Cada tanto se viraliza en redes sociales un video que muestra a miles de hormigas girando en círculos, en un remolino vertiginoso en el que ninguna puede parar.
Quienes estudian a estos insectos explican que el fenómeno ocurre en especies ciegas cuando uno o varios individuos se desorientan y terminan siguiendo su propio rastro de feronomas. Es el inicio de una espiral.
En una economía inflacionaria como la nuestra, con las características que ha consolidado en los últimos años y el escalón al que trepó ahora, hay muchos precios relativos atrasados que empiezan a generar una puja tan legítima como riesgosa.
Bajo el embrujo de las feronomas que secreta la inflación, el remolino de precios relativos comenzó a tomar una velocidad inquietante, que obliga a una vigilia ininterrumpida.
Y es que ya nadie quiere retrasarse más. El economista Ricardo Arriazu apela a su veta docente cuando muestra cómo impactan cada uno de esos movimientos en retroalimentar a la inflación.
Algunas discusiones paritarias asombran por los porcentajes que se arrojan en la mesa de negociaciones. En breve empezará a cristalizarse la actualización de tarifas energéticas, y quienes producen bienes y servicios tampoco quieren quedarse atrás. Hay una puja sectorial simultánea con los dientes apretados.
“Si se suman todas las aspiraciones, eso da tres veces el PIB (producto interno bruto). Imposible”, advierte Arriazu, quien define esta tensión como el riesgo de acelerar la “calesita de precios relativos”. Mientras más rápido gira, más inflación y menos producción. Una trampa mortal.
Renta “inesperada”
Después de varias semanas de calma, el dólar blue se despertó. ¿Acaso también se autopercibe atrasado? Como siempre, no hay una única causa que lo explique, pero sí un denominador común insoslayable.
El salto de la inflación de marzo aceleró el ritmo semanal de aumento del tipo de cambio oficial, pero es difícil que el Banco Central avale quebrar la barrera del cuatro por ciento mensual. Ergo, también se atrasa.
Además, los resultados fiscales del primer trimestre dejaron al descubierto una sospechosa maniobra contable que pone en duda el cumplimiento real de las metas con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Muchos economistas pusieron el ojo en una renta “inesperada” (se asentó como “rentas de la propiedad” un ingreso por canje de bonos del Tesoro), a través de la cual se computan recursos que, en el saldo contable, ayudan a encuadrar dentro de los compromisos asumidos.
La maniobra no luce sustentable si el gasto sigue con el mismo impulso (el mes pasado creció casi 85 por ciento interanual) y con la aceleración de subsidios a la energía (subieron 180 por ciento en el primer trimestre).
Una vez más, la economía está frente al duro desafío de quebrar el ritmo de indexación que, hoy por hoy, late en un nivel del 60 por ciento, pero con pujas y tensiones que amenazan con acelerar las palpitaciones si no hay señales consistentes para relajar la emisión, achicar el déficit fiscal y estabilizar las expectativas para evitar un remolino más grande.
