“Estoy segura de que muchas cordobesas de 60 años o más van a recordar la marca de cosméticos Rosedibor, que llegó a ofrecer más de 60 productos entre cremas y maquillajes”, vaticina Carolina Di Carlo, nieta de Rosita Borsits, iniciadora de la etiqueta que tuvo su esplendor en las décadas de 1960 y 1970.
Rosita, en realidad, fue Piroska, una nena que con 4 años dejó su Hungría natal para buscar en Córdoba, junto con su familia, un mejor presente. De espíritu inquieto y emprendedor, la rebautizada “Rosita” se formó en el Liceo de Señoritas e hizo punta cuando estudió Bioquímica y Farmacia en la Universidad Nacional de Córdoba, en una época en que las mujeres eran una rareza por esos ámbitos.
Luego de un paso laboral por el departamento de Bacteriología del hospital Rawson y de otros avatares personales y profesionales (como estudios de cosmética en Francia), se enfocó en su pasión: el cuidado de la piel.
Así creó su propio laboratorio y su marca de cosmética, Rosedibor, una firma que llegó a ofrecer más de 60 productos y que incluía una escuela de cosmetología y un instituto de belleza.
“Mi abuela daba consejos de belleza en el programa Espectáculo Hora Cero, cuando era conducido por Clydi Suárez. Y también llegó a maquillar a artistas como Mercedes Sosa en el Festival Nacional del Folclore, en Cosquín”, recuerda la nieta, quien muchos años después terminó tomando la posta de su abuela.
En los años 1980, con sus tres hijos ya grandes y en caminos profesionales muy distintos al suyo, Rosita puso en pausa la marca. Sólo conservó productos remanentes en un depósito y papeles clave, como las formulaciones químicas.
Radicada en Buenos Aires, Carolina Di Carlo estudió Comunicación en la Universidad de San Andrés, pero en 2021, luego del quiebre de la pandemia, decidió apostar al camino emprendedor por el mismo andarivel que medio siglo antes había recorrido su abuela: la cosmética.
“Siempre me gustó el cuidado de la piel, y también tengo mucho interés y compromiso por la sustentabilidad. Decidí integrar esos dos mundos en una marca de cosmética que se inspira en la de mi abuela, en su catálogo de productos, en sus principios y en sus formulaciones, aunque replanteándolas en clave 100 por ciento natural”, explica Di Carlo, quien buscó la asesoría técnica de dos bioquímicas y comenzó a producir en dos laboratorios de manera tercerizada.
Aunque la familia se había ocupado de mantener vivo el registro legal de Rosedibor, Carolina decidió quedarse sólo con el “Bor”. “Allí se sintetiza el Bor del apellido de mi abuela, de su marca, y la idea de piel, porque en húngaro eso significa la palabra”, explica.
Bor registró sus fórmulas ante Anmat y salió al mercado con cuatro productos en 2021: leche de pepino, serum antioxidante, crema vitaminada y protector solar; un catálogo heredero de Rosedibor, pero sintonizado con las tendencias y las necesidades modernas, como la de cuidar la piel del sol.
Este año, sumó bruma tónica (siguiendo un tónico de Rosita) y se prepara para lanzar contorno de ojos y crema bioactiva.
Desde su tienda digital, logró vender 100 productos mensuales al cierre de 2021, y se triplicaron este año: salen 300 por mes. Los precios unitarios van desde los 2.500 hasta los 4.200 pesos.
Por estos días, la empresa se prepara para dar un gran salto de crecimiento: “Ya llegamos a todo el país con nuestra web y la de Farmaonline. Pero este mes estamos ingresando a la red de farmacias físicas que abastece la compañía Suizo Argentina, son siete mil en todo el país. Tenemos un enorme canal en el que vamos a desarrollarnos de manera gradual”, explica Di Carlo.
Su plan pone particular interés en desarrollar la plaza Córdoba, tan asociada a la historia de su marca.
Bor también tiene presencia en locales físicos de cosmética y en farmacias de Buenos Aires.
