Desde hace años, distintos sectores empresariales advierten que el impuesto sobre los Ingresos Brutos representa una carga significativa, no solo por su impacto acumulativo, sino también por el efecto distorsivo que genera a lo largo de las cadenas de producción y comercialización.
El problema se agrava en escenarios de tipo de cambio real bajo, donde los márgenes para competir en mercados internacionales se achican al mínimo.
El sistema tributario argentino se caracteriza por una superposición de impuestos a las ventas. A nivel nacional, rige el Impuesto al Valor Agregado (IVA), con una alícuota general del 21%, aunque existen excepciones y tasas reducidas. Las provincias, por su parte, aplican el impuesto a los Ingresos Brutos, con cientos de alícuotas distintas y múltiples regímenes de recaudación anticipada, como el Sircreb y el Sirtac. Los municipios completan el panorama con tasas locales que replican la lógica de Ingresos Brutos, sumando aún más complejidad.
Esta maraña fiscal no sólo encarece los precios por su peso directo, sino también por la carga administrativa que impone cumplir con cada tributo. En comparación, el IVA resulta un impuesto más eficiente: grava sólo el valor agregado en cada etapa productiva y evita la acumulación. Ingresos Brutos y las tasas municipales, en cambio, se apilan a lo largo de toda la cadena productiva, elevando costos internos y golpeando la competitividad, especialmente de quienes exportan o compiten con bienes importados.
En este contexto, el Gobierno ha planteado avanzar en la eliminación de Ingresos Brutos y de ciertos tributos municipales. ¿Qué peso tienen realmente en la recaudación? Esa es la pregunta clave para entender hasta dónde se puede llegar con una reforma fiscal sin desfinanciar al Estado.
¿Cuánto representan los impuestos a las ventas?
Según datos del Ministerio de Economía, en 2024 el IVA equivale al 7,5% del PBI: por coparticipación, un 3,5% va a la Nación y un 4,0% a las provincias. A esto se suman los Ingresos Brutos provinciales, que aportan otro 4,0% del PBI, y las tasas municipales aplicadas sobre las ventas, que superan el 0,5% del producto.
En total, los impuestos sobre las ventas recaudan cerca del 12% del PBI, lo que representa casi la mitad de todos los ingresos tributarios del sector público consolidado. Es, por lejos, la principal fuente de financiamiento de los tres niveles de gobierno.
Este peso explica la dificultad de eliminar Ingresos Brutos y las tasas municipales: son impuestos fiscalmente relevantes, aunque altamente distorsivos.
En comparación con los países desarrollados, la estructura tributaria argentina castiga el consumo y la producción más que la renta. Lo lógico sería avanzar hacia una menor presión sobre las ventas y fortalecer el impuesto a los ingresos, como Ganancias. Pero como esa transición no es inmediata, el primer paso urgente es eliminar Ingresos Brutos y las tasas municipales que gravan las ventas. Son impuestos anacrónicos, costosos y contraproducentes para una economía que busca crecer y exportar.
Una propuesta de simplificación: hacia un “súper IVA”
Una alternativa concreta para eliminar los impuestos provinciales y municipales sobre las ventas es integrarlos en un único impuesto nacional: un “súper IVA”. Esta propuesta ya ha sido considerada en estudios técnicos y organismos multilaterales, y tiene como principal ventaja la simplificación tributaria y administrativa.
En primer lugar, permitiría transparentar la verdadera carga fiscal que pesa sobre el consumo. Un sistema unificado haría visible el esfuerzo fiscal total y facilitaría su control.
En segundo lugar, un impuesto único reduciría significativamente los costos de cumplimiento. Actualmente, los contribuyentes deben enfrentar múltiples declaraciones, regímenes de recaudación anticipada (como Sircreb o Sirtac), y normas distintas en cada provincia y municipio. La unificación permitiría una administración más eficiente y podría mejorar la recaudación reduciendo la evasión.
Tercero, tendría un impacto positivo en términos de competitividad. A diferencia de Ingresos Brutos y tasas municipales, el IVA es un impuesto que no se acumula a lo largo de la cadena productiva y puede devolverse a los exportadores. Esto evita la llamada “exportación de impuestos” y coloca al producto nacional en condiciones similares frente al importado.
- Economista de Idesa