Esta semana fue muy dinámica en anuncios e informes, principalmente por la flexibilización del cepo, con todos los argentinos esperando el lunes a cuánto cotizaría el dólar; luego las idas y vueltas por los anuncios arancelarios del presidente estadounidense Donald Trump y finalmente la polémica declaración del mandatario argentino Javier Milei sobre el futuro de las retenciones a las exportaciones después de junio.
Cuando los importadores leyeron la letra chica, descubrieron que no se trataba de la eliminación, como titulaban en la televisión, sino de una flexibilización en los plazos, reduciendo de 30 días a cero y facilitando más el pago al exterior para las pymes.
Además el Gobierno decidió un sistema de bandas, que algunos economistas criticaban -el mismo Ricardo Arriazu había dicho el viernes pasado que el sistema de bandas nunca había funcionado y podía ser un error- con un tope máximo de $1.400. Por ahora, el dólar se movió cerca de los 1.170 con una devaluación de 10% aproximadamente.
Sobre el futuro del dólar, las opiniones están divididas. Martín Rapetti, de la consultora Equilibra, dice que el Gobierno terminó dándole la razón al grupo de economistas que decían que el dólar estaba atrasado y debía corregirse.
Otro grupo, entre los que están Miguel Boggiano, del Club de Inversores, señala que la liquidación de la cosecha llevará al dólar mucho más cerca del límite inferior de $1.000; con un dólar barato, el rey será el carry trade. Por otro lado, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) tiene poder de fuego suficiente para vender todo lo que sea necesario para mantenerlo en $1.400.
Con el dólar blend, los exportadores estaban recibiendo cerca de $1.150 y, un dólar por arriba de ese monto, les resultaría atractivo y podrían aprovechar la rebaja de retenciones temporal de la soja, mientras la guerra comercial no siga golpeando a la cotización de la oleaginosa.
Un dólar mucho más abajo –como dijo el Presidente en entrevista televisiva– cercano a $ 1.000, podría afectar la liquidación del campo, debilitaría seriamente al sector exportador, promovería fuertemente las importaciones y generaría la aparición de un déficit comercial, en un momento donde uno de los puntos acordados con el Fondo Monetario Internacional (FMI) es la acumulación de reservas. Las exportaciones cayeron 2,5% en marzo, encendiendo una luz amarilla en el tablero económico. La de productos primarios fue la que más cayó: -16%.
Por otro lado, un dólar entre $ 1.300 y $ 1.400 fortalecería las exportaciones; significa una barrera adicional en un momento de guerra comercial mientras China intenta colocar sus excedentes y permitiría una mayor acumulación de reservas. En lo negativo, implica inflación que impacta en el bolsillo de los consumidores.
El peor escenario para las exportaciones y las reservas sería un dólar cercano a $ 1.000 y el regreso de las retenciones al nivel anterior.
El efecto de las retenciones
Con las retenciones, Argentina tenía que cruzar un río caudaloso y se ató las manos.
El Centro de Estudios en Importación y Exportación (Cien) realizó un interesante estudio sobre el impacto negativo de los derechos de exportación en la evolución de las exportaciones.
Según el Cien, los impuestos a las exportaciones son aplicados por 31 países en el mundo. Según el estudio, que analiza el período 2004-2023, desde que arrancaron las retenciones, las exportaciones argentinas crecieron 93% mientras que las del mundo aumentaron 159% y las de América latina y el Caribe 198%.
Si nuestras exportaciones hubieran crecido como las latinoamericanas, las exportaciones argentinas hubieran sido de U$S 103 mil millones en 2023; ese año llegaron a U$S 66.700. La diferencia fue de U$S 36.300 millones, comparados con los U$S 20 mil millones que le pedimos al FMI…
El estudio también compara nuestras ventas al mundo con las dos mayores economías latinoamericanas (Brasil y México), que aumentaron sus exportaciones por 257% y 215%, respectivamente. Si hubieran crecido nuestras ventas externas como la de nuestros hermanos brasileros tendríamos más del doble de ingreso de divisas que hoy, y nuestras exportaciones se arrimarían a los U$S 130 mil millones (para 2023 hubieran sido U$S 123 mil millones). Más exportaciones son: más empleo, más divisas, más importaciones y más inversión.
Las exportaciones de nuestro país aumentaron mucho menos que las latinoamericanas y que las globales, con una pérdida de presencia de Argentina en el mercado mundial.
Solo seis países de la región tuvieron menos crecimiento en sus exportaciones que Argentina: Bahamas, Trinidad y Tobago, Belice, Jamaica, Cuba y Venezuela. En estos dos últimos países, las ventas al mundo de ambos disminuyeron desde 2004 al 2023.
El estudio finaliza comparando con los demás naciones del Mercosur, donde Argentina creció 93% contra 215% de Chile, 213% de Uruguay y 313% del fortalecido Paraguay. Creciendo nuestras ventas como Chile y Uruguay, exportaríamos por U$S 60 mil millones más, tres veces lo que le pedimos al FMI.
¿Por qué no se eliminan? El estudio de CIEN también analiza cuánto representan las retenciones en la recaudación total: al comienzo del análisis (2004) significaban $ 15 de cada $ 100 recaudados, tuvo un máximo en 2008 donde $ 23 que se recaudaban de cada $ 100 venían de las exportaciones -plena crisis del campo e intento de retenciones móviles- y actualmente con algo más de $ 16 de cada $ 100. Con Mauricio Macri en 2017 llegaron a un piso de 5,5% del total, pero el déficit fiscal obligó a reponerlas.
Es entendible presupuestariamente que es difícil eliminarlas. Pero el cepo a las exportaciones que significan las retenciones es tanto o más dañino para la economía argentina que el de las importaciones. Dificulta el crecimiento y nos alejan del mundo.
Y todo en medio de una guerra
El 1 de febrero el arancel era 10%, el 3 de marzo subió a 20%, luego el famoso 2 de abril a 54%, 6 días después a 104%, mientras China respondía con un 125% inicial. Llegó el 245%, mientras daba una tregua a los demás países y daba excepciones a teléfonos y semiconductores. JP Morgan habla de un 60% de posibilidades de recesión global.
China le exporta U$S 450 mil millones y le compra por U$S 143 mil millones. Esa diferencia de U$S 295 mil millones es porque Trump habla de abuso. Wendong Zang, de la Universidad de Cornell, dice que en Estados Unidos son chinos el 77% de los celulares, el 78% de las computadoras y el 77% de los juguetes.
Para el comercio internacional, se vienen tiempos de incertidumbre. La guerra entre los dos mayores jugadores globales que representan un cuarto de todo lo que se comercia. EE.UU compra el triple que América latina, África y Oceanía sumados. Más que lo que compran 150 países unidos. Lo que adquiere e importa Norteamérica es irremplazable, por lo que la sobreproducción china buscará terminar en las góndolas de otros países, en algún caso a precios inferiores, sabiendo que un exceso de oferta deberá ajustar por precio.
El crecimiento de EE.UU se reducirá 1,1% en 2025 según la Universidad de Yale. Una desaceleración en el mayor comprador global significa un comercio internacional menor y menos contenedores flotando por los mares.
Si Argentina recibe a la guerra comercial con un dólar bajo, cercano a los $ 1.000, sería un gran impulso importador aunque una pésima noticia para el entramado industrial argentino y para el empleo. Será necesario debatir la siempre usada frase de una apertura “inteligente”, que es tan difícil de definir.
El tipo de cambio atrasado en Argentina siempre terminó mal. Un grupo de economistas dice que esta vez será diferente. El otro grupo espera un dólar más sensato que permita acumular reservas y exportar. Un paso positivo sería reducir las retenciones.
(*) Especialista en comercio internacional. Docente de Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Universidad Católica de Córdoba (UCC) y Universidad Siglo 21. Profesor invitado en Universidad Viadrina (Alemania) y Montpellier (Francia).