Desde finales del año pasado, vienen sorprendiendo las quiebras de los grandes operadores globales de criptomonedas. El arresto del fundador de la plataforma FTX, Sam Bankman-Fried, acusado de fraude, llenó de dudas sobre el futuro de las monedas virtuales.
El valor del bitcóin, principal referencia, acumuló una caída del 66% desde el pico que alcanzó en noviembre de 2021, cuando superó los U$S 67 mil, hasta la actualidad. Desde mediados de enero pasado, parece mantenerse por encima de los U$S 20 mil.
Como lo muestra el gráfico, el bitcóin (al igual que otras criptomonedas) elevó su valor con la explosión que generó la transformación digital en la pandemia de Covid, alimentada por la abundancia de dinero que generó la emisión monetaria en el mundo.
La mayoría de las plataformas de comercialización de criptomonedas, como FTX, recibieron grandes volúmenes de inversión. Pero en su caso, su fondo de cobertura tenía token FTT de sus mismos dueños, utilizados como colateral para tomar préstamos hasta dos veces. Lo mismo dio origen a la crisis subprime de 2008.
A finales de 2021, la economía mundial cambió, arrancó la actual etapa de iliquidez, los inversores cambiaron a productos más estables y así los precios de las criptomonedas se desplomaron.
Uno de los principales compradores de FTT, la plataforma Binance, empezó a vender los tokens, que cayeron 95% en su precio. La quiebra de la estadounidense FTX generó un efecto dominó: no sólo afectó a más de 100 empresas y a más de un millón de particulares, sino que le siguieron las quiebras de otras plataformas como BlockFi y Genesis.
Una crisis, una oportunidad para los activos criptos
Pese a la incertidumbre, los especialistas aseguran que el mercado cripto, que apenas tiene casi una década y media, saldrá fortalecido.
“No fallaron las criptomonedas ni la blockchain, se equivocaron las empresas. Lo que va a pasar es que ahora el gente va a dejar de poner sus criptos en fondos administrados por alguien y van a pasar a esquemas self custodial (administrados por ellos mismos) a través de wallet (billeteras virtuales) propias, para saber dónde ponerlos y qué pasa con su capital”, advierte José Trajtenberg, fundador de la empresa cordobesa Xcapit.
Al respecto, el especialista proyecta que los precios seguirán “volátiles”, por la desconfianza que generan las estafas y las quiebras, pero también por la invasión de Rusia a Ucrania, la tensión entre Estados Unidos y China, y la recesión global.
En este marco, previene, las criptomonedas se usarán menos como activo financiero y adoptarán nuevas funcionalidades. “Se están aplicando para registrar, identificar y dar trazabilidad a operaciones; y para scoring y garantías”, agrega.
De hecho, Xcapit trabaja junto con Unicef, la tecnológica Polygon y un grupo de ONG de Afganistán para enviar ayuda a las personas a través de una wallet.
También proyecta sobre un crecimiento de los NFT (tokens no fungibles, por sus siglas en inglés) en el marketing, para fidelizar usuarios; en la comercialización, para accesos a productos o servicios –Gucci los está aplicando para que sus mejores clientes sean los primeros en acceder a lanzamientos y a novedades–, y en el mundo artístico, para vender obras a distancia.
Otros cambios
Por otro lado, esta crisis está dejando varios aprendizajes, según resalta Ignacio Carballo, director de Ecosistemas de Programas Fintech: “Uno de los más importantes es la necesidad de generar seguridad y confianza para los inversores en cripto; se viene una mayor regulación en Estados Unidos y en Europa, y Brasil ya terminó de votar su ley y los consumidores van a ir a instituciones más reguladas, como neobancos (bancos nacidos en la virtualidad) y billeteras virtuales”, explica el consultor.
Lo que aún no se detuvo es el crecimiento de las finanzas descentralizadas (DeFi) y su avance como proveedor en las finanzas tradicionales, según opina Manuel Calderón, gerente financiero y líder en Inversiones de la plataforma Buenbit.
“En el mundo DeFi, se ven innovaciones prometedoras, como la expansión del ‘modelo de dividendos’ a partir de veTokens (tokens que reciben parte de las ganancias que genera) o la gestación de fondos de criptomonedas para financiar créditos colateralizados con criptomonedas, servicio útil, por ejemplo, para quien necesita realizar gastos en pesos, pero no quiere vender sus posiciones en criptomonedas o en ‘criptodólares’; también, de la mano de Num Finance y la emisión de NuARS (la primer criptomoneda estable del peso argentino), está la posibilidad para el usuario de mantener saldos en criptopesos remunerados”, señala.
A diferencia de las finanzas tradicionales, donde los bancos centrales actúan como reguladores y prestamistas de última instancia, el mundo cripto empieza ahora otra etapa de reconstrucción de la confianza. “Seguramente veamos cada vez más regulación estatal, supraestatal y autorregulación en la industria cripto”, añade Calderón.
“Mineros”: un buen momento para los grandes
El mercado cripto llama “mineros” a las personas o a las empresas que minan (producen) bitcóin u otras monedas virtuales, como retribución por cerrar bloques de transacciones.
Según Facundo Casal, CEO de SAM (South American Miners), esta crisis desalentó la participación de los pequeños mineros. Con la menor demanda, cayó el precio de los equipos y, por lo tanto, el costo de producir.
“Una máquina para mineros, por ejemplo, una S19 Pro, que valía U$S 12 mil a inicios de 2022, a mediados ya valía U$S 6 mil y ahora se puede conseguir a U$S 2 mil. Para las grandes, este es el momento de expandirse y comprar equipos; y también para el que arranca ahora y puede guardar, porque la proyección es que el valor del bitcóin se recupere a largo plazo”, pronostica.