“Algo bueno que me sucede desde que asumí la presidencia –de la Unión Industrial Argentina (UIA)– es que me dicen todo el tiempo lo joven que soy. Antes eso no me pasaba nunca”, dice divertido Martín Rappallini, sorprendido por la reacción que genera cuando confiesa sus 56 años. Detrás de su comentario casual está la percepción de que su llegada implica quizá un nuevo aire en la central empresarial que se acerca al siglo y medio, y que aglutina al sector aportante del 20% del empleo formal nacional y el 40% de la recaudación por impuesto a las Ganancias.
El industrial bonaerense acaba de sentarse en ese comando hasta 2027 como cabeza de una lista de consenso que incluye, entre otras novedades, la llegada de dos cordobeses al Comité Directivo: Modesto Magadán, gerente general del Grupo Arcor, y Daniel Urcía, presidente de la Federación de Industrias Frigoríficas (Fifra) y director ejecutivo de la Asociación de Frigoríficos Industriales de Córdoba (Afic). También integran la nómina –con sillas en la Junta Directiva– Ércole Felippa (referente del sector lácteo) y Marcelo Uribarren, extitular de la Unión Industrial de Córdoba (UIC).
Propietario junto a su familia de Cerámica Alberdi y fundador de Alberdi Desarrollo, Rappallini acumula 30 años de experiencia en gremialismo empresarial. Su cargo inmediato anterior fue el comando de la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA).
Promete que uno de los rasgos del mandato que inicia será la vocación federal, y por eso esta semana llegó a Córdoba, la tercera provincia que visita en pocos días. Aquí mantuvo reuniones de trabajo con sus pares de la UIC, almorzó con Martín Llaryora, visitó Grido y, en el marco de un mano a mano con medios locales, dialogó con La Voz.
–¿Cree que el comentario que le hacen sobre su edad es porque su llegada se percibe como renovación?
–La UIA es una entidad con 140 años y para mí es un honor asumir la presidencia. Tiene un compromiso muy profundo con todos los sectores y los territorios, quizás lo que viene conmigo es un desafío diferente. Con el presidente anterior (Alberto Fernández), estábamos en un contexto distinto, peleando contra las Siras (permisos de importación), la inflación, la realidad. A mí me toca una situación en la cual la industria tiene que adaptarse a este nuevo escenario de baja inflación, con una agenda diferente.
–¿Es un contexto más tranquilo el que te toca?
–No, al contrario, porque cuando vos estás en un proceso de alta inflación, muchas cosas están escondidas. Generalmente, uno se escapa para adelante. Suben los costos, suben los precios, se va devaluando. Eso genera muchos impactos negativos porque al final del día no hay inversión, no hay crecimiento. Argentina no creció ni en empleo ni en industria en los últimos 15 años. Pero todo se iba llevando, las empresas se iban adaptando a ese escenario, teníamos mucha experiencia en el manejo de la inflación. Ahora, cuando entrás en un proceso de baja inflación y de apertura, los precios de la economía se frenan y vos tenés que empezar a mirar para atrás: cuál es tu costo, cuáles son tus números.

–Se corre el velo...
–Es como si bajara el agua y quedarán expuestas todas las distorsiones acumuladas durante décadas: problemas impositivos, laborales, de infraestructura, de capacitación, de crédito, de logística. Todo lo que integra lo que llamamos el “costo argentino”. Este es hoy el gran desafío de la industria. No sólo rever los costos internos, sino también el costo argentino. Hoy hay que ponerle lupa a todo porque todo impacta.
–El camino al que se enfrentaron la mayoría de los países hace tiempo...
–El proceso que vieron Brasil, España, Italia y tantos otros países. Ellos viven cuidando los costos, mirando la productividad, mejorando los bienes que hacen. Diría que la “competitividad” es el elemento que da sustentabilidad a la industria en el tiempo. Se trata de que tu empresa compita y haga productos de altísima calidad a bajo costo. Es nuestro gran desafío como sector.
–Ese debate, el de la competitividad, es complejo y tiene matices. Pero en el Gobierno se escuchan sentencias como ‘los precios son caros porque los industriales no los quieren bajar’. ¿Qué dicen a eso?
–En la Argentina es caro producir, transportar, distribuir, hacer logística, vender, entregar. Cuando ves una cadena de valor, encontrás todas estas distorsiones que se van acumulando y terminan en un precio que cuesta creer. En mi cadena, materiales de construcción, en los años noventa se ponía un margen de 25% y hoy es casi del 45% promedio; pero los distribuidores te dicen que ganan menos plata que cuando cargaban 25% porque hay un costo argentino que se metió, que empeoró los precios relativos. Por eso consideramos fundamental realizar un nuevo contrato productivo.
–¿Contrato productivo?
–El nuevo contrato productivo es que todos los actores de la economía tengan un compromiso con la eficiencia y la baja de costos. Es lo que pasa en todos los países del primer mundo, hay un compromiso de los distintos niveles del Estado, de los empresarios y de los trabajadores, para que las cosas funcionen de la mejor manera; con alta eficiencia y excelencia también.
–¿Ven que el Presidente tenga interés en conducir una discusión basada en acuerdos de esas características?
–Estamos trabajando con los responsables del área, tanto con el ministro (Luis) Caputo como con Pablo Lavigne (secretario de Coordinación Productiva de Nación). Dialogamos con ellos. Tenemos, sí, distinta mirada en relación con los tiempos. Planteamos que, de la misma manera en que el Estado tiene sus tiempos para poder bajar impuestos, los industriales requerimos plazos para adaptarnos a esta nueva Argentina. El tema es poder coordinar para no dejar a ningún sector fuera de juego.
–Aquí en la provincia hay mucha articulación entre el Gobierno y la industria. Por eso llama la atención cuando desde Nación se percibe cierta demonización sobre sectores productivos. ¿Es real o una puesta en escena?
–Tenemos idas y vueltas, y seguramente el objetivo fundamental de este Gobierno es bajar la inflación, pero estamos en diálogo permanente con los funcionarios. Debatimos y buscamos mostrarle cuestiones como el hecho de que la inflación de la industria está muy por debajo de la general: 1% contra el dos y pico del IPC. Es decir, estamos acompañando este proceso pero hacemos lo que podemos. Y como decía, hay un trabajo sobre los costos que debe ser conjunto. Son cosas que en otros países llevaron décadas y nosotros lo estamos haciendo a una velocidad muy fuerte; que nos exige mucho foco en el aumento de la productividad.
–En ocasiones, desde Córdoba, se ha visto en las entidades empresariales nacionales una actitud algo pasiva a la hora de defender reclamos. ¿Cuál considera que debe ser el tono de la UIA?
–Como Unión Industrial, somos una institución con diálogo permanente y nuestro trabajo es llevar propuestas al Gobierno. Uno tiene que elegir entre generar un contexto negativo político, gritando por los diarios, o realmente acercar las propuestas, convencer, aportar ideas y transformaciones en diálogo uno a uno. En la UIA a veces no se ve una postura tan agresiva desde el punto de vista político, pero siempre apostamos a hablar y a trabajar los temas. Los ministros vienen y nosotros repasamos con ellos toda la agenda, les decimos las cosas. Hoy, además, tenemos el desafío de hacer propuestas.
–Actitud propositiva...
–Exactamente. Este es un año electoral que para nosotros sirve para trabajar y preparar propuestas de reformas que, cuando pasen las elecciones, llevaremos al Gobierno.
–¿Creen que las reformas deberían ser aprobadas en el Congreso? Porque esta semana, por ejemplo, la Justicia dejó sin efecto un decreto nacional que buscaba regular el derecho a huelga...
–Uno de los factores más importantes que necesita la Argentina para crecer es la seguridad jurídica. Por eso las reformas tienen que estar avaladas por leyes aprobadas legítimamente por el Congreso Nacional. Esto le va a dar mucha sustentabilidad a las reformas para realmente iniciar el camino de crecimiento. Con el gobernador (Martín Llaryora) hablamos de eso. Las propuestas que estamos trabajando en la UIA serán sobre la base de un acuerdo con la UIC, con todas las uniones industriales y también con los gobernadores, para que puedan ser reformas aprobadas a través del Congreso.
–Desde su punto de vista, ¿un año electoral es una oportunidad o un problema?
–Tenemos el problema de que es muy difícil que se aprueben leyes. Pero, bueno, ya que estamos en un año electoral, naveguemos los contextos. Tratamos de trabajar fuerte para que al momento en que estén las condiciones para generar una ley estén los consensos, tengamos hechas todas las conversaciones entre los sectores que integran la UIA y entre los distintos territorios también.
–De la lista de reformas que consideran ineludibles poselecciones de octubre, ¿con cuáles arranca?
–Con la reforma fiscal y la modernización laboral. Y entendemos que esta reforma tiene que tener un enfoque, por lo menos en primera etapa del año que viene, más industrial; sobre los sectores transables. Porque la exigencia que tiene el sector transable de la economía, es decir, la industria que compite con el mundo, es mucho más alta que la del resto. Hoy la industria argentina está 30% más cara que la brasileña, el salario industrial allá es la mitad que acá. No se trata de reducir lo que recibe el trabajador. Dentro de ese costo laboral hay un montón de factores que son impuestos y también productividad, sobre los que hay que trabajar.
–¿Qué receptividad a estos cambios percibe en los gobernadores?
–Los gobernadores están muy vinculados al territorio y realmente son los que sufren en carne propia todo lo que ha sido el año pasado, la caída de la economía, el ajuste, la caída de la actividad. Creo que hay una preocupación real y legítima de que haya una reactivación para que se empiece de nuevo a normalizar el empleo y a funcionar normalmente el consumo, afectado el año pasado fuertemente por este ajuste. Con ellos trabajamos los temas de mediano plazo y también muchos inmediatos.
–Hablando de gobernadores, hasta hace días le tocaba discutir la agenda de la industria bonaerense con Axel Kicillof, ¿qué experiencia le dejó eso?
–Bueno, hemos tenido un diálogo permanente y bueno, a veces teníamos diferencias.
–Sin embargo, él asume un discurso ‘industrialista’ hoy...
–Eso no necesariamente es bueno. Decimos que industrialismo es cuando un gobierno mejora la competencia sistémica de un sector, porque hay ocasiones en las que vemos a muchos que hablan de producción, de trabajo, pero... Lo que nosotros destacamos es ‘competitividad’. Eso es lo que hay que tener, si no, no hay producción ni trabajo posibles.
Profesional del diálogo
Nombre. Martín Rappallini (56).
Bonaerense. Nacido en Maipú, provincia de Buenos Aires.
Familia. Casado con Inés, tienen cinco hijos.
Hincha. Es fanático de Boca Juniors.
Estudios. Abogado (Universidad de Belgrano), magíster en Marketing y licenciado en Coaching Ontológico.
Empresa. Pertenece a una familia ligada a la fabricación de cosméticos. En 1993, adquirieron una antigua compañía proveedora de la industria de la construcción, Cerámica Alberdi, en un concurso preventivo. Junto con su hermano Ignacio, lograron recuperarla y hacerla crecer, hoy tiene tres plantas industriales y exporta a 30 países. En 2005 fundó Alberdi Desarrollos, dedicada al diseño y comercialización de parques industriales. Pocos años después nacieron los polos industriales de Ezeiza y Spegazzini, que hoy cuentan con más de 600 hectáreas, y desde 2012 reciben empresas de los más diversos sectores industriales. A partir de esa experiencia, impulsó la RedParques Industriales, que enrola a una gran cantidad de complejos.
Trayectoria como dirigente. Con 26 años, en 1995, comenzó a participar en cámaras industriales. Entre 2018 y este año, presidió la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires. Desde 2021, ocupa cargos en la UIA, hasta ser elegido presidente este año. Asumió el 29 de mayo.
Teléfono. (011) 4124-2307.
E-mail. presidencia@uia.org.ar.
Web. www.martinrappallini.com/perfil.