Hay muchos indicadores que miden el peso de los impuestos en la economía. Pero hay uno especialmente relevante a la hora de entender las dificultades que enfrentan las empresas para cumplir con los tributos. También explica, en forma indirecta, el alto grado de informalidad como forma de supervivencia.
Desde 2003, el Banco Mundial releva un índice global de competitividad denominado "Doing Business". Uno de los puntos en los cuales hace hincapié es en la tasa total de imposición para una empresa. Esta tasa mide los tributos totales que paga una compañía a todos los niveles del Estado, como porcentaje de su utilidad antes de impuestos.
En el informe de 2020, de los 190 países analizados, Argentina es el único (junto con Comoras, una isla africana de menos de un millón de habitantes) que arrojó un valor superior al 100 por ciento (106,3) en ese indicador. Esto quiere decir que no alcanza el dinero que las empresas ganan para abonar todas las obligaciones tributarias. O visto de otra manera, el empresario pierde dinero luego de cumplir con todos los gravámenes.
Si esto fuera así en todos los casos, nadie emprendería una actividad productiva o nadie pagaría todos los impuestos. Pero aquí se aplica a un caso testigo. Por eso, otra forma de entender el índice es ver cuánto tiene que ganar una empresa para estar totalmente "en blanco", sin perder plata.
Matías Olivero Vila, socio de la consultora Bruchou, lo explicó durante el seminario anual del Departamento de Política Tributaria de la Unión Industrial de Córdoba (UIC). "Este indicador se aplica este año a una empresa pyme que fabrica y comercializa, y tiene un margen bruto de ventas del 20 por ciento. Lo que esto demuestra es que este es un margen totalmente inviable para hacer negocios en Argentina", remarcó.
Es decir que una empresa de este tipo requiere ganar mucho más dinero para poder estar en regla y sobrevivir. Y esa ganancia la termina pagando el consumidor. "Esta situación se refleja en los mayores precios que se tienen que fijar por encima de los costos para que las cuentas cierren, y por eso el componente impositivo en los valores finales está entre el 40 y el 50 por ciento", advirtió el especialista.
El peor del barrio
El número solo ya es de por sí negativo. Pero es mucho peor cuando se lo pone en contexto y se lo compara con el resto del mundo.
Olivero Vila dividió a los países en tres grupos. En el primero, el índice de imposición sobre utilidades está entre el 10 por ciento y el 40 por ciento. “En este caso, el margen bruto del 20 por ciento funciona bastante bien”, dijo. De América latina, hay cuatro países: Ecuador, Perú, Paraguay y Chile.
En el segundo grupo, con un indicador de entre 41 por ciento y 70 por ciento (en el cual están Uruguay y Brasil), ese margen todavía es razonable. Pero esta ganancia ya no alcanza para el tercer segmento (que incluye a Venezuela, Colombia y Bolivia), con una tasa de entre el 71 por ciento y 100 por ciento de imposición sobre utilidades.
Argentina no está en ninguno de esos tres colectivos y queda sola, junto con Comoras, por encima del 100 por ciento en 2020. Pero no estaba en solitario en años anteriores. En la última década, lo acompañaban varios países africanos que fueron mejorando su situación, mientras nuestro país seguía en márgenes negativos.
Es un punto de partida que vale la pena mirar a la hora de querer implementar otra reforma tributaria o de pensar en crear nuevas imposiciones.
