A partir que el Estado nacional redujo sus colocaciones de deuda en los bancos, el sector financiero tuvo que salir al mercado a colocar préstamos para sostener su actividad. Este fenómeno, sumado al descenso de los niveles de inflación y a la baja de las tasas de interés, cambió la dinámica del mercado y la forma en que los particulares y las empresas se financian.
Las familias, ya no acuden tan seguido a la tarjeta de crédito y, si realmente necesitan financiarse, apuestan al préstamo en pesos.
Las empresas por su parte, si tienen cómo dolarizarse, apuntan al crédito en moneda estadounidense por las bajas tasas de interés. Aquellas que sólo tienen pesos, van al préstamo tradicional o al mercado de capitales, en algunos casos con buenas tasas.
Desde la caída de la convertibilidad a finales de 2001, la participación de los préstamos en la economía era mínima. Cuando terminó el gobierno de Alberto Fernández, apenas representaban 5,2% del pib. El año pasado mejoró, y si bien arrancó este año en torno al 7%, Argentina todavía está muy lejos de sus vecinos. En Chile superan el 100% del pib y en Brasil llegan al 70% del pib.
El último informe de First Capital Group advierte que en febrero pasado, los créditos al sector privado (en pesos y en dólares) sumaron $ 74,6 billones, registrando un salto nominal de casi 244% interanual. Teniendo en cuenta que ese mes la inflación interanual fue de 66,9%, el crecimiento real fue muy importante.
Pero lo interesante es observar cómo está compuesto el crédito, para saber cómo se están financiando las familias y las empresas.
Más préstamos, menos tarjeta
Como se observa en el gráfico, en junio del año pasado el financiamiento con tarjeta de crédito representaba casi la mitad (49%) del stock de préstamos al sector privado. En cambio, los créditos personales entre noviembre de 2023 y junio de 2024 oscilaban entre 12% y 14% (ver gráfico).
En febrero, la tarjeta se redujo al 41% y el préstamo personal subió a 21%. Con la caída de la inflación y la baja de tasas, se redujo una práctica que antes era muy común.
“Históricamente, la relación entre los préstamos personales y la tarjeta de crédito era pareja; por cada peso que se colocaba en créditos personales, se financiaba un peso con tarjeta. En 2023, los plásticos tomaron mucha ventaja y la relación llegó a dos a uno. Con la inflación, aún cuando no lo necesitaba, la persona compraba electrodomésticos u otros bienes en 12 cuotas o más, total la inflación licuaba la deuda. Ahora, la relación está volviendo a niveles tradicionales”, explica Guillermo Barbero, socio de First Capital Group a cargo del área Financiamiento del Consumo.
Por ejemplo, el Banco de Córdoba (Bancor), en el primer bimestre colocó préstamos personales por $ 3,1 billones, lo que implicó un crecimiento de 486% interanual en términos nominales. Con tarjeta, financió $ 4,1 billones, pero el crecimiento nominal fue de 195%.
Según el especialista, con la baja de la inflación, las familias ya no tienen expectativa de que los precios van a subir; ahora, el que no necesita comprar un bien de alto valor, se restringe, y sólo el que está urgido busca la mejor tasa. Además, quien quedó endeudado con el plástico, quedó restringido en sus límites de compra, por lo cual no tiene más opción que recurrir al préstamo.
El abanico de tasas es muy amplio. Hoy las familias se están financiando a un costo total que puede llegar hasta 400% anual, según el producto, plazos, clientes y la empresa que financia.
Otro ejemplo es el crecimiento del crédito en la compra de vehículos 0 km. Según datos de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (Acara) de los patentamientos de enero pasado, prácticamente la mitad (46,7%) se hicieron con financiamiento, algunos con bancos y otros con las propias marcas.
Por caso, sacando las ventas de planes de ahorro, uno de cada dos vehículos que vende Renault Argentina en el país es financiado. El 90% a través de su propio banco, Mobilize Financial Services Argentina, y el otro 10% son clientes que utilizan bancos tradicionales.
“Hoy Renault financia hasta 50% del valor del vehículo, a tasa cero a 12 y 18 meses, dependiendo del modelo y de la relación cuota-ingreso de los clientes, entre otros factores; la tasa promedio de las propuestas de financiación puede estar en torno al 10%”, explica Andrea Arrossi, managing director de Mobilize Financial Services.
Según explica la ejecutiva, en Argentina se financiaba el 15% del total del mercado automotor, pero el año pasado terminó en 20%. “De a poco va creciendo el crédito y esperamos que esta sea la tendencia del futuro. Las marcas van a apostar a su propia financiación, porque así hay más probabilidades que en el futuro vuelva a elegir la marca”, resalta.
¿Las tasas seguirán bajando?
Para que el crédito siga creciendo en las familias la tasa de interés debe seguir bajando. Actualmente la tasa de interés mayorista de Argentina (Tamar), que elabora el Banco Central, promedió la semana pasada en 31,38% y el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), del mismo organismo, proyecta esta tasa de referencia en 24% a fin de año y en 22,6% dentro de 12 meses.
“Estamos yendo por un sendero de baja de tasas nominales. La reducción en las cuotas, una mejor relación cuota-ingreso, son todos factores que empujan para que el préstamo siga creciendo y esto incentiva a los bancos, porque hay un horizonte de planeamiento estable”, explica Barbero.
De todas maneras, advierte el consultor, “la baja de la tasa será lenta, por muchos factores que no son estrictamente financieros; hay costos derivados de la tecnología, los impuestos, el riesgo de incobrabilidad y otros componentes”.
En dólares, las empresas que pueden
Este fenómeno, también se replica en las empresas. Por ejemplo, en el primer bimestre del año, Bancor colocó préstamos al mercado corporativo por $ 18,46 billones, 177,7% más que en enero-febrero de 2024 en la comparación nominal.
Pero lo que más creció fue el financiamiento en dólares. Según el informe de First Capital Group, los préstamos en moneda extranjera en todo el país finalizaron febrero en U$S 13.966 millones, con un aumento interanual de 276,5%.

Por supuesto que esta posibilidad se limita a las empresas que tienen capacidad para generar dólares, aquellas dedicadas al comercio exterior, productores de commodities o compañías vinculadas con estos sectores.
La historia económica de la Argentina muestra que endeudarse en dólares es un riesgo. Sucede que las empresas están consiguiendo financiamiento en dólares a tasas del 12% promedio.
Por ejemplo, Polo 52 financia en dólares a tasa cero hasta el 20% de la inversión que implica ingresar como propietario a su parque industrial, ubicado en Circunvalación y la autopista a Rosario. Además, acaba de firmar un acuerdo con Bancor, para aplicar una línea especial para radicación en parques industriales a tasa Badlar (TNA de 30,31% según el Banco Central) más dos puntos, con plazos de 60 meses y 12 meses de gracia.
También hay bancos que en la última edición de Expoagro, semanas atrás, ofrecieron una tasa de 9% para productores de Santa Fe (provincia que exime estos créditos del impuesto a los Ingresos Brutos).
Pero también están consiguiendo buenas tasas en pesos, del orden del 20% al 50%.
Al respecto, Barbero explica: “Se están recuperando las variables de la economía y el crédito es uno de estos factores que deben recomponerse. Si la economía quiere seguir creciendo, va a necesitar más financiamiento. En la pandemia, la economía se achicó y se estancó, todos redujeron sus empresas a niveles de actividad que no necesitaban préstamos, estaban seteadas para no demandar crédito. En la medida que quieran crecer, las compañías van a necesitar más financiamiento”.