarial se caracteriza por una diversidad enorme. Por lo tanto, la competitividad hay que pensarla según el tipo de compañía de que se trate. Aun así, es posible identificar factores externos e internos que marcan la supervivencia o no de una firma.
Daniel Scandizzo, fundador de AxiaBiz Consulting, menciona entre los condicionantes externos los aspectos macroeconómicos, sobre todo el aumento de costos, sobre lo cual explica: “Las pymes en general no son formadoras de precios, por lo que no pueden trasladar a sus valores de venta todos los aumentos de costos; entonces ahí se produce una pérdida de rentabilidad que se traduce, muchas veces, en no poder ser competitivos”.
Ante esto, muchas pymes bajan los márgenes y esto hace que no se pueda traccionar la competitividad vía inversiones e innovación.
A esto el consultor agrega la carga tributaria y la complejidad de las operaciones, que “atentan claramente contra la competitividad”. Finalmente, incluye en esta lista de factores externos a la infraestructura, porque también hace que un modelo productivo sea más caro o más barato.
Respecto de la carga tributaria, Gustavo Vigo, director general del Sanatorio del Salvador, pone el ejemplo de la presión impositiva en la salud privada, situación que jaquea a muchos en su posicionamiento en el mercado. “Nuestro sector tiene una altísima carga impositiva del IVA y nuestros servicios son exentos, entonces nosotros compramos con IVA y vendemos sin IVA, lo cual genera un costo muy grande en nuestras empresas. El rubro salud hace tiempo que espera la posibilidad de poder compensar el IVA con otros impuestos, para aliviar el impacto”, alerta.
Ricardo Ruival, socio de la tecnológica Geminus y vicepresidente primero de la Cámara de Industrias Informáticas, Electrónicas y de Comunicación del Centro de Argentina (Ciiecca), aporta también los condicionamientos para pagar a proveedores en el exterior. En la industria electrónica, esto obliga a las pymes a recurrir a traders intermediarios, lo que implica sumar 10% a los costos. “Se introducen así cuestiones a mi cadena productiva que hacen que yo sea más caro, no solo por el tipo de cambio, sino también por estas irregularidades en el mercado internacional de importación y de exportación”, precisa.
Hacia la innovación y la eficiencia
Para mejorar su performance, las empresas deben desarrollar su capacidad innovadora. Pero ¿qué es la innovación? “Existe la idea de que innovar es contar con el último producto; pero, en realidad, hay muchas tipologías de innovación: en las etapas previas, en los procesos, en la cadena de valor, en el modelo de gestión, en la tecnología de información. Si la compañía no cuenta con una adecuada rentabilidad comercial, no va a generar los recursos para innovar, y eso afectará la competitividad”, advierte Scandizzo.
Al respecto, Vigo coincide en que la innovación “es fundamental”. Una herramienta importante, por ejemplo, es utilizar diferentes software que permitan medir todo lo que sea medible.
Al respecto, Ruival recomienda el uso de la inteligencia artificial (IA). “Muchas veces se cree que por estar en la industria tecnológica una empresa usa por defecto la IA, y no es así, ni muchísimo menos”, reconoce el socio de Geminus. Al respecto, menciona que hoy por hoy el uso de la IA es imprescindible para lograr desarrollos en menos tiempo y con ello ganar en rentabilidad.
El impacto de los talentos
Clave también en este desafío de sostener la competitividad es el tema de los recursos humanos. “Uno no puede competir si no se capacita y no se entrena”, asevera Vigo.
En el caso particular del rubro de la salud, está atravesado por colaboradores de muchas tipologías de empresas, como limpieza, esterilización, farmacia, ropería, alimentación y todos los servicios médicos. “Si nosotros somos un rubro de servicios, entonces el tema recursos humanos es esencial”, insiste el directivo del Sanatorio del Salvador.
La industria tecnológica, por su parte, pasó de un paradigma que exigía al recurso humano el manejo de habilidades técnicas a habilidades blandas.
“Yo prefiero contratar una persona que tenga conocimientos moderados en desarrollo, pero que la tenga muy clara en la búsqueda de este tipo de herramientas ligadas a la competitividad”, aclara Ruival, también vicepresidente primero de la Agencia para el Desarrollo Económico de la Ciudad (Adec).
Como complemento, Scandizzo resalta que la empresa debe aplicar herramientas de gestión y tener una visión estratégica, lo cual contribuye a ser más competitivo.
Si los talentos cuentan con las herramientas adecuadas y son capaces de manejarlas asertivamente, la empresa contará más rápidamente con información sobre producción, ventas, costos, clientes y mercado, entre otros factores, situación que favorecerá la toma de mejores decisiones.
Proyección hacia 2025
Estabilizada la macroeconomía, el escenario queda abierto para un 2025 en el que la innovación y la eficiencia marcarán el norte.
Para Scandizzo, la estabilidad “es un elemento necesario, pero no suficiente”, ya que también hace falta que se reactive el consumo. Al respecto, recuerda que, de acuerdo con la Fundación Observatorio Pyme, hay un mejor clima, un mejor ánimo por parte de los empresarios del sector en comparación a hace un año, aunque ese buen humor todavía no se ha cristalizado en inversiones.
A su turno, Vigo resalta del contexto actual que se puede tener mayor previsibilidad y no hace falta dedicarse el 80% del tiempo a ver qué va a pasar la semana que viene. “Ahora es cuando uno puede empezar a trabajar más en la eficiencia de la empresa y en tantas otras cuestiones que hacen a nuestra profesión puntualmente”, asevera.
“En nuestro rubro, hemos estado en una especie de letargo, donde no conversábamos mucho con el mundo y a la vez teníamos un buen tipo de cambio. Es como que veníamos zafando. Ahora las reglas cambiaron, estamos caros y tenemos que ser competitivos vía mayor eficiencia”, cierra Ruival.
Exportación: sostenerse y crecer más allá del tipo de cambio
Con un tipo de cambio más estable, las empresas exportadoras, sobre todo las pequeñas y medianas, se encuentran ahora que no puede esperar por el devenir del dólar.
Datos del Monitor de Exportación Pyme (Mep), elaborado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came), indican que las exportaciones de las pymes argentinas registraron una suba notable durante los primeros nueve meses de 2024, alcanzando los U$S 7.369 millones, lo que representa el 12,2% del total de exportaciones del país.
“La macroeconomía, en líneas generales, está haciendo lo que tiene que hacer: hay que estabilizar, no hay nada más atentatorio contra la competitividad que la inestabilidad, y eso implica no solamente bajar la inflación, sino también moderar el tipo de cambio”, evalúa Marcelo Elizondo, director de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI).
Según su visión, para que las pymes exportadoras puedan adquirir nuevos hábitos y estándares en materia de competitividad, también es necesario que el Gobierno se comprometa a fondo con otras reformas, como bajar impuestos, desregular y abrir la economía.
Desde el lado de la pyme, Elizondo identifica dos trabajos que es necesario hacer puertas adentro para sostenerse en el mercado: primero, generar eficiencia y más productividad propia, poniendo el foco en inversión, tecnología, mejora de procesos y calificación de la oferta; en segundo lugar, optimizar la cadena de valor.
El experto considera que, dado el nuevo escenario en el que debe desenvolverse la competitividad de una empresa, todavía se observa una lógica demora en las pymes en ajustar sus procesos, debido sobre todo a que el ajuste que hizo el Gobierno hace casi un año ha generado una gran recesión y las firmas se han visto sacudidas por el cambio.
“Mi recomendación a las empresas es que hay que hacer eficiencia, hay que hacer tecnología, hay que hacer mejoras de procesos y hay que reconfigurar las estrategias”, aconseja Elizondo.
A la hora de resumir los requerimientos que debe cumplir una pyme para mantenerse competitiva en el actual contexto, el titular de la consultora DNI centra su atención en cuatro factores. Primero, tener una estrategia acertada, ya que “sin estrategia no vas a ningún lado”. En segundo lugar, lograr innovación en la oferta, pues si el producto no evoluciona, pierde relevancia. El tercer factor tiene que ver con conseguir buenos socios y aliados, lo que se llama “arquitectura vincular”. El cuarto aspecto es lograr reputación para tener prestigio y ser considerada una empresa valiosa.
Por otro lado, Elizondo considera que es muy posible que en 2025 las pymes logren superar su demora en adaptarse a las nuevas condiciones macroeconómicas. Su vaticinio se basa, en primer término, en que, si se sigue abriendo la economía, va a haber más capacidad de acceso a bienes de capital, tecnología e insumos importados. Asimismo, porque va a aparecer con más fuerza el financiamiento.
“Me parece que las pymes van a tener más incentivo para hacer ese esfuerzo de adaptación en pos de la competitividad porque van a ver que lo hacen en medio de una economía que cambia de matriz y que se mueve”, finaliza el referente.