La mayor cooperación entre los agentes económicos hace que el sistema se torne “más eficiente, más robusto, más resiliente, menos propenso al colapso”, aseguró Marcelo Tedesco, director de Investigación en Ciencias Económicas, Sociedad y Gestión del Itba.
Agregó que “el daño al medio ambiente, la desigualdad, la pobreza, no son externalidades como suele considerarlas la actividad económica, porque la economía es un subsistema social y biológico, todo viene del planeta y lo que desechamos va al planeta. Deberíamos hablar de fenómenos emergentes no planeados”.
El también fundador y director ejecutivo de Global Ecosystem Dynamics insiste en que el “límite es el planeta” y que el capitalismo puede generar riqueza y ser sostenible. No son dos conceptos antagónicos.
Esa idea ya se expande de manera transversal a empresas de diferentes sectores para las que aplicar estrategias de sustentabilidad se convirtió en un factor de tal relevancia que los márgenes para elegirlas o no se estrechan hasta casi desaparecer.
La sustentabilidad y el rol clave de la cooperación fue uno de los ejes de un nuevo panel del ciclo “Voces que suman”, en el que se abordó cómo las empresas y organizaciones interactúan para impactar de manera positiva en la trama ambiental, social y económica.
Además de Tedesco, participaron Maximiliano Cueto, líder de producto de maíz y Crop Protection para Conosur de Bayer, María Belén Daghero, gerenta de Comunicaciones Corporativas, Asuntos Públicos y Responsabilidad Social de Holcim, y Gonzalo Parga, director del Grupo Edisur. La moderación estuvo a cargo del periodista Daniel Alonso, coordinador del ciclo que cuenta con la producción ejecutiva de Sebastián Gilli.
Desde hace una década, Tedesco lleva adelante mediciones científicas de ecosistemas económicos. Ha analizado 27 estructuras en 20 países, incluida la Argentina, y la evidencia es que los más cooperativos fortalecen la resiliencia y la eficiencia y son más robustos frente a crisis económicas, sociales o ambientales.
El especialista aclaró que no se trata de “inhibir la competencia”, sino de “impulsar sistemas cooperativos para no agotar los recursos”.
Y explicó: “La competencia en la biología rompe los efectos de red, agota recursos y disminuye la diversidad. Lo mismo vemos en la economía”. En esa línea, advirtió que el greenwashing es una práctica de empresas que entienden la sostenibilidad como un mecanismo para lavar culpas, cuando ya es tiempo de que sea parte central de su ADN.
Cueto describió cómo el ecosistema de Bayer -que opera en todo el área agrícola de la Argentina y de la región- está integrado también por otras compañías competidoras, pero con algunas tienen negocios en conjunto, además de productores que son clientes.
“Todo lo que hacemos en este ecosistema tiene que ver con la sostenibilidad y la rentabilidad; hacemos mucho foco en ese en ese pilar que es clave en nuestra organización –añadió–. Poder llevar a los productores tecnologías que permitan producir más con una mayor eficiencia en el uso de los recursos y que, a su vez, nos permita preservar y aumentar la biodiversidad de los ambientes es clave. Ese es nuestro norte y hacia ahí apunta toda nuestra estrategia y propuesta de negocio”.
La compañía trabaja con agricultura regenerativa, a la que Cueto definió como “un modelo de negocios basado en la mejora de los suelos y en resultados (que) trae beneficios básicos, como el aumento de la producción, de los rendimientos y de la productividad. Es decir, cómo hacemos para que el productor que compra nuestros productos tenga un mayor retorno por cada dólar que invierte”.
Detalló que están atentos a los factores que hacen al mejoramiento de los suelos desde el punto de vista físico, químico, biológico y de la conservación del agua. “Capturando dióxido de carbono (CO2) y reduciendo nuestras emisiones y las emisiones de los sistemas de producción de gases de efecto invernadero. Todo tiene que ver con la preservación y el aumento de la biodiversidad”, afirmó.
En tal sentido, indicó que no pierden de vista en cómo se amplía el concepto de sustentabilidad en las innovaciones de la compañía, para producir más con menos recursos, preservando el ambiente. Y comentó el trabajo que realizan en Córdoba con Prodeman, para la producción sustentable de maní, al igual que con otros productores de Oliva y de Río Cuarto.
“Se genera conexión con otros, con instituciones académicas, se ve la virtuosidad de estos sistemas”, destacó.
Descarbonizar
“Nuestro compromiso, propósito y misión es ser líder en construcción sostenible. Es un proyecto a largo plazo; en 2050 debemos ser net zero. Todo lo que emitimos al ambiente lo compensamos a través de las distintas acciones como uso de energías renovables, de residuos para generar energía térmica para nuestros hornos, por ejemplo", contó María Belén Daghero, de Holcim.
La ejecutiva sostuvo que el avance de las estrategias de sostenibilidad son “un cambio genuino y una necesidad básica para seguir subsistiendo”.
“Interactuamos con diferentes actores en un contexto que es cada vez más complejo. Y hay nuevos desafíos, como, por ejemplo, explicarles a nuestros clientes que comprar productos sostenibles tiene determinados beneficios”, apuntó.
Holcim tiene su casa matriz en Suiza y a nivel local y en Latinoamérica debe implementar las mismas acciones para descarbonizar la construcción. “Hacer que en la construcción se emita cada vez menos CO2, que utilicemos insumos más sostenibles y, a la vez, llevar lo mismo hacia afuera de la compañía”, dijo.
Daghero evaluó que en el país “todavía falta un camino importante por recorrer”. Mientras que en Europa ya son varias las plantas de cemento y de hormigón que funcionan 100% con energía que proviene de los residuos domiciliarios, en la Argentina el 20% de la que usa Holcim para elaborar cemento tiene esa fuente.
Daghero indicó que en Córdoba, además, trabajan “de la mano con el Gobierno de la ciudad (de Córdoba) y de la provincia para coprocesar todos los residuos” del predio más importante que hay en la Capital, gestionado por Cormecor.
En el caso de Grupo Edisur, hace varios años que profundizó su mirada en cómo hacer sus proyectos más sustentables. “Un poco por la escala, nos sentimos obligados a empezar a mirarlos de esa forma y, en ese camino, encontramos tres etapas”, explicó Gonzalo Parga.
Esas fases comprenden el diseño, que depende exclusivamente de la compañía y en la que, “con ingenio y creatividad se logra más sostenibilidad”.
Luego está la construcción propiamente dicha, con la intervención de la firma, pero también con proveedores. “Acá buscamos tecnologías más amigables y allí se inscribe la creación de la fábrica Steelplex, para construcciones modulares con mucho menor impacto que la construcción tradicional”, repasó.
La última etapa es la de operación; “la más compleja, la que genera desafíos más grandes”, ya que muchas cosas dejan de depender de manera exclusiva de la compañía, sobre todo en grandes urbanizaciones abiertas. como el caso de Manantiales, en el sur de la capital cordobesa.
Allí se logró la certificación Lead for Cities and Communities; es la primera comunidad en la Argentina que la alcanzó.
La empresa desarrolla una serie de acciones de sostenibilidad en distintos ámbitos e interactúa con cámaras, gobiernos e instituciones educativas para sensibilizar a la comunidad.
Realizan jornadas abiertas; con los vecinos de los barrios llevan adelante pruebas piloto de recolección de residuos con “contenedores inteligentes” (un sensor marca cuando están llenos), mientras que en forestación trabajan con Baum, una firma que tiene un vivero de especies autóctonas, hicieron dos por cuenta propia y, además, otros plantan en los espacios públicos de los barrios.
También está en marcha la intervención comunitaria en Villa La Lonja, un barrio vulnerable colindante a sus emprendimientos. “Es una acción fuera de nuestros desarrollos, en conjunto con la Municipalidad de Córdoba, donde proveemos la infraestructura de servicios básicos para 220 familias y colaboramos para regularizar los títulos”, indicó Parga.
Voces sustentables

Marcelo Tedesco (investigador del Itba): “Hay que cambiar el mindset por completo”
“Si la economía es un subsistema biológico, como lo dice la evidencia, no podemos considerar a la competencia como un mecanismo benéfico. La biología divide las interacciones en benéficas y no benéficas. Las positivas son mutualismo, cooperación, comensalismo y facilitación, entre otras. La evidencia muestra de que si dos especies o los integrantes de una misma especie compiten, a largo plazo, tienden a desaparecer. Existen, son naturales, pero representan entre 20% y 30% del total. El resto son interacciones de cooperación que hacen al sistema más robusto, más resistente. Hay que crear relaciones que tiendan a ser cooperativas y que la competencia exista de forma natural, que no sea la razón per se de mi forma de relacionarme desde la empresa o desde la economía en general. Hay que cambiar el mindset por completo”.

Maximiliano Cueto (Bayer): “Trabajamos en modelos de sostenibilidad”
“En Bayer trabajamos fuerte en la generación de modelos de sostenibilidad. Un ejemplo es el programa Pro Carbono, con el que medimos la huella de carbono. En lo que hace a ecosistemas de trabajo conjunto, con Viterra, que es un gran exportador, generamos un proyecto en un millón de hectáreas de soja donde el año pasado hicimos un seguimiento y medimos la huella. Participaron casi 400 productores. Pudimos tomar datos interesantes; la literatura estima que una tonelada de soja en un lote libre de deforestación produce unos 250 kilos equivalentes de CO2. Los datos mostraron que es mucho menos, alrededor de 150. No solo se puede medir, sino que el productor que baja la huella recibe un premio por parte de este exportador. Hay un modelo de negocio detrás de la sustentabilidad. La agricultura argentina es reconocida a nivel mundial por las prácticas sustentables”.
María Belén Daghero (Holcim): “Hay que acelerar en generar valor agregado con triple impacto”
“Trabajamos para hacer que en la construcción se utilice y se emita cada vez menos CO2; lo hacemos primero internamente, en nuestras propias operaciones, para que cada vez haya menos materias primas contaminantes, que los insumos generen menos emisiones. Y, después, tenemos que llevarlo al sector de la construcción, afuera de la compañía. Hay que seguir trabajando en la Argentina para entender un poco más en profundidad a todos los actores con los que interactuamos como compañía, a todos los que nos rodean. Empatizar un poco más. También hay que acelerar el proceso de cara a lograr una mayor sostenibilidad y generar valor agregado con triple impacto en todos los actores. Que ese agregado de valor sea tanto en la cadena como en el ecosistema social, en el que se mueve cualquier compañía de cualquier sector".
Gonzalo Parga (Grupo Edisur): “Una variable crítica es que haya incentivos”
“Creo que el sector del desarrollismo en la Argentina está algo atrasado en lo que hace a la sustentabilidad, pero también es por falta de conocimiento, de comunicación. Es importante que la gente esté más involucrada en este tipo de cuestiones. Que los clientes conozcan a los proveedores, que les expliquemos a las instituciones educativas. Las generaciones más jóvenes tienen a estos temas más internalizados y eso es significativo. La otra variable que es crítica, para mí, es que haya incentivos como ya existen en otros países, donde el Estado da incentivos a aquellas empresas que invierten o generan productos más sustentables. Pueden ser para los clientes a través de, por ejemplo, una tasa diferencial en créditos hipotecarios. O bonificaciones de derechos de edificación. Tiene que haber un incentivo para que estas prácticas se naturalicen”.