La radiografía del empleo joven en Argentina expone un desafío complejo, tanto para los gobiernos como para el sector privado: un nivel de desempleo juvenil por encima del de los adultos, donde no alcanza con crear puestos y oportunidades laborales; con la informalidad convertida en la puerta de ingreso al mercado laboral y con un alto déficit de herramientas de empleabilidad, fruto del divorcio entre la educación y el trabajo.
Sin embargo, no pocos destacan, con una mirada positiva, las características de esta nueva generación, como el hecho de ser cuestionadores, flexibles y dueños de una conciencia ambiental y social más comprometida que los trabajadores de mayor edad.
Alto nivel de desempleo
En base al informe del primer trimestre de este año de la Encuesta Permanente de Hogares (EOH) del Indec, Patricio Canalis, economista de Idesa, compara los datos referidos a los jóvenes de 18 a 29 años con los de 30 y más años: a pesar de mostrar una tasa de actividad más alta (69% frente a 67%), la tasa de ocupación es menor (55% versus 64%) y el nivel de desempleo de más del triple (19% contra 5%).
El desagregado por género muestra que el desempleo en mujeres jóvenes (21%) es mayor que en los varones (18%).
“Por un lado, a los jóvenes les cuesta más conseguir un empleo, por su inexperiencia y su poca empleabilidad. Pero como muchos de ellos estudian, algunos prefieren esperar a conseguir algún trabajo que se permita complementar con su formación”, señala.

En Córdoba, la búsqueda activa de empleo es más intensa que en el promedio nacional, lo que se traduce en una tasa de desempleo más alta. En el sector de 26 a 35 años, el desempleo cordobés es de 11%, mientras que en el país es de 8,3%.
Y si bien La Docta, en este segmento, tiene menos porcentaje de jóvenes con secundario completo (46%) respecto del país (55,2%), la porción con título universitario completo (21,4%) es mayor que el promedio nacional (18,6%).
Un informe reciente de la consultora Moiguer para ProgramON, un programa de capacitación laboral para jóvenes de Coca Cola Argentina, explica el impacto de este problema: entre quienes no terminaron la primaria, la informalidad laboral juvenil ronda el 70%; en un joven con secundario completo baja a 34% y para el que tiene estudios universitarios completos cae al 10%.
Las puertas de ingreso al mercado laboral
El comercio es el rubro por el que la mayoría de los jóvenes entran al mercado laboral en Argentina, un segmento con empleos que suelen caracterizarse por su informalidad.
Según el análisis de Idesa, en el segmento de 18 a 29 años, la tasa de actividad en el comercio y la reparación de vehículos es de 27% (28% en varones y 26% en mujeres).
En el segmento a partir de los 30 años, baja a 19% para ambos géneros.
El segundo sector con mayor actividad laboral de los jóvenes de 18 a 29 años es la construcción con 9% (16% varones y 1% mujeres), seguidos con 8% por el rubro alojamiento y servicios de comida (6% en varones y 10% en mujeres) y también con 8% la administración y los servicios de apoyo (10% varones y 6% mujeres) que incluye desde limpieza y logística hasta call center y empleo temporal.
Después del comercio y los servicios, aparece la industria con 7% para el segmento de 18 a 29 años, mientras que se eleva a 10% a partir de los 30 años.
Jóvenes dependientes de los padres
Parte de este fenómeno explica la poca cantidad de jóvenes que logran independizarse de sus padres. En la franja de 18 a 25 años es de 41% en el país, con 43% para mujeres y 39% para varones. En el segmento de 26 a 35 años, la tasa de emancipación es de 60% en el promedio nacional y 68% en Córdoba.

“El costo de la vivienda y de independizarse es alto, pero no es un problema exclusivo de la Argentina. En Europa, donde el costo de vida es más alto todavía, se da la misma situación. Esto se conjuga con tendencias globales, como posponer el matrimonio y los hijos a edades más adultas”, resalta Canalis.
Un dato que habitualmente preocupa es el de los llamados “Ninis”: en Córdoba, no estudia ni trabaja el 22% de la franja de 18 a 29 años. El país tiene el mismo porcentaje, con más cantidad de mujeres (26%) que de varones (18%).
Pero según Canalis, estos valores se vienen manteniendo estables en los últimos años y están al mismo nivel que en la región. Al respecto, advierte que según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 2024, que analiza la franja de 15 a 24 años, Argentina está en 15%, por encima del promedio del 10% que registran los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde); aún así está mejor que Chile (15,3%), Uruguay (16,9%), Brasil (20,6%) y otros países latinoamericanos.
El valor de las nuevas generaciones
La falta de experiencia, algo natural del joven que ingresa al mercado laboral, no es el problema de este segmento. La cuestión es que terminan su ciclo educativo con un importante déficit de herramientas para que ellos mismos puedan generar condiciones de empleabilidad.
Florencia Achával, titular en Córdoba de una consultora boutique especializada en búsquedas y talento laboral, advierte al respecto: “Muchos no tienen idea de cómo buscar empleo, no saben armar el currículum o una página en LinkedIn. Más compleja es la situación para quienes no tienen el secundario completo”.
Según la especialista, estos déficit, sumado a los altos niveles de desempleo (que aumenta la competencia por los puestos de trabajo), hace que los jóvenes terminen aceptando empleos informales o como monotributistas, buscando sumar experiencia.
Sin embargo, destaca como positivas muchas de las características de los llamados centennials (los que nacieron entrado el siglo 21).
“Tienen una mirada distinta del trabajo y se animan a cosas que los adultos no nos animamos. Valoran el equilibrio entre la vida laboral y lo personal; son más cuestionadores y curiosos; se formaron en la virtualidad, la flexibilidad y no se cuestiona si hay que ser digital o no, son digitales natos”, explica.
A su vez, resalta su compromiso ambiental y social, muy diferente al trabajador más adulto, sobre lo cual agrega: “Vinculan al trabajo con los propósitos o causas; reclaman que la empresa cuide el medio ambiente; tienen otra apertura mental respecto a la diversidad y a la inclusión y, además, no respetan tanto las jerarquías, apuntan a estructuras más circulares y donde todos trabajan al mismo nivel”.

Alternativas: desde el PPP hasta un cambio en la lógica laboral
Córdoba ha tenido, por iniciativa del gobierno provincial, una herramienta que ayudó a muchos jóvenes a mejorar su perfil de empleabilidad, el Plan Primer Paso (PPP), por el que desde su inicio ya pasaron más de 200 mil personas.
Su principal virtud es que se implementa con el sector privado. La Provincia aporta por un año un estímulo correspondiente al salario básico y el empresario paga el resto hasta llegar al salario del convenio sectorial
“El PPP facilita el acceso a una primera oportunidad laboral. No se le puede pedir que resuelva los problemas macroeconómicos. Con todo, la gran mayoría de los que pasaron por el programa siguieron trabajando en la empresa en la que ingresaron o en otras”, expresa Laura Jure, ministra de Desarrollo Social y Promoción del Empleo de la Provincia.
La nueva convocatoria, para jóvenes de 16 a 25 años, que acaba de lanzar, estará abierta hasta el 3 de noviembre. Son 15 mil oportunidades, 7.500 por sorteo con una modalidad de capacitación durante seis meses y la otra mitad para contratos directos de una empresa.
Según relevamientos hechos por esta cartera entre los jóvenes que participaron de las ediciones anteriores, el programa ha permitido desarrollar talentos y habilidades blandas como responsabilidad, compromiso, resolución de problemas, capacidad para organizarse y comunicarse, adaptabilidad y autogestión. Estas son precisamente las herramientas de empleabilidad que el sector privado espera de las nuevas generaciones, y muchas veces no encuentra.
“El PPP ofrece la oportunidad de aprender a trabajar, trabajando, por eso para muchos ha sido la puerta de ingreso al mercado laboral”, sostiene Jure.
Hacia un cambio de paradigma laboral y educativo
Otra alternativa interesante sería generar un acercamiento entre el mundo educativo y el laboral-empresarial.
Al respecto, la titular de Florencia Achával Consultora destaca las pasantías que la educación de nivel medio en Córdoba ha empezado a generar para los estudiantes del último año del secundario. “Con la educación, hay que trabajar en las competencias personales y habilidades blandas que generan empleabilidad, como reforzar la personalidad, la capacidad comunicativa, enseñarles a vender su marca personal, el trabajo en equipo y la autoestima, porque muchos tienen talento pero no tienen confianza”, dice.
Además, hace falta un cambio de paradigma en las empresas. “El mercado laboral no es realista con el empleo que brinda a los jóvenes, ofrece posibilidades de trabajo que no son compatibles con la rutina de estudio que tiene este sector”, agrega.
Emprendedorismo, otra chance
Por otro lado, según los datos de la EPH, entre los que están activos en la franja de 18 a 29 años, 83,7% son asalariados, 14,7% trabajan por cuenta propia y sólo el 1,6% es emprendedor como dueño (patrón).
Para Canalis, la poca incidencia del emprendedorismo en los jóvenes se vincula con las dificultades de juntar un capital mínimo, acceder a un crédito y tomar riesgo en una economía tan inestable.
Aún así, para Achával, esta nueva generación es más emprendedora. “Me he encontrado con personas que a los 26 años se animan a traer productos de China y a montar un imperio, simplemente porque no quieren ser como sus padres que trabajaron toda la vida para una misma empresa”, menciona.
Laura Jure, por su parte, asegura que el emprendedorismo ya es una elección de muchos jóvenes. El programa Córdoba Emprendedora, a través de la Fundación Banco de Córdoba, ofrece líneas de financiamiento para emprendedores jóvenes (de entre $ 2,8 millones y $ 4 millones, junto con la agencia Córdoba Joven) y programas de capacitación. “La clave pasa por crear una comunidad que permita profesionalizar a los jóvenes”, previene.