Argentina es un país atravesado por los altibajos económicos y quizá por eso el “crédito” se asocia muchas veces a traumas e imposibilidades. Pero basta ver el rol virtuoso que tiene en cualquier país próspero para confirmar su importancia como palanca de la economía colectiva e individual.
El Gobierno nacional buscar expandir el crédito en el marco de su plan de estabilización económica. Logró que creciera con fuerza en 2024: el stock de préstamos personales subió 204% de enero 2024 a enero 2025 y reaparecieron los hipotecarios, por citar dos ejemplos. Entrado este año, esa expansión aminoró ante desafíos estructurales y de coyuntura: liquidez más acotada en los bancos y un incremento de la morosidad asociado a la crisis de ingresos de las familias.
Argentina tiene aquí mucho por hacer: aunque el crédito bancario en pesos y en dólares pasó del 5% al 8,4% del PIB entre el inicio y cierre de 2024, en la segunda mitad de la década de 1990 superaba el 24%. En las naciones vecinas, ese porcentaje es aún mayor.

Pero, precisamente en ese contexto de escasez, se abre paso un fenómeno muy positivo protagonizado por las empresas financieras tecnológicas, o “fintech”: así como en los últimos años su irrupción disparó los medios de pago (QR, billeteras) y de ahorro (cuenta remunerada, etcétera), también dio un envión fenomenal al crédito. Y la cosa llegó para quedarse.
Al cierre de 2020 y según datos del Banco Central (BCRA), los deudores de crédito digital totalizaban 609 mil argentinos. Cinco años después, el número se multiplicó por 14: a enero último, casi 10 millones de personas contaban con al menos una asistencia crediticia otorgada por un “proveedor no financiero de crédito” (PNFC). Con esa etiqueta, el Central designa a las empresas autorizadas a prestar dinero que no son bancos.
Se trata de un ecosistema creciente en el que las fintech tienen absoluto protagonismo, como Mercado Pago, Naranja X, Ualá y muchas otras, que en algunos casos están específicamente focalizadas en préstamos. Según el último informe del Central, hay 67 autorizadas que, sumadas a cooperativas y mutuales (125), a firmas de leasing & factoring (36) y a cadenas de retail y venta de electrodomésticos (30), constituyen la parte más dinámica del mapa de proveedores no bancarios de crédito.
“Una persona o una empresa que recibe un crédito logra existencia en el sistema financiero”, grafica Santiago Gorla, experto en finanzas convocado a disertar sobre crédito digital por la Cámara Argentina Fintech.
Se sabe que abrir esa puerta en bancos tradicionales fue misión imposible durante décadas para miles de argentinos. Pero las fintech llegaron para facilitarlo: con sus modelos flexibles y con el uso de la tecnología para diseñar mecanismos de scoring alternativo, lograron ofrecer financiamiento a un público que no accedía a él. Y esto a pesar de contar con límites y diferencias regulatorias respecto de los bancos.
En paralelo a esa inclusión de otrora excluidos, expandieron su oferta de préstamos personales y financiamiento al consumo sobre el público ya bancarizado.
Así, llegaron a los casi 10 millones de deudores actuales. Los últimos registros del BCRA confirman que, de ellos, casi 5,8 millones son personas que junto con el crédito digital también reciben financiamiento del sistema bancario tradicional.

Pero otros 4.380.000 son deudores exclusivos de los PNFC, es decir, están fuera del sistema bancario. El número creció 20% en el último semestre y, de seguro, se compone en absoluta mayoría del universo de 6,2 millones de deudores sin cuenta sueldo que registra el Central.
La entidad destaca que son las fintech quienes vienen liderando la expansión de la cartera de clientes crediticios: sumaban 4,9 millones de deudores a enero último, un 39% más que seis meses atrás. En cuanto al tipo de financiamiento, los préstamos personales sacaron ventaja a la asistencia con tarjeta de crédito: crecieron 32% en el semestre, contra el 16% de las tarjetas.
Si se mira el universo de deudores por edad, el segmento donde avanza más rápido el crédito digital va de los 18 a los 29 años: ese perfil de tomadores creció 38% entre julio y enero.
Perfil de los clientes: cuánto toman, a qué plazos
“Al cierre de 2024, podemos decir que hemos otorgado siete millones de créditos a dos millones de personas. El monto promedio fue de $ 250 mil y logramos incluir financieramente a 80 mil nuevos clientes”, enumera Diego Canónico, head of product en Naranja X, una de las principales jugadoras del mercado digital.
Este año, la fintech espera triplicar la colocación de préstamos respecto de 2024. “Somos conscientes de que la morosidad en el sector ha experimentado un incremento, pero no lo vemos en nuestra cartera. Eso demuestra el compromiso para mantener la solidez y la estabilidad de nuestra operación”, agrega.

Naranja X ofrece préstamos personales y microcréditos. En su mayoría, los clientes los solicitan para invertir en su emprendimiento (35%), para afrontar gastos imprevistos en salud 28%, para gastos frecuentes (supermercado, 23%) y para bienestar (refacciones, 14%).
Desde Mercado Pago, la fintech de mayor escala en el mercado argentino, apuntan un dato llamativo: el 47% de sus usuarios que acceden a créditos lo hacen por primera vez. “Esto significa que la mitad de nuestros usuarios nunca tuvo acceso a créditos en bancos o en otras fintech”, subrayan.
“Los préstamos están destinados a vendedores que usan Mercado Pago (MP) para cobrar, a vendedores de Mercado Libre (Meli), a consumidores que deseen pagar sin tarjeta en cuotas en Meli y ausuarios de MP en múltiples flujos; también, como medio de pago en cuotas sin usar tarjeta y adelanto de dinero, entre otros ejemplos”, enumeran.
Insisten en que permiten al cliente contar con una oferta preaprobada 100% online, sin firma holográfica ni la necesidad de presentar documentación.
Los datos aportados desde las empresas se corresponden con lo que el Central monitorea sobre todo el sistema. Sus últimas estadísticas indican que, si bien el crédito fintech amplía el acceso al sistema financiero al prestar por primera vez a miles de personas, su alcance es más acotado aún en monto y en condiciones respecto de los bancos tradicionales.
A enero, los deudores compartidos (financiados por fintech y por bancos) mantenían un saldo de financiamiento promedio con la banca tradicional de $ 3,1 millones de pesos, 50% más alto que seis meses atrás. En tanto, su saldo con proveedores no financieros de crédito era mucho menor: $ 967 mil.
Si hace foco en los deudores que sólo acceden a crédito digital, la asistencia crediticia promedio desciende aún más: $ 470 mil en promedio, según el Central.
Se trata de un financiamiento a plazo más corto (seis a 12 meses, promediando los nueve) y en general a tasas más altas. El informe del Central destaca que la tasa nominal anual (TNA) promedio de préstamos personales entre los proveedores de crédito no bancarios se ubicó en el 132% en enero, 84 puntos debajo del pico tocado en diciembre de 2023. Específicamente entre las fintech, la TNA promedió 129%, valores todos superiores al promedio de 71% registrado entre bancos tradicionales.
Estas diferencias se explican por una serie de factores; dos centrales. El primero: los proveedores no bancarios no están autorizados como los bancos a la intermediación financiera, lo que significa “en criollo” que no pueden prestar dinero de depositantes, sino que deben hacerse de fondos a través de otros mecanismos, como préstamos bancarios, mercado de capitales, emisión de fideicomisos. Todas esas vías entrañan mayores costos que la intermediación bancaria.
A eso se suma el perfil de clientes al que en parte apuntan: deudores debutantes y en muchos casos sin salarios formales, un sujeto con mayor riesgo asociado que entraña, por tanto, más costos. En este punto, resulta clave para las fintech el sistema de scoring alternativo que vienen desarrollando con tecnología, una verdadera puerta de ingreso al sistema para miles de argentinos.
“Scoring” alternativo: para prestar, las billeteras usan desde geolocalización hasta redes sociales
La velocidad con la que una persona escribe datos al bajarse una billetera digital, el tipo y calidad de las imágenes que sube a redes sociales o los trayectos que hace a diario monitoreados desde Google Maps son datos que ayudan a muchas fintech a trazar el perfil de un cliente y a decidir cuánto dinero prestarle y a qué costo.
Las prestadoras no bancarias de crédito encuentran en la tecnología su principal herramienta y esto aplica también al diseño de sistemas de scoring alternativo. Además de trabajar con información tradicional, como validación de identidad por Renaper, registros de deudores del Banco Central y consultas a bases como el Veraz, las fintech van conociendo a sus clientes y construyendo su perfil crediticio a partir de la gran cantidad de datos que ellos mismos generan al usar la app y, en muchos casos, otros espacios digitales.
“Hay que tener presente que, cada vez que bajamos una app o nos logueamos en un sistema, aceptamos términos y condiciones. Allí suele haber permisos de acceso a datos que generamos, como el seguimiento de nuestras trayectorias vía geolocalización”, describe Santiago Gorla, experto en crédito digital. Si bien en cada caso hay cuestiones de privacidad por decidir, lo cierto es que, en el caso del crédito digital, esos datos ayudan a acceder a financiamiento a buenas condiciones y, en muchos casos, abren al ahorrista una puerta que no fue posible por el camino tradicional hacia el sistema bancario.

“A través de Mercado Pago, los usuarios pueden contar con una línea de crédito de consumo –pagos en cuotas sin la necesidad de una tarjeta de crédito– con una TNA desde 69%, ajustada de acuerdo al nivel de riesgo. Para ello, nos apoyamos en la tecnología y en un modelo de scoring propio, con el objetivo de acercar soluciones que fomenten la inclusión financiera y el consumo, y se ajusten a las necesidades y capacidad de pago de las personas”, explican desde la fintech, que, según estimaciones, suma más de 25 millones de usuarios activos en el país.
Naranja X también diseña sus propios esquemas de scoring para llegar a más gente: “Estamos evolucionando continuamente y utilizando modelos de scorings alternativos combinando datos tradicionales con otros no tradicionales a través de la inteligencia artificial. Un ejemplo de esto es la utilización de datos transaccionales o de variables mobile (comportamiento en plataformas digitales) para asignar a nuestros clientes el nivel de riesgo más adecuado a su perfil”, apunta Diego Canónico, director de producto en Naranja X.
Si bien por su ADN tecnológico las fintech sacan ventaja en el manejo de grandes volúmenes de datos para conocer al cliente, lo cierto es que, al animarse a apuntar al público no formalizado laboralmente o sin historia crediticia alguna, incurren en mayores costos.
“Otra gran dificultad para la industria fintech es no poder disponer de débito automático para el cobro de préstamos. El Banco Central acotó esta posibilidad en 2020 por mal uso. Las billeteras pueden hacerlo sólo sobre sus clientes, dentro de su sistema. Pero no pueden debitar cuotas a personas de manera interbancaria. Esto implica riesgos y costos extras”, explica Gorla.
Los factores citados arriba explican las diferencias de morosidad entre el sistema bancario tradicional (PNFC) y el que registran los prestadores no bancarios.
Las estadísticas del Central y de los bancos tradicionales dan cuenta de un incremento en la dificultad de pago de acreencias por parte de las familias en el arranque de 2025, tanto en préstamos personales como sobre el financiamiento con tarjeta.
La irregularidad total promedio de la cartera de PNFC en enero 2025 fue del 8,6%, cinco puntos más que en julio de 2024. Si se discrimina allí la situación de préstamos personales, el nivel de incumplimiento fue del 12,1%, contra el 5,6% de las tarjetas.
Entre los tipos de proveedores de crédito, las fintech registraron un ratio de incumplimiento del 10,6% y las cadenas de venta de electrodomésticos marcaron el tope con 14,2%.
Si en cambio se hace foco en el sistema bancario tradicional, datos de la Asociación de Bancos Argentinos cifran la morosidad de las familias en 2,9% en febrero, cuarto mes de incremento del indicador. La mayor suba allí se dio en el financiamiento con tarjetas de crédito.

Por qué las “finanzas abiertas” de Milei pueden ser un gran impulso al crédito
El decreto con el que la gestión de Javier Milei generó facilidades para instar a los argentinos a sacar “dólares del colchón” e inyectarlos en la economía generó gran repercusión pública en mayo pasado. Y casi inadvertido pasó en él el artículo 5, que crea el “sistema de finanzas abiertas, para que las personas humanas y jurídicas, a través de su consentimiento expreso, compartan la información que consideren pertinente con las entidades que forman parte del sistema financiero inscriptas en el Banco Central de la República Argentina para el desarrollo del crédito, de la competencia y de la inclusión financiera”.
Este primer paso genera gran entusiasmo en buena parte de la industria financiera, en especial fintech y otros jugadores de tamaño intermedio y chico. En síntesis, lo que propone esta política –que avanza con matices y particularidades en muchos países del mundo– es empoderar al usuario y hacerlo dueño de su información financiera. Una idea con puntos en común a la “portabilidad” que lograron los números telefónicos o al derecho del paciente sobre su historia clínica, pero aplicable por ejemplo a la historia crediticia personal.
Desde esta perspectiva, y en la medida en que se crea un corpus de normas y una infraestructura de sistemas (el mayor desafío), se habilita al cliente a autorizar el intercambio de su información financiera entre jugadores del sistema.
De ese modo, a cada proveedor de crédito se le abarata de manera significativa el costo de conocer al cliente y, en sintonía, se le reduce fuerte el cargo de prestarle dinero, favoreciendo la inclusión financiera. La gran resistencia por vencer reside en los mayores jugadores del sector, dueños de grandes carteras y de un alto volumen de datos valiosos.
Con el decreto 353/2025, la gestión Milei dio un primer paso, pero se trata del inicio de un largo camino.
“La expectativa general es que este decreto contribuya a un sistema financiero más inclusivo, eficiente y transparente, promoviendo un ecosistema más competitivo e innovador y adaptado a las necesidades de los clientes”, coinciden desde Naranja X.
Sin embargo, antes incluso de esa evolución, hay mucho por mejorar en Argentina. Bancos y fintech se quejan de la demora en el acceso a datos básicos, como la información laboral de una persona que les solicita un préstamo. “Los organismos públicos entregan esto con una demora de 60 días. Quiere decir que un tomador que figura empleado puede haber dejado su trabajo al solicitarlo, por ejemplo. Esos baches suben el riesgo y, con eso, el costo”, describen desde el sector financiero.
La propia base de deudores del Central también publica datos con un “delay” de 45 días: por ejemplo, un deudor puede figurar en situación normal cuando en realidad ya está en categoría 2 en la práctica, y lo mismo entre los cinco niveles de la base. “Todo lo que mejore la calidad de información sobre los solicitantes nos ayuda a prestar más barato y en mayor volumen”, insisten desde las entidades.