Con frecuencia se suele pensar en el sistema previsional argentino como la coexistencia de un sistema nacional y varias cajas provinciales. Pero si se observa en detalle, nos encontramos con que también hay 76 cajas previsionales para profesionales, 26 cajas municipales, coberturas de seguros privados de retiro y otros tipos de cajas complementarias –por ejemplo, para docentes y personal militar que desean mejorar sus beneficios.
A nivel nacional, se encuentra el Sistema Integrado Previsional Argentino (Sipa), que posee un pilar contributivo que administra los aportes de los trabajadores del sector público y privado, y las contribuciones de los empleadores.
El Sipa cuenta con un régimen general para asalariados privados, asalariados públicos nacionales, monotributistas, autónomos y servicio doméstico. Incluye, además, regímenes especiales que ofrecen mejores beneficios que el general, regímenes diferenciales para empleos en actividades consideradas de mayor riesgo (por ejemplo, recolección de basura, transporte ferroviario, minería) y regímenes de retiro para el personal de fuerzas armadas y de seguridad.
Cada uno de estos regímenes se divide, a su vez, en otras subcategorías que suman cada vez mayor complejidad al sistema.
Por otro lado, a nivel nacional también posee un pilar no contributivo que otorga beneficios asistenciales a personas en situación de vulnerabilidad, tanto por vejez como por invalidez, y también contempla casos especiales, como los de veteranos de Malvinas, presidentes y vicepresidentes de la Nación, jueces de la Corte Suprema, y madres con siete hijos, entre muchos otros casos.
Asimismo, existe la pensión universal para el adulto mayor, mejor conocida como “Puam”, que otorga una cobertura previsional del 80% de una jubilación mínima a mayores de 65 años que no cuentan con una jubilación o pensión.
Por su parte, algunas provincias administran sus propios beneficios a través de las cajas provinciales. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 10 provincias transfirieron sus cajas a Anses entre 1994 y 1997, pero 13 provincias, entre las que se encuentran Córdoba y Buenos Aires, continúan con sistemas previsionales propios.
Al igual que en el sistema nacional, las cajas provinciales tienen sus regímenes generales, especiales, diferenciales y de retiro. Y en algunos casos, cuentan también con sistemas no contributivos.
La situación hoy
El sistema nacional contributivo cuenta con 10,3 millones de aportantes, de los cuales 7,5 millones son asalariados (públicos y privados) y 2,8 millones son trabajadores independientes. Del total de aportantes, poco más de la mitad aporta al régimen general; el resto lo hace en regímenes diferentes.
En el sistema provincial, hay 2,1 millones de aportantes en relación de dependencia. De ellos, la mitad corresponde a la provincia de Buenos Aires, mientras que a la caja previsional de Córdoba aportan 194 mil personas, con lo cual es la tercera provincia con más aportantes, detrás de Buenos Aires y Santa Fe. Las restantes provincias, en conjunto, suman poco más de 650 mil aportantes.
Existen amplias brechas entre el sistema nacional y las cajas provinciales. Esto lo demuestra, por ejemplo, el haber medio de Córdoba, que fue de 141.909 pesos en septiembre, mientras que el del régimen general del Sipa fue de 66.433 pesos; es decir, menos de la mitad.
Lo mismo ocurre al comparar con las otras provincias que tienen cajas propias. La diferencia se explica no sólo por mejores salarios, sino también por condiciones más beneficiosas que las del sistema nacional.
Este laberinto de regímenes, con amplias diferencias en sus parámetros, actualizaciones y reglas, sumado a un aumento exponencial en el número de moratorias previsionales y de pensiones no contributivas, tiene su correlato en un sistema previsional deficitario. El gasto previsional nacional asciende a más de $ 3,5 billones en lo que va del año, lo que equivale a casi un 40% del gasto primario. De cara al futuro, esto se ve agravado no sólo por el envejecimiento de la población, sino también por el estancamiento en los últimos años en el número de aportantes.
Hacia la unificación del sistema previsional
Para salir de esta situación, el sistema previsional argentino debe tender a la homogeneización y la simplificación de sus parámetros. Las cajas provinciales y los regímenes especiales o diferenciales deberían ser la excepción y no la regla, como lo es actualmente.
El fondo de la cuestión radica en que no logran autofinanciar sus beneficios y deben recurrir a la asistencia nacional. Mientras sigan existiendo regímenes deficitarios, el gasto previsional seguirá siendo la principal fuente de gasto y de inestabilidad macroeconómica.
Para aquellos trabajadores o sectores que quieran tener una jubilación mayor que la del régimen general, la solución debería pasar por crear una caja complementaria que funcione de manera independiente, tanto para su financiamiento como para administrar las prestaciones, evitando la proliferación recurrente de regímenes especiales para unos pocos, financiados mayoritariamente por quienes no accederán a esos beneficios.
* Economista de Idesa