En Argentina, ha emergido un nuevo tema en la agenda: los problemas y los riesgos asociados a un dólar barato. La principal inquietud que domina al mercado y a los empresarios de diversos sectores es, en última instancia, cuánto tiempo podrá sostenerse esta situación.
El índice de tipo de cambio real multilateral, publicado por el Banco Central, muestra que actualmente el dólar real se encuentra ligeramente por debajo del nivel de hace un año y apenas por encima del registrado en diciembre de 2015, antes de la devaluación y el levantamiento del cepo. En otras palabras, no está tan lejos del mínimo alcanzado antes de la salida de la convertibilidad.
Al impacto del “peso fuerte” o “dólar barato” se suma la abrupta devaluación de la moneda brasileña. Esto plantea un nuevo desafío para las empresas argentinas, puesto que se profundiza aún más la pérdida de competitividad. Por ello, no resulta sorprendente que diversos sectores económicos coincidan en un reclamo urgente: la eliminación de impuestos distorsivos que agravan esta situación.
Empresas plantean: ¿impuestos caros o dólar barato?
La Cámara Argentina de Distribuidores y Autoservicios Mayoristas (Cadam) ha planteado esta preocupación en un comunicado titulado “¿Dólar barato o impuestos caros en Argentina?”. La entidad, que representa a grandes distribuidores e hipermercados con presencia en diversas localidades y provincias del país, como Makro, Yaguar, Maxiconsumo y Maxiofertas, afirmó que, “más allá del tipo de cambio, el problema principal radica en la elevada carga impositiva que deben afrontar los consumidores”.
El estudio revela que el sistema impositivo grava en cada etapa de la cadena de valor, incorporando tributos como el IVA con una alícuota del 21%, ingresos brutos con tasas que pueden alcanzar hasta el 5,5%, tasas municipales que ascienden hasta 6% y el impuesto sobre los créditos y los débitos bancarios, conocido como impuesto al cheque, con una alícuota de 1,2%.
La conclusión es contundente, el problema en Argentina son los impuestos caros. En comparación internacional, las empresas argentinas enfrentan una presión fiscal promedio del 49% sobre sus ingresos, significativamente superior al 33% de Brasil o al 27% de Chile.
Este esquema no solo encarece los productos para los consumidores, sino que también afecta directamente la competitividad de las empresas, limitando su capacidad para competir en mercados internos y externos.
¿Cuál es la clave para mejorar la competitividad?
Argentina enfrenta un rápido fortalecimiento de su moneda, impulsado por el plan de estabilización y agravado por la crisis en Brasil. Esta situación intensifica la necesidad de reformas que mejoren la competitividad del país, exigiendo un esfuerzo urgente de reconversión interna por parte de las empresas.
La solución para enfrentar el desafío de la competitividad nacional radica en reemplazar impuestos distorsivos por otros más eficientes. Esto implica reformar el IVA, simplificando el sistema tributario al integrar ingresos brutos y tasas municipales, mientras se protege a los sectores más vulnerables mediante devoluciones focalizadas.
También es fundamental eliminar las retenciones para aliviar la presión sobre el sector agropecuario, promoviendo su competitividad sin comprometer el equilibrio fiscal, lo que requiere una reasignación de ingresos tributarios entre Nación y provincias. Además, resulta crucial eliminar el impuesto al cheque, ya que penaliza la bancarización, desincentiva el uso de instrumentos financieros formales y limita la competitividad.