En las próximas semanas vencen los pagos anuales de Bienes Personales, y muchas personas podrían encontrarse con una desagradable sorpresa: a pesar de que su patrimonio no aumentó, tendrán que empezar a tributar o estarán alcanzados por una alícuota más alta.
Es que para este año se vuelve a presentar una situación que parecía superada: el Estado aumenta su presión fiscal por el solo hecho de no hacer nada. Como no modifica los parámetros de los impuestos, por efectos de la inflación y la devaluación la base imponible sube y es mayor el monto por pagar.
En la reforma tributaria de 2017 se decidió evitar estas situaciones y se estableció una actualización automática en el Impuesto a las Ganancias y en el Monotributo, pero no fue así en Bienes Personales. En cambio, en este gravamen se establecieron mínimos no imponibles que iban subiendo por tres años fiscales, junto con una alícuota que bajaba.
Aunque en 2019 la tasa se volvió a aumentar y se implementó una escala progresiva (con un diferencial más alto para bienes del exterior), no hubo ningún cambio del resto de los parámetros.
Así, para el ejercicio 2020 los valores del piso para empezar a tributar se mantuvieron en dos millones de pesos de patrimonio, igual que el cierre del año anterior. Y tampoco se movieron los límites de las escalas de alícuotas.
Más presión
En diciembre de 2019, los dos millones de pesos de mínimo no imponible eran 33.395 dólares (al tipo de cambio oficial). Un año después, eran 23.767 dólares.
Así, por ejemplo, una persona que tenía 15 mil dólares en efectivo, una vivienda con una valuación fiscal inferior a 18 millones de pesos, más un auto Cronos 1.3 Drive cero kilómetros, al cierre de 2019 no tuvo que pagar Bienes Personales, porque sumaba 1,8 millones de pesos en el país (incluyendo bienes del hogar).
Si suponemos que mantiene los mismos bienes, incluso con el vehículo de un año de antigüedad, para 2020 ya supera los dos millones de pesos y deberá abonar 10.197 pesos de impuesto.
Si el mismo contribuyente contaba con 30 mil dólares en efectivo, en 2019 el patrimonio hubiera totalizado 2.738.400 pesos, con 13.692 pesos de impuesto por pagar. Para 2020, el aumento patrimonial por el solo efecto de la devaluación sería de 22,87 por ciento, pero al superar los tres millones, quedaría alcanzado con una alícuota marginal mayor, del 0,75 por ciento, y el monto por tributar subiría un 43,9 por ciento.
Algo similar sucedería para quienes ya superaban en el primer período los 18 millones de pesos, pues el aumento del tributo sería proporcional a su incremento patrimonial. La falta de actualización perjudica más a quienes menos tienen.
El problema es repetido: al no haber una actualización automática, hay que esperar una ley que modifique los valores para cada año. Pero para eso tiene que haber voluntad política. Lamentablemente, es una película que ya vimos en la primera década y media de este siglo: el aumento o no de la presión tributaria va de la mano de las necesidades de caja y los vaivenes electorales.
Esta es, realmente, una mala noticia. Es dudoso que haya cambios para este año. Y lo peor es que nada indica que esas necesidades se contemplarían el año próximo.