“Chat GPT es el 10% de lo que ya está pasando en inteligencia artificial (IA) en el mundo”, asegura Rebeca Hwang. Esta experta coreana, que pasó su infancia en Argentina y egresó con promedio de 9,75 del Colegio Nacional Buenos Aires, puede dar fe de esa afirmación: lleva más de dos décadas moviéndose como pez en el agua en Silicon Valley, la meca californiana donde se produce la mayor cuota de ese 90%, que la mayoría de los mortales aún no vemos pero que está muy cercano a revelarse.
“Para cuando el ganador del próximo Mundial de Fútbol esté definido, la IA habrá alcanzado la equidad con el ser humano: podrá hacer todo lo que hacemos, e incluso mejor”, anticipa, marcando un inquietante horizonte a poco más de un año de distancia.
Hwang lleva 25 años residiendo en Estados Unidos, a donde se fue muy joven para estudiar en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y continuó su carrera como inventora, emprendedora tecnológica y profesora en la Universidad de Stanford; entre otros ámbitos. Con clara habilidad comunicacional, dedica buena parte de su tiempo a difundir conocimiento y generar reflexión sobre todo lo asociado a la IA y su vertiginoso –e imparable– avance. En paralelo, se sigue probando como emprendedora al comando de un fondo de inversión que apuesta a startups con desarrollos de IA.
Esta semana está en Córdoba junto a Sebastián Campanario, economista, asesor y también divulgador en temas tecnológicos y de innovación. Invitados por la Agencia de Competitividad de la Provincia, realizan charlas y capacitaciones para empresarios y emprendedores y planean recorrer el norte de la provincia para entrar en contacto con su acervo cultural y tradiciones orales, territorios que por ahora escapan al alcance de la IA.
“Las habilidades que empiezan a tomar valor, de cara al futuro, son las que menos solían apreciarse económicamente. Esto tiene que ver con lo que nos diferencia de la IA, lo que ella no puede hacer; al menos hasta ahora”, explicó. Junto a Campanario, repasaron ante un puñado de periodistas un esquema que ranquea las principales skills (habilidades) hacia 2030: pensamiento creativo; liderazgo e influencia social; curiosidad y aprendizaje permanente; pensamiento analítico; resiliencia, flexibilidad y agilidad y empatía y escucha activa; entre otras.

Detrás y con demanda decreciente en el futuro inmediato, quedan habilidades hasta hace muy poco entronizadas: la capacidad de programar; el manejo de matemática o escritura y de múltiples idiomas; por ejemplo. Un cambio total de paradigma determinado por las múltiples tareas que la máquina tendrá la capacidad de ir resolviendo mejor que las personas.
“La IA aún no inventa cosas por sí misma, pero está muy cerca de hacerlo. Hoy está aprendiendo a razonar. Lo que ya hace muy bien, mejor incluso que nosotros, es compilar información y analizar probabilidades. Puede diagnosticar con total precisión”, coincidieron Hwang y Campanario.
Una de las herramientas más populares de acceso masivo a la IA es el Chat GPT. Los especialistas señalan que una encuesta reciente puso a la Argentina como el cuarto país de mayor penetración en el uso del chat; seguida por Brasil. “Eso puede tener que ver con distintos factores. Uno de ellos es que se trata de una tecnología de tipo conversacional, algo que culturalmente la aproxima a nuestros rasgos”, analizó Hwang.
La empresaria subraya que el mayor desafío que entraña el avance de la IA es cultural, debido a los profundos cambios que se anticipa provocará en los modos de vida y la organización de las sociedades. Para graficar eso, citó como ejemplo el impacto de Operator, el agente de Inteligencia Artificial creado por OpenAI, una de las compañías líder en el desarrollo de IA, sobre lo cual graficó : “Operator tiene la capacidad de reemplazar al 80% de los ingenieros de IA de OpenAI. No lo hicieron, pero podrían. Esta situación, la de crear algo que puede reemplazarnos, genera alarma y está provocando una inédita crisis de identidad”.
“De hecho hay datos que señalan que en Sillicon Valley la gente está durmiendo menos, por ejemplo”, agregó Campanario a modo de contexto.
Argentina: ¿un polo de IA?
¿Cómo puede Argentina subirse a lo que para los expertos es una verdadera nueva era? Hwang y Campanario fueron prudentes a la hora de opinar sobre el proyecto anunciado por el asesor presidencial, Demian Reidel, de convertir al país en un “hub de IA” al promocionar la Patagonia como enclave de centros de datos. En paralelo, enunció la intención de impulsar el desarrollo de energía nuclear para satisfacer la fuerte demanda de ese insumo que requieren los equipos informáticos.
“Más allá del proyecto en sí, lo mejor es que exista conciencia y conversación; ya que lo peor que puede pasar es ignorar el avance de la IA”, analizó Campanario.
Sin opinar en sí sobre la idea, Hwang reconoció que un capítulo de la IA a nivel global incluye el montaje de la infraestructura que requiere y el gran desafío ambiental asociado a ella. Algunos datos que dio para graficarlo: “Para responder una pregunta, la IA usa 10 veces más energía que Google; por ejemplo. Con sus desarrollos de IA; Apple, Google y Meta han incrementado entre 28% y 50% sus emisiones aunque habían propuesto emisión cero para 2030. Hoy tienen una gran necesidad de ir por energías limpias”, dijo.
Más datos: la IA consume hasta ahora la misma energía que un país como Argentina; y en Estados Unidos la demanda de data centers pasará de absorber 3% a 8% del total del gasto energético en los próximos cinco años. Muchísimo.
“La actual estructura de costos hace posible que estos centros estén a distancia; en un lugar como Argentina, por ejemplo. Otro enorme desafío es el uso de agua que requiere el cooling (enfriamiento) de los equipos. Pero este tema de la infraestructura no me preocupa tanto, porque se discute y se resuelve. Creo que el cambio cultural y la discusión regulatoria y de límites a la IA son mucho más complejos y desafiantes”, analizó Hwang.
La especialista propuso otra línea de capitalización de la IA como oportunidad para el país: “Argentina sí puede pensarse como un polo en la utilización temprana de tecnología de IA y su incorporación como herramienta para las empresas, las instituciones. Crear esta tecnología es muy difícil, eso se está haciendo en lugares como Silicon Valley, donde existen capacidades que ya son muy difícil de igualar. Pero en su incorporación en toda clase de desarrollos hay una gran oportunidad para toda Latinoamérica”, cerró la especialista.