La inflación es el principal desvelo de los argentinos y también, para el Gobierno nacional, el mal central por combatir. Así lo dicen reiteradamente sus funcionarios, y hasta el propio presidente Alberto Fernández se encargó de poner la suba sostenida de precios como blanco excluyente de una guerra.
Sin embargo, en ese enfrentamiento “bélico”, el propio Ejecutivo nacional amaga con ambigüedad con dar una batalla a contramano de su propio objetivo: esto es, inducir adrede una suba de precios.
En la mira están las tarifas de los pasajes aéreos de cabotaje, que, según un decreto firmado por Fernández a fines de 2021, deberían volver a regularse por estos días con el sistema de bandas tarifarias; esto es, con techo, pero también con un piso de precio fijado por el Estado.
La modalidad rigió hasta 2016 y durante la gestión de Mauricio Macri fue desregulada, en el marco de la llamada “revolución de los aviones” .
Un cálculo del portal especializado Aviaciononline señala que, entre septiembre de 2002 y diciembre de 2014, las tarifas de referencia fueron incrementadas en 18 oportunidades, y se multiplicó casi por ocho el valor de la de referencia y por 11 el de la máxima.
El anuncio del regreso de las bandas puso en alerta a las aerolíneas low-cost Flybondi y JetSmart –la primera incluso presentó un amparo judicial–, que leyeron en la medida la intención oficial de encarecer su operación y acotar así su capacidad de competencia con Aerolíneas Argentinas.
De hecho, en paralelo con la decisión sobre las bandas, se emitieron nuevas regulaciones en beneficio de la compañía de bandera (como la expresa prioridad para tomar rutas internacionales, por ejemplo).
El citado decreto fijó al Ministerio de Transporte un plazo de 180 días para armar el sistema de bandas, un lapso que en la lectura llana de la norma se cumplía este mes.
Sin embargo, el Ministerio de Transporte dejó trascender, de manera no oficial, que su cómputo cuenta los 180 días como hábiles, lo que corre el arco de la decisión a septiembre.
Un alivio, aunque también incertidumbre para las low-cost, que ganaron algo de tiempo pero no señales claras de que las autoridades hubieran desistido de la idea.
La pregunta cabe: ¿con qué racionalidad económica y convicción se tomó una decisión que, en la práctica, se va “pisando” sin saber hasta cuándo?
Esta ambigüedad en la autoridad regulatoria, se sabe, va a contramano de las reglas claras y sostenidas en el tiempo que las empresas reclaman con lógica y de manera unánime en este y en todos los sectores de la economía.
Qué pasa con los precios de los vuelos
El gran temor de las low-cost es que el regreso del sistema de bandas busque encarecer su oferta de vuelos para igualarla a la de Aerolíneas Argentinas (AA).
Hoy, los precios de sus pasajes están en general entre 24 y 50 por ciento más caros que los de las únicas dos competidoras que existen en el mercado de cabotaje pospandemia: JetSmart y Flybondi.
El servicio de la aerolínea de bandera, está claro, incluye mayores prestaciones.
Si se pone el foco en el aeropuerto de la ciudad de Córdoba, en el último junio antes del Covid-19 (en 2019), había seis aerolíneas que ofrecían pasajes domésticos: las tres mencionadas más Norwegian, Latam y Andes, tres jugadoras que fueron “barridas” por la combinación de la crisis de costos que enfrentó la actividad desde 2018 más el efecto del posterior parate pandémico.
El nuevo escenario planteado refuerza el protagonismo absoluto de AA. En el Taravella, por ejemplo, opera hoy alrededor del 80 por ciento de los vuelos domésticos y la empresa vuela a una gama de destinos varias veces superior a la de las low-cost, concentradas básicamente en la ruta Córdoba-Buenos Aires y, en segundo lugar, Córdoba-Bariloche.
Esa situación se da en un mercado que sigue ofreciendo al menos un 40 por ciento menos de vuelos que en 2019 y que enfrenta demanda en ascenso por el buen desempeño del turismo. El resultado es un alto nivel de ocupación de los aviones: promedió 80% en mayo para AA, 84% para JetSmart y 94% para Flybondi.
Esos niveles –y en especial el de la aerolínea de bandera– de seguro colaboraron hasta ahora para que la Nación no se apurara a ejecutar su propia decisión y meterse con las tarifas. La gran pregunta es qué pasará en los próximos meses.
