Bruno Capuano nació en barrio Kennedy, en la zona sur de la ciudad de Córdoba, cerca del hipódromo del Jockey Club, pero su vida profesional lo llevó a vivir cerca de Toronto, en Canadá, desde donde trabaja para Microsoft Global.
Entusiasta de la tecnología, recorre el mundo difundiendo los avances de la industria del software y explicando la manera en la que la transformación digital lo está cambiando todo. O casi todo. “La IA no te va a quitar el trabajo; te lo va a quitar quien sepa usarla”, explica.
Hincha de Racing de Nueva Italia, Capuano ha ganado premios en inteligencia artificial (IA), en desarrollo para Windows y ALM/DevOps. Semanas atrás, volvió a su ciudad natal para participar en la Córdoba Tech Week, organizada por el Córdoba Clúster.
–¿Cuándo dejaste Córdoba?
–Yo viví en Córdoba hasta los veintitantos años. En 2005 me fui a España con mi mujer y hace nueve años nos fuimos a Canadá, cerca de Toronto, la típica ciudad canadiense de montaña, un pueblo chiquito con nieve, superbonito, hasta que hay que empezar a palear la nieve.
–Como el chiste de Los Midachi.
–Es exactamente así, tal cual como el relato de Dady Brieva del primo en Canadá.
–¿Cuál es tu rol en Microsoft?
–Trabajo para Microsoft Global, un equipo con gente de Brasil, de Corea del Sur, de Australia, de Estados Unidos y de otros países. Nos dedicamos a difundir cómo se usan herramientas de IA, a ver qué dice la gente y a llevar el feedback a los equipos de producto para decirles: “Esto que estamos haciendo funciona, esto no, esto está bien, esto está mal”. También hago algo de creación de estas herramientas, la parte que más me gusta, pero a la que menos tiempo dedico. Gracias a eso, puedo visitar Córdoba bastante seguido.
–Hablaste de agentes en Córdoba. ¿Qué es un agente de IA?
–Es un momento muy bueno para los agentes. Hoy vemos que una IA conversacional, como ChatGPT, es muy buena hablando, muy humana. Cuando a eso le agregamos la capacidad de buscar online y de leer documentos, no sólo es buena conversando, sino que te da información válida, porque la valida contra un documento. Cuando además le damos herramientas para que ejecute tareas (como acceder a un calendario y manejar reuniones), se vuelve un agente. Un agente tiene capacidad de hablar, de utilizar herramientas y de dominar documentos.

–¿Y qué puede hacer un agente para las empresas?
–Resuelve muchos problemas de una forma muy dinámica. Se puede crear un agente que te ayuden a escribir un código (de programación de software), a escribir documentación, a validar el código o a hacer tareas tediosas de oficina. Las empresas que venden servicios empiezan a sumar agentes. Lo más significativo es que los grandes actores del mundo –Microsoft, Google, Amazon, Nvidia, etcétera– se han puesto de acuerdo en cómo deben hablar los agentes entre sí. Esto nunca había pasado y en el futuro permitiría que un agente combine lo mejor del buscador de Google con lo mejor de la parte ofimática de Microsoft.
–Respecto al impacto social y económico, ¿sos optimista frente a la IA? Mucha gente teme la pérdida de empleos.
–Yo soy mucho más que optimista. Es cierto que mucha gente habla de productividad o de que puede quitar trabajos. Pero yo pienso que la IA también abre nuevas oportunidades. Hoy podemos hacer cosas que hace años pensábamos que eran imposibles. Por ejemplo, un compañero en una islita del Caribe usó servicios gratuitos de IA para generar pitches de explicación de obras de arte, orientados a diferentes audiencias: gente mayor, gente que no sabe de arte o niños. Encontró una forma de explicar el arte que antes sólo se hacía con un libro viejo impreso. Hay nuevas oportunidades, es cuestión de saber buscarlas y animarse a probar.
–Las empresas están buscando herramientas de IA, pero sin una idea clara de para qué. ¿Cómo gestiona Microsoft ese desafío?
–Nosotros tenemos un desafío gigante: escalar las buenas prácticas de uso de la IA a millones o incluso a miles de millones de usuarios. El uso a nivel empresarial tiene que ser diferente al de ChatGPT, debido a las políticas de protección de datos e información confidencial. Sobre esto, el foco está cambiando. Antes, todo empezaba por la productividad. Si tengo cinco personas trabajando y meto una IA, puedo tener cuatro y me sale más barato. La pregunta es: ¿qué hacer con esa quinta persona que tiene todo el know-how del negocio? Hoy pasamos de querer productividad a buscar también nuevas oportunidades. Y las empresas se están animando a probar cosas nuevas.

–¿Qué ves en Latinoamérica en esta adopción tecnológica?
–Latinoamérica brinda una gran oportunidad porque, a diferencia de Europa, aquí somos mucho más arriesgados. Nos arriesgamos más rápido. Los europeos son mucho más estructurados, procedurales. Van despacio. Cuanto más arriba de Europa, más duros son. Yo lo veo como una gran oportunidad para aprender, para probar.
–¿Cuál es el cambio más brutal que trae la IA hoy?
–Las interfaces conversacionales. El año pasado intenté enseñarle a usar ChatGPT a mi madre, que tiene 70 y pico de años, y no se lleva bien con los celulares. Tenía que abrir, escribir... no lo podía usar. Este año, las herramientas han madurado y hoy podés hablar con ChatGPT en modo voz. Vamos a empezar a ver más herramientas internas y externas sobre la base de voz. La voz es uno de los principales métodos que utilizamos los humanos para comunicarnos. La capacidad de hablar en español y que salga en inglés, francés o cualquier otro idioma abre un montón de puertas.
–¿La IA está reemplazando a los programadores?
–Nosotros tenemos una frase: “La IA no te va a quitar el trabajo, te lo va a quitar alguien que use la IA”. Y eso creo que tiene sentido. En mi equipo de Microsoft, el 80% de lo que generamos hoy, ya sean ejemplos, códigos o frameworks (conjunto de herramientas para crear un software), viene por la IA. El humano sigue firmando el código y el documento, pero la IA hace mucho trabajo. Los programadores aprendemos que la IA es una herramienta que nos ayuda a hacer el trabajo del día a día, a ir mucho más rápido, incrementando en 10% o en 20% la velocidad en la que podemos hacer las cosas.
–¿Esto no crea una brecha para los programadores junior?
–Sí. Hoy los junior tienen un desafío para encontrar trabajo, porque muchas empresas prefieren contratar gente senior asistida por IA que contratar a un senior que ayude a un junior. Pero el día que alguien encuentre la forma de sacarles valor a los junior asistidos con IA, logrará una fuerza de trabajo brutal que va a cambiar el mundo. India, por ejemplo, está haciendo formaciones intensivas de IA y programación desde la primaria, creando una fuerza de trabajo impresionante.
–Por último, ¿se debe aplicar la IA a la creatividad humana?
–Yo lo digo en broma: a mí no me des una IA que me haga música, a mí dame una IA que lave los platos, porque yo no quiero lavar los platos, yo quiero tocar la guitarra. Si me tiene que ahorrar tiempo, que me ahorre tiempo en las cosas que no me gustan. Hay herramientas que generan imágenes y que pueden ser una competencia para un diseñador gráfico en tareas más repetitivas, como hacer un flyer. Yo sigo pensando que la creatividad es algo muy inherente al ser humano y va a ser muy complicado que la reemplacemos con IA. Pero una persona creativa con herramientas tiene en sus manos una potencia brutal.

























