El recuerdo no es tan cercano como parece, porque se remonta a más de una década atrás, pero aún se mantiene en las retinas de todos los actores de la economía: el anterior boom de las commodities fue uno de los puntales de la última etapa de crecimiento que vivió el país, antes de 2011.
El hormiguero de edificios que hoy es Nueva Córdoba, en la capital provincial, no hubiera sido tal si no fuera por los dólares que llegaron provenientes de las cosechadoras de soja y de maíz en el interior de la provincia, cuando ambos granos tocaban sus máximos históricos.
Precios que, una década después, volvieron y están provocando que empresas de diversos rubros activen fuertes promociones para intentar captar parte de esa renta, que no es tan alta como antes. Es que las retenciones y la brecha cambiaria reducen el precio que efectivamente reciben los productores. No obstante, sigue siendo mejor que la de la mayoría de los sectores que están en crisis.
“Tengo el e-mail y el WhatsApp inundado de ofertas para comprar departamentos o para irme a vacunar a Miami. No sé de dónde sacan los contactos, pero me mandan propuestas de reuniones informativas, me piden armar un Zoom para pasarme información. A toda hora, todos los días”, subrayó el productor oriundo de Oliva y vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Gabriel De Raedemaeker.
La avidez de las compañías para poder pescar alguna inversión por parte de los productores se observa en que las ofertas son variadas. “Se ponen a disposición para escuchar tu oferta y aceptan desde cuotas mensuales en pesos o en dólares hasta pagos semestrales o anuales, con o sin anticipo, y en toneladas de soja o de maíz”, relató De Raedemaeker.
Un ejemplo: la desarrollista Fonte, con base en Villa María y edificios en diversas localidades del interior, ofrece invertir en pozo tomando el valor de los granos –soja, maíz o trigo– en la pizarra de la Bolsa de Comercio de Rosario más un adicional del dos por ciento, y con un financiamiento de hasta tres años en quintales fijos.
Las desarrollistas de la capital provincial, en tanto, reconocen que no hay un flujo grande de dinero que venga del campo a los ladrillos, pero también que es hoy el único sector con posibilidad de invertir, y por eso intensifican las acciones de marketing para captar esos fondos.
Según Lucas Salim, presidente del Grupo Proaco, en los últimos dos proyectos lanzados por la empresa ya cerraron operaciones con clientes vinculados al agro. “Quizás no están invirtiendo en la dimensión de otros momentos, pero es el sector que más está traccionando”, afirmó, sin dudar, el desarrollista.
Sobre este punto, vale insistir en que si bien los precios actuales de los granos duplican a los del año pasado y están cerca de su techo histórico, de los casi 600 dólares a los que cotiza la soja en Chicago, por ejemplo, al productor, entre retenciones del 33 por ciento y la brecha cambiaria, sólo le quedan poco más de 200.
En el anterior boom de precios, las retenciones también existían, pero la brecha no, y por eso el poder de inversión del agro era superior al actual.
Pensando en verde
La soja es el “oro verde” argentino y para los productores almacenarla en los silos bolsa siempre ha sido un sinónimo de tener también dinero de ese color guardado, como si fuera un plazo fijo.
Sin embargo, con la profundización de la brecha cambiaria, esa mirada está cambiando y por eso también hay una ola de productores que eligen transformar los granos en dólares, a través de la compra de las versiones bursátiles; principalmente, el denominado dólar MEP.
“Es notable cómo hemos recibido no sólo más consultas, sino también directamente más operaciones y de grandes volúmenes, de 20 a 40 millones de pesos”, admitió Lucas Croce, asesor en inversiones financieras.
Y completó con una anécdota: “Tengo una familia de productores que eran tres hermanos y antes uno solo hacía operaciones de este tipo. Ahora los tres están ampliando su portafolio de inversiones, porque esa seguridad que daba el silobolsa ya no está”.
La ecuación, según Croce, es sencilla y muy favorable para el campo: “Venden la soja al mejor precio en 10 años y compran dólares baratos, y en regla. Desde su oficina mandan los pesos que les liquidaron hoy y a las 24 horas tienen los dólares en la cuenta”, explica.
Esto ha provocado que brokers estén instalándose o intensificando contactos con potenciales inversores de las zonas productivas.
Gonzalo Becerra, titular de Becerra Bursátil, hace años que trabaja en conjunto con cooperativas agrícolas del interior y también sostiene que el flujo de trabajo se vio incrementado.
“Hubo un incremento de cuentas nuevas, debido al aumento de la rentabilidad, causado por la suba de precios y también por los buenos rindes, que arrojan excedentes. En estos últimos meses se vio un aumento, incluso desde meses más temprano, antes de que comenzara la cosecha”, afirmó.
Pick-ups, maquinaria e insumos
Buena parte de las inversiones del agro se dirige a cuestiones vinculadas a su trabajo cotidiano. Se trata de rubros que no necesitan ir a buscar al cliente (productor), porque se benefician naturalmente del “derrame” de los buenos precios internacionales.
Se trata de las concesionarias que comercializan pick-ups, las fábricas de maquinaria agrícola y los proveedores de insumos como semillas, fertilizantes y agroquímicos. El problema con el que se encuentran estas actividades es que están enfrentando un déficit de oferta coyuntural.
Entre los tres vehículos más vendidos a nivel nacional, dos son camionetas: la Toyota Hilux y la Volkswagen Amarok. Pero en el sector automotor sostienen que estas marcas no están a la cabeza de un ranking liderado por el Fiat Cronos, sólo porque de este último sí hay oferta suficiente de unidades, mientras que las pick-ups disponibles no alcanzan para satisfacer la demanda.
En cuanto a los insumos, los productores que querían “calzar” precios en las últimas semanas se han encontrado con un escollo: los fertilizantes y los productos como el glifosato sufrieron una fuerte suba que llevó a que muchos proveedores incluso lleguen a suspender ventas, debido a que no cuentan con un horizonte claro de precio de reposición.
¿Y las universidades?
En este contexto, Gabriel De Raedemaeker sorprendió también al sumar a las universidades privadas a la ola de actores que buscan capitalizar el dinamismo del campo.
Hay un factor adicional que impulsa este fenómeno: la pandemia y la consolidación de las clases virtuales, que potencian la educación a distancia.
Con menos alumnos viajando a las grandes ciudades, las casas de estudios terciarios y universitarios apuestan a la apertura de extensiones en localidades del interior, donde en general los estudiantes, por los factores ya mencionados, tienden a tener menos problemas para afrontar cuotas onerosas.