“Córdoba y China: un mundo de oportunidades” se titula el libro que escribió el cordobés Santiago Notarfrancesco, abogado y diplomado en Gestión de Negocios con la República Popular China por el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
Estudioso desde hace años del gigante asiático y sus nexos con Córdoba, pasó por el programa Voz y Voto para analizar la revulsión del comercio mundial desde esa perspectiva.
–Esta semana fue quedando claro que esta “guerra” planteada por Estados Unidos es con China, y busca recortarle poder. ¿Es correcta esa lectura?
–Creo que la principal motivación tiene que ver con el ascenso sostenido que viene teniendo China en las últimas décadas y la voluntad de la actual administración de Estados Unidos de intentar frenarlo.
–¿Puede Trump lograr que China ‘vaya al pie’?
–Es difícil pensar que China va a aceptar las condiciones de Trump. Yo intento entender el problema desde la mirada china, por eso voy mucho a fuentes de ese origen. Comprender qué está pasando y qué piensan de eso los chinos en este momento es algo que a nosotros nos cuesta más por occidentales y por barreras idiomáticas. La reacción que ha tenido China ha sido muy enfática en dos sentidos.
–¿Cuáles?
–El primero es que no quiere una guerra comercial, no le conviene, no le sirve y lo ha dicho abiertamente. Ellos buscan que el comercio global siga siendo lo más fluido posible, porque eso le ha resultado muy conveniente en los últimos años. Por otra parte, la situación en la que está China hoy también tiene mucho que ver con la historia de ese país: no va a aceptar que le pongan condiciones ni ir al pie, no se va a allanar a ser tratado como un país ‘de segunda’ ante una administración norteamericana que no le plantea una mesa de diálogo y negociación, sino aplicar una política de garrote. La sensación que da, y estoy bastante seguro al respecto, es que de esa manera no van a lograr conseguir ningún tipo de negociación.
–Es muy interesante esto que decís porque nos cuesta más ver este conflicto desde ese lado, más lejano para nosotros a pesar de que tenemos mayor comercio con China y encima tenemos el swap que apuntala las reservas el Banco Central. ¿Creés que Argentina puede quedar atrapada en una doble extorsión entre estas potencias?
–China es un socio muy importante para Argentina y para Córdoba también en lo que tiene que ver con nuestras exportaciones. También por la potencialidad de inversiones chinas que puede recibir la provincia. Pero yo comulgo con la idea de que Argentina no tiene que elegir un bando. Lo que tenemos que hacer es defender los intereses del país, y para eso no tiene ningún sentido tener algún tipo de alineamiento ni con China, ni con Estados Unidos. Una política de autonomía estratégica, de no alineamiento activo y soberana es lo más conveniente.
–¿Pensás que China va a actuar como reflejo de Trump, imitándolo hacia el resto del mundo; o se planteará precisamente como su opuesto?
–Esa es una de las cosas que se está debatiendo y se intenta pronosticar en este nuevo escenario global. Si tuviera que apostar, diría que China va a intentar plantearse como lo opuesto a Estados Unidos. Va a buscar constituirse en una atracción global al multilateralismo, al diálogo. Plantearse como ayuda a los países emergentes o en vías de desarrollo y tener lo menos posible políticas proteccionistas y unilaterales; fomentar que productos de otros países ingresen a China, que lleguen inversiones. Mientras Estados Unidos se cierra, creo que el reflejo que va a mostrar China es de apertura.

–¿Qué significa hoy China para Córdoba?
–En términos comerciales es el segundo socio comercial de la provincia después de Brasil. Lo que le exportamos a China está muy focalizado en el complejo sojero, pero se han ido abriendo otros mercados con mucha potencialidad. El de la carne vacuna es uno; también hay muchas oportunidades para la carne de cerdo. Ahora se abrió el mercado de carne aviar después de dos años de cierre. Los productos lácteos de Córdoba tienen una enorme potencialidad y futuro de competitividad en China. El maní es otro producto estrella que tenemos y que China se consume, es el país con mayor consumo per cápita del mundo.
–¿Y fuera de lo comercial, hay lazos?
–Lo cultural es otro aspecto de cooperación en lo que tenemos mucho para avanzar. Se festejó este año en Córdoba por primera vez el Año Nuevo Chino y tuvo una masividad increíble y que mostró todo el interés que hay por China en Córdoba. Tenemos un instituto Confucio hospedado en nuestra UNC, de los pocos que hay en el país. Tenemos fútbol de primera calidad y todo lo que tiene que ver con la formación de futbolistas y de futuros jugadores es un know how que China está incorporando y comprando. Y además tenemos mucha potencialidad para recibir inversiones productivas chinas; en energías renovables y transición energética. China es pionera en autos eléctricos, paneles solares, energía eólica.
–Una consecuencia del proteccionismo norteamericano que se teme es que China vuelque sus productos excedentes en otros mercados, a precios inigualables. ¿Ves esa posibilidad?
–Sí, eso está sucediendo. La productividad china y el ascenso de China en las cadenas globales de valor en los últimos 20 años no tiene parangón en la historia. Es un proceso que excede a Argentina. Hay que buscar una relación inteligente con ellos. Eso significa no liberalizar todo indiscriminadamente porque eso puede afectar a algunos sectores productivos importantes argentinos; ni tampoco la política proteccionista a ultranza. Acá me interesa ampliar el zoom en un punto: la idea equivocada de que lo que se importa de China es siempre el producto final. Hay muchos bienes intermedios y de capital chinos que se insertan en el proceso productivo local y permiten una mejora productiva y procesos más eficientes. Por eso, la cuestión no es sí o no a las importaciones chinas, sino una mirada más sofisticada e inteligente.