Quienes conocen de cerca al empresario Eduardo Eurnekian no se sorprendieron tanto con las palabras que deslizó durante el brindis del encuentro realizado días atrás por el capítulo argentino del Consejo Interamericano de Comercio y Producción.
También saben que nada es casual cuando el dueño de Corporación América, que ya atraviesa las nueve décadas de vida, dice algo en público.
Entre sus allegados, Eurnekian venía deslizando cierta turbación por los modos con los que Javier Milei sostiene su centralidad en la movediza arena política, bajo el cielo electoral. Tampoco le cayó simpática una nota de Financial Times que buceó en las similitudes entre él y el candidato libertario.
Como varios de sus colegas, Eurnekian suscribe con fervor el corpus ideológico que vocifera Milei, aunque sin validar la propuesta dolarizadora y con claras diferencias en la visión geopolítica, sobre todo cuando se trata de Rusia.
Además de cobijarlo en una relación laboral, Eurnekian animó e incentivó el vuelo político de Milei, como también lo ha hecho con otras personas que, en general, no surgieron de estructuras partidarias tradicionales.
Durante la pandemia, en los tiempos de restricciones flexibilizadas, Milei solía ser un invitado fijo en los encuentros gastronómicos que Eurnekian organizaba en su casa para intercambiar ideas con otros pares, además de economistas y consultores.
Los exégetas del empresario aseguran que estos movimientos forman parte de su estrategia para impulsar (y digitar) la renovación dirigencial. Ahora ha comprobado la incertidumbre que provoca el desplazamiento autónomo de esas piezas cuando alcanzan un determinado volumen de simpatías.
Demarcación
Si Néstor Kirchner estuviera vivo, le preguntaría a Eurnekian si está nervioso. El empresario fue particularmente duro con Milei al considerar que debería tranquilizarse y moderarse, porque el país no está en condiciones de “aguantar otro dictador”. Y elogió a Patricia Bullrich, aunque ese es un hábito que cumple, casi como tradición protocolar, con quienes van a disertar en ese espacio.
También fue curioso que casi en simultáneo, durante una charla en la Bolsa de Comercio de Córdoba, otro reconocido empresario, Eduardo Costantini, de Consultatio, reconociera su alegría por el resultado de las Paso, pero con el pedido de que Milei se atempere.
Son los modos que ha elegido el “círculo rojo” empresarial para colocar una señalética preventiva y demarcar una cancha hundida en la neblina que provocan las dudas sobre la eventual capacidad de gestión que tendría Milei y su construcción de gobernabilidad, si finalmente llega a la Presidencia, más allá del clásico realineamiento que produce el poder.
Costantini confesó, incluso, que si se produce una segunda vuelta, prefiere que sea entre Milei y Bullrich. ¿Será que Eurnekian piensa igual y por eso le hizo un guiño a la candidata de Juntos por el Cambio?
Tampoco parece casual que esto ocurra mientras parte de la oposición alimenta las sospechas de un juego paralelo entre Milei y el candidato-ministro Sergio Massa, bajo la hipótesis de limar las chances de Bullrich para luego tejer un acuerdo con beneficios mutuos.
Transfusiones
Después del shock devaluatorio que se aplicó tras las Paso, Massa ha realizado, en promedio, casi un anuncio por día. Ninguno para corregir el desaguisado del gasto público, el déficit fiscal y la inflación; todos para bajar la fiebre con remedios cuya primera fecha de vencimiento será el 23 de octubre.
¿Cómo llegará la economía a esa bisagra? Tan destartalada como ahora, matizada por los impactos de las transfusiones directas e indirectas de dinero a los hogares que, se sabe, no bajarán el burbujeo de un caldo que cultiva riesgos en una olla a presión.
Con indicadores socioeconómicos en zona de alerta y a pocos días de entrar en el último trimestre del año, la tensión cambiaria y la nueva dinámica de la inflación giran agitadas en una excitada danza en la que cualquier paso en falso provocará un doloroso y masivo porrazo.
