Argentina necesita crecer, pero sin reservas el panorama se vuelve incierto. A pesar del superávit fiscal alcanzado, debido a ajustes fiscales, principalmente por el lado del gasto público, el Banco Central sigue sin lograr una acumulación significativa de reservas internacionales. En enero, incluso, perdió U$S 1.826 millones, reflejando un balance cambiario frágil que genera dudas sobre la sostenibilidad del crecimiento económico. Pero ¿qué papel juegan las reservas? ¿Cómo impactan en el crecimiento de un país?
Crecimiento económico
Tomando los dos últimos períodos de crecimiento sostenido del PIB que experimentó la Argentina, con datos del Ministerio de Economía se observa que entre los años 1992 y 1998 la producción creció 4,3% por año y las importaciones, 13%; entre los años 2003 y 2013, la producción creció 4,9% por año y las importaciones, 18%. Esto implica que por cada 1% de crecimiento, las importaciones crecen 3,5%, En otras palabras, cuando la economía se expande, la demanda de divisas crece para financiar importaciones, que en su mayoría corresponden a bienes de capital, insumos y repuestos esenciales para el funcionamiento del aparato productivo.
A lo largo de la historia, Argentina se ha apoyado exclusivamente en la entrada de capitales o de los buenos precios internacionales para poder crecer, pero para lograr un crecimiento sostenido es necesario aumentar la competitividad de manera que el incremento en las exportaciones sea la principal fuente de financiamiento del aumento en las importaciones.
Claves para mejorar la competitividad
Mejorar la competitividad requiere esfuerzos tanto a nivel empresarial como en el entorno macroeconómico. Además, depende de una virtuosa coordinación de políticas entre el Gobierno nacional y los gobiernos provinciales para generar un marco propicio para la inversión y el crecimiento sostenible.
Dentro de las empresas, es clave optimizar la gestión y la eficiencia mediante la adopción de tecnologías, la mejora en la organización interna, la capacitación del personal y la implementación de procesos más ágiles e innovadores. Además, fomentar una cultura de innovación y mejora continua permite a las empresas adaptarse a un entorno competitivo en constante cambio, fortaleciendo su posición en el mercado, tanto a nivel local como internacional.
Para fortalecer la producción nacional, es fundamental relajar los controles cambiarios y llevar adelante reformas estructurales que impulsen la inversión y el crecimiento. Eliminar impuestos distorsivos, reducir la burocracia, modernizar el mercado laboral, mejorar la infraestructura y fortalecer la educación son pasos imprescindibles. Sin estas transformaciones, el país seguirá enfrentando obstáculos que limitan su capacidad de crecimiento y desarrollo sostenido.
Por último, la competitividad no depende solo del Gobierno nacional; las provincias también juegan un rol clave. Unificar impuestos ayudaría a reducir distorsiones fiscales, mientras que una aplicación más uniforme de la legislación laboral evitaría litigiosidad. Además, mejorar infraestructura y educación requiere una estrategia conjunta, ya que la educación básica es provincial y la superior, nacional. Sin coordinación entre Nación y provincias, el desarrollo seguirá limitado.
(*) Economista de Idesa