New Year’s resolutions es el popular ejercicio que propone la cultura anglosajona cada vez que se cierra un año y otro se inicia: escribir la lista de promesas de objetivos de mejora que uno se hace a sí mismo. Es el momento cuando se revisan los 12 meses transcurridos, y se detectan logros y errores con el fin de sostener lo bueno y remediar lo equivocado sin pérdida de tiempo.
En la recta final hacia el 31 de diciembre y cerrando la semana en la que el gobierno de Javer Milei celebró su primer año, vaya aquí una posible lista de tres “Propósito de Año Nuevo” que se le imponen a la gestión libertaria de cara a 2025. Cada uno de ellos aparece simbolizado en un número, sólo para homenajear el apego que les tiene a ellos el Presidente-economista.
52 meses. Llevaba la economía argentina sin marcar un índice de inflación tan bajo como el registrado en noviembre de este año: 2,4%. El número es sin dudas hasta ahora “el” logro de Milei, respuesta a una demanda social prioritaria asumida por él como principal promesa de campaña. Corazón de la adhesión social que conserva, la merma de precios es también condición de supervivencia de ese capital y, en tanto, seguirá siendo prioridad en la agenda de 2025.
Allí también se anota el desafío de empezar a revertir los altos costos asociados al logro: el desplome de la actividad económica y el salto de la pobreza. Ante eso, Milei insiste en que bajar la inflación es el arma más eficaz y sustentable para combatirla, y quizá en pocas semanas el Indec empiece a darle la razón. “Es probable que los datos del último trimestre del año sean mejores a los del último de Alberto Fernández. Eso sería un gran logro para Milei”, reconoció esta semana el consultor político Raúl Timerman, nada sospechado de libertario. El primer paso de un camino que luce largo y escarpado.
Del 195% al 4,7%. Así se redujo la brecha entre dólar oficial y el “blue” entre la semana previa a la asunción de Javier Milei en diciembre y hoy, momento en el que el valor de la divisa norteamericana converge debajo de los $ 1.100. El dato es señal de un sano avance hacia la normalización de la macro conseguido por el Gobierno y, a la vez, sintetiza un Rubik de fuertes desafíos en la agenda oficial 2025.
Algunos: lograr la salida del cepo, reconstituir las reservas del Banco Central, contar con dólares suficientes para fondear la recuperación económica y ecualizar el tipo de cambio entre lo que demanda el plan de estabilización macro y lo que necesita la economía para no destrozar su competitividad. El economista Carlos Melconian advierte que con el 30% que se apreció el peso en la gestión Milei, su valor está “al borde” de comenzar a tener poder de daño significativo sobre los sectores industriales.
“Es cierto que el plan lleva sólo un año, pero en este punto tiene que abrirse una agenda. Y el actual programa debe aprender a tener la flexibilidad que la Convertibilidad no tuvo”, instó en la semana.
25%. Es lo que cayó el salario docente universitario (Conadu) entre noviembre de 2023 y septiembre de este año; un desplome incluso superior al del haber del sector público nacional medido por Fundar sobre datos oficiales: 16%.
La “motosierra” que podó gastos y consiguió el necesario y celebradísimo equilibrio fiscal fue manejada por Milei de manera temeraria e incluso insensible (los jubilados aportaron 24% del ahorro), desfinanciando con trazo grueso capitales públicos estratégicos como los sistemas universitario y científico.
El gran esfuerzo de este segundo año debería ser sumar calidad a la misión que el libertario considera irrenunciable: diseccionar al Estado.
Esto es vital para conseguir bienestar social, desarrollo económico y para cumplir objetivos más específicos que la propia gestión esgrime, como el de “convertir a la Argentina en un polo mundial de Inteligencia artificial (IA)”. A favor de su consecución, el propio Milei destacó esta semana los “siete años adelantada en materia de energía nuclear” que está la Argentina y citó al prestigioso Instituto Balseiro como motor clave del logro. Debería entonces escuchar al científico riocuartense que dirige ese instituto, que perdió 62 investigadores entre el último año de Alberto Fernández y este primero de Milei, por jubilaciones y fuga de cerebros.
Muy angustiado por el cepo aplicado al presupuesto, Mariano Cantero confesó hace algunas semanas: “Esto mismo que vivimos hoy, lo viví como estudiante del Balseiro a fines de los ‘90. La diferencia es que el mundo va mucho más rápido. Nuestros salarios son una miseria. Si se espiraliza a este ritmo (...) rápidamente quedaremos relegados en temas nucleares”.
