En el debate del Foro Económico Mundial se alertó de que a los problemas causados por el cambio de ciclo económico, los gobiernos de la región deben agregar situaciones complejas que intervienen fuerte en los procesos electorales.
El escándalo del Lava Jato en Brasil y las denuncias de corrupción en el corazón del kirchnerismo potenciaron la desconfianza en políticos y empresarios.
Pero también existe un gran inconveniente en lo que los estadounidenses denominan government , es decir, el relacionamiento del Estado con sus ciudadanos, lo que incluye el fuerte retraso tecnológico que atraviesa a todo el sector público cuando se lo compara con los avances privados.
“Tenemos instituciones políticas, como los partidos y los parlamentos, diseñadas en el siglo 19 para dar respuestas a sociedades complejas del siglo 21”, indicó Daniel Zovatto.
Parte de la mejora en la calidad de las administraciones depende de las capacidades de los líderes, pero también la tecnología juega su partido, con el acceso a sistemas que permitan detectar a tiempo riesgos y crisis y que atiendan la demanda ciudadana.
Además, si bien la preocupación por la corrupción forma parte de la agenda de la clase media (inquietud liderada por la inseguridad), “las sociedades no están exentas de responsabilidad en su conformación”, advierte Claudia Dill, de Zurich Insurance, tras varios años de trabajo en Brasil. Es aquello de la famosa frase “roban pero hacen”.
“Durante mucho tiempo la sociedad brasileña aceptó la corrupción, es un dato pero también una plataforma para construir un cambio de actitud”, analiza Dill.
Cuando se atraviesa la combinación de corrupción con inflación, “se crea la expectativa en la población de que no podrá pagar sus gastos, son factores interrelacionados”, apunta Douglas Peterson, presidente de S&P Global, quien abogó por desterrar la corrupción.
