El discurso del guionista y escritor español Eduard Sola, al recibir el premio Goya por la película Casa en Flames, se volvió viral y fue ampliamente aplaudido. Sus palabras resonaron en muchas mujeres cuando dijo:
“Somos hijos de una multitud de ‘supermadres’, mujeres a las que se les exigió trabajar fuera de casa sin desprenderse del trabajo de dentro de ella. Nos vistieron, nos alimentaron y nos criaron mientras combinaban con ocho horas de trabajo peor remunerado que el de sus homólogos masculinos. Nadie les ofreció una alternativa a este modelo basado en la renuncia a una vida propia (…)”.
Este reconocimiento a la carga histórica de las mujeres no es casual. La sociedad ha mantenido durante siglos una división de roles entre hombres y mujeres que, aunque ha evolucionado con los cambios culturales, tecnológicos y científicos, sigue dejando una brecha importante.
El dilema: libertad económica, pero doble carga
En los últimos 50 años, la mujer ha conquistado espacios en el mundo laboral, logrando mayor independencia económica y una presencia más fuerte en todos los sectores. Sin embargo, este avance no ha venido acompañado de una transformación igual de profunda en la distribución de las tareas del hogar y el cuidado familiar.
Aún hoy se espera que la mujer asuma la mayor parte de las responsabilidades domésticas y emocionales, incluso cuando trabaja fuera de casa. No es raro ver entrevistas a empresarias, actrices o científicas en las que se les pregunta cómo logran equilibrar su vida familiar y laboral, algo que rara vez se cuestiona a los hombres. La mujer que prioriza su carrera suele ser más juzgada que un hombre en la misma situación.
La presión de “poder con todo” ha llevado a muchas mujeres a niveles de estrés alarmantes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las mujeres tienen 50% más de probabilidades de sufrir trastornos de ansiedad y depresión en comparación con los hombres. La sobrecarga de roles impacta no solo en su bienestar, sino también en su desempeño en todos los ámbitos de su vida.
Una agenda equilibrada y libre de culpa
Si bien los cambios estructurales en la sociedad son necesarios, hay herramientas que pueden ayudarnos a construir una vida más balanceada en el presente. Aquí algunos enfoques clave:
1. Compartimentos estancos: proteger cada espacio de nuestra vida
¿Por qué los barcos no siempre se hunden al chocar contra una roca o un iceberg? Porque su base está dividida en compartimentos estancos: si uno se llena de agua, los demás permanecen intactos. Nuestra vida funciona de manera similar. Cuando estés en el trabajo, enfócate en él sin sentir culpa por no estar en casa. Y cuando estés con tu familia, deja el trabajo a un lado. Esto no solo mejora la productividad, sino que reduce la sensación de estar en dos lugares a la vez sin estar realmente en ninguno.
2. El equilibrio se mide en el largo plazo
Es imposible que cada día sea perfectamente equilibrado. Habrá momentos en que una urgencia familiar tomará prioridad y otros en que el trabajo demandará más tiempo. La clave es evaluar el balance en periodos más amplios: nunca saques conclusiones por un mal día, una mala semana o incluso un mal mes. Lo importante es no perder de vista tu objetivo a largo plazo.
3. El equilibrio no es estático, sino dinámico
Mantener el equilibrio es como andar en bicicleta: el movimiento constante es lo que lo sostiene. Habrá días de más trabajo y otros de más descanso. Aceptar esta naturaleza cambiante ayuda a reducir la culpa y la autoexigencia.
4. Soltar el perfeccionismo
No podemos con todo y ni falta que hace. La obsesión por ser “supermujeres” sólo genera estrés y frustración. Aceptar que no siempre podremos hacerlo todo bien nos hace más humanas y permite disfrutar más de cada etapa.
5. Elegir con conciencia: saber decir “no”
Ser productiva no significa hacer más, sino hacer lo importante. Practicar el esencialismo –priorizar lo verdaderamente valioso y eliminar lo que no aporta– nos permite vivir con más paz y menos agotamiento.
6. Romper con las exigencias sociales y delegar sin culpa
Las mujeres no podemos ni debemos cargar solas con el peso del hogar y el trabajo. Delegar tareas, exigir corresponsabilidad y romper con patrones culturales es clave para vivir con más libertad.
7. Aprender sobre gestión del tiempo desde una mirada benévola
Productividad no significa llenar la agenda de actividades. Aprender a gestionar el tiempo con inteligencia –dando prioridad a lo esencial y dejando espacio para el descanso– es fundamental para alcanzar una vida equilibrada y plena.
Dónde poner el foco
El avance de las mujeres en el mundo laboral ha sido un logro incuestionable, pero aún queda un largo camino por recorrer para que esta conquista no signifique una doble carga. Mientras la sociedad sigue transformándose, cada mujer puede tomar el control de su agenda con estrategias que le permitan vivir con menos culpa y más bienestar.
Cuando termine cada día, pon el foco en lo que sí lograste, en lo que conquistaste desde tu pequeño mundo, y no en lo que quedó pendiente. Superar la culpa puede ser sólo un cambio de perspectiva: mirarse con ojos más amables, en lugar de hacerlo con la mirada implacable que sólo ve lo que falta.