En 2005, el mercado inmobiliario cordobés empezaba a recuperarse de la caída de la convertibilidad. Todas las miradas apuntaban al boom inmobiliario en Nueva Córdoba, con los excedentes de una soja a U$S 600. En aquel momento, Pablo Maer (45), con la trayectoria de su padre Mauricio, se animó a mirar más allá, entendió que el siguiente mercado iba a ser la zona sur de la ciudad. Y no se equivocó.
Se instaló en una calle donde no había otros jugadores, Elías Yofre, y tampoco le erró, porque luego se convirtió en el centro neurálgico de barrio Jardín.
Con “50 años en la ciudad, 20 años en zona sur” como eslogan, Maer Inversiones Inmobiliarias puso en marcha los festejos que incluyen la trayectoria de su fundador, Mauricio Maer (77), y la apuesta a las nuevas tendencias de la nueva generación de una familia que lleva la actividad inmobiliaria en los genes.
–¿Apostaste a la zona sur cuando arrancaba el “boom” inmobiliario en Nueva Córdoba? ¿Por qué?
–Pablo Maer (PM). Yo me recibí de arquitecto y reservé un local comercial en la Recta Martinoli porque habíamos hecho un barrio en esa zona, en barrio San José. Un familiar, Santiago, pasó por la Elías Yofre y vio que no había nada, estaban los caballos del Hipódromo y una panadería. Me llamó y me dijo: “Pablito, si vos te criaste en la zona (sur), fuiste al Athletic Club, estudiaste en las Monjas Azules, ¿por qué no vamos a zona sur?”. En aquel momento, nadie pensaba en la zona sur. Estaba todo por desarrollar. Ya estaba Tejas 1 y se estaban armando Jardines del Jockey y Cañitas. Así fue que decidimos apostar por la zona sur, hoy estamos en Elías Yofre 1219.
–Te habías recibido de arquitecto, pero llevabas el corretaje inmobiliario en la sangre.
–Mauricio Maer (MM). Vivíamos en barrio Iponá. Cuando Pablo era adolescente, él solo se hizo socio del Athletic, porque estaban sus amigos. Él entraba y saludaba a cada uno de los socios. Un día cayó a casa con una moto Kawasaki. Yo no quería que tuviera moto. Y me dijo: “No, me la prestó un amigo”. Pasaron 10, 15, 20 días, hasta que tuvo que blanquear que la había comprado, pero sin plata. Vamos a la escribanía para hacer los papeles de la moto, y viene el padre del amigo que le había vendido la moto y le digo: “Escúchame, ¿cómo le vendiste la moto sin planta a este, que es un seco?”. Me mira el padre y me dice: “Es Pablo Maer”. Ahí le dije a mi señora: “Este va a tener inmobiliaria, seguro”, jaja.
–Bueno, ¡tenía a quien salir! Mauricio, ¿desde cuándo está en la actividad inmobiliaria?
–Desde 1975. Por eso Maer Inversiones Inmobiliarias está festejando 50 años en la ciudad y 20 en la zona sur. Me recibí de contador en 1972 y entré a trabajar para una empresa importante del sector en 1973. Entonces, se vendían departamentos a un precio fijo inamovible, en plazos de 72 meses, con entrega a los 36 meses. Eso cubría el costo inicial de la obra más el incremento por la inflación. ¡Era una vorágine! Pero llegaron enero y febrero de 1975, con inflación del 30% mensual. En ese momento, le pregunté al ingeniero encargado de la obra qué porcentaje de avance tenía; “el 50%”, me dijo. Pero había cobrado el 80% de la venta. Le digo al dueño: “Así los edificios no se terminan”. Y me respondió: “Quedate tranquilo, Mauricio, yo hice edificios con Perón, Frondizi, Illia, y todos se terminaron”. Pero los números no daban, así que me fui en marzo, y en junio se produjo el Rodrigazo.
–Las medidas de Celestino Rodríguez, que generaron una crisis económica terrible.
–De hecho, ahí nació la Teoría de la Imprevisión (un instituto jurídico que está en el Código Civil y Comercial), por la cual, ante un hecho imprevisible, se puede pedir la rescisión del boleto de compra porque la situación planteada no estaba prevista al momento de firmar.
–¿Qué hicieron las inmobiliarias?
–Rescindieron todos los contratos. Las empresas se fundían. Y yo, nobleza obliga, volví a la empresa a ayudarles a resolver todos los problemas. Yo era el contador, pero también vendía, así que, finalmente, en 1975 me fui y abrí mi propia inmobiliaria, primero sobre la calle Deán Funes, luego en 27 de Abril y ahora estamos en Rondeau 430. Hicimos una decena de edificios en Córdoba y también en Carlos Paz; superamos la caída de la convertibilidad, cuando un departamento cayó tanto que valía lo mismo que un auto 0 km de fabricación nacional, U$S 12 mil; vivimos la recuperación de los precios con el inversor del agro y el boom de Nueva Córdoba hasta 2007-2008, que se cortó con el cepo al dólar; y también superamos la pandemia.

–También tuvo una larga trayectoria en las entidades, ¿no?
–Sí, fui consejero del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba (1986-1989), presidente de la Cámara de Corredores Inmobiliarios de Córdoba (Cacic) de 1993 al 2001 y el primer presidente del Colegio Profesional de Inmobiliarios (CPI) con la ley provincial 9445 entre 2008 y 2009. Y, además, fui titular del Club del Graduado en Ciencias Económicas de Córdoba.
–Volvamos a la actividad inmobiliaria. ¿Cuándo empezó a crecer el sur de la ciudad?
–PM. En 2006, un año después que nosotros llegamos. Yo empecé con mi tía, Catalina Maer, que nos ayudó durante toda la etapa de crecimiento, nos acompañó con los colaboradores, aportando grandes valores, al igual que toda la familia. Al principio fue difícil, pero nos fuimos capacitando y le encontramos la vuelta. Entonces, un lote de 1.350 m2 en La Lucila valía lo mismo que un departamento de un dormitorio en Nueva Córdoba; hoy esa relación se duplicó y en algunos casos se triplicó. Primero, arrancaron los barrios que estaban dentro de la Circunvalación. Había una especie de barrera, la gente no quería cruzar la Circunvalación.
–¿Por qué?
–Era una barrera muy natural. Recuerdo que iba a vender un dúplex en Tejas 1 y tenía una casa en Tejas 2, del otro lado de la Circunvalación, por la misma plata. Mi cliente me dijo: “No me lleves a ver la casa porque mi mujer no quiere estar fuera de la Circunvalación”. Entre una cosa y otra, fuimos, se bajaron del auto y compraron la casa.
–MM. El cepo al dólar (octubre de 2011, previo al segundo gobierno de Cristina Fernández) fue el primer freno en Nueva Córdoba. Ahí empezó a verse la tierra como una alternativa de inversión inmobiliaria.
–PM. Además, llegó un punto en que el productor del campo estaba sobreestoqueado de departamentos. Cuando se aprobó la Ley de Alquileres, la inversión en departamentos dejó de ser tentadora.
–¿Qué posicionó con tanta fuerza a la zona sur?
–Ha tenido pilares muy fuertes. El Country del Jockey, Tejas 1, Jardines del Jockey; después llegaron los bancos, Espinosa Mall y, finalmente, Paseo del Jockey en 2017 y el cierre de la Circunvalación.
–MM. El sur ofrece lo que la gente está buscando, el barrio cerrado con seguridad y control del ingreso, donde los hijos pueden andar solos, con el club house, sus propias canchas de básquet y fútbol. Además, a poca distancia del centro y con acceso a toda la ciudad a través de la Circunvalación.
–¿Cómo fue que la gente cruzó la Circunvalación?
–PM. Porque tenía terrenos más baratos. Con lo que salía un lote de 350 m2 dentro de la Circunvalación, cruzando comprabas un terreno de 1.350 m2, en un country con expensas más baratas que en los barrios cerrados dentro del anillo. Los servicios y la infraestructura no eran buenas. Pero, primero, llegó el desarrollo urbano y después llegaron los servicios y la infraestructura. Actualmente, se están haciendo obras de infraestructura que ayudan al desarrollo, como fueron los nudos de circunvalación, repavimentación de calles, cloacas, desagües e iluminación, entre otras cosas.

–Esto permitió que crecieran los corredores San Carlos (O’Higgins) y San Antonio (Valparaíso), ¿no?
–Claro, primero el corredor San Carlos porque las parcelas eran más grandes, lo que permitía hacer loteos. Los primeros desarrollos eran de 5 mil m2, luego bajaron a 2.500 m2, 1.500 m2 y 1.350 m2; ahora, los que pueden hacer concertación público-privada, venden lotes de 350 m2. Los centros comerciales también ayudaron a descentralizar la ciudad y actualmente se formó otra barrera natural: las vías del tren (en paralelo a Cruz Roja). La gente de la zona sur no cruza la vía, no quiere ir al centro.
–¿Va a seguir creciendo la zona sur?
–Claro. Este dato es revelador: el distrito San Carlos está formado por un cuadrante enmarcado entre San Antonio en el oeste, Camino a 60 cuadras en el este, Circunvalación al norte y Callejón Arias al sur; tiene una superficie de 1.800 hectáreas aproximadamente, equiparable con Nordelta (Buenos Aires), entre este año y el próximo estarán viviendo 25 mil personas en 42 barrios, la mayoría con control de ingreso y seguridad; la proyección es que en 15 años, con las urbanizaciones que actualmente están autorizadas, esa cifra se va a duplicar.
–Sigue teniendo potencial de expansión.
–La gente de zona sur busca oficinas de este lado porque no quieren ir más al centro, quiere trabajar acá. Además, por Circunvalación, en 15 minutos estás al otro lado de la ciudad. Hoy en Nueva Córdoba hay oferta. Acá en la zona sur la demanda supera a la oferta. Y cuando la red de cloacas cruce las vías del tren hacia esta zona, se van a poder hacer desarrollos en altura. Lo importante es la planificación; no hay que prohibir, hay que planificar.
–MM. El inmobiliario y el desarrollista no están en contra del medio ambiente; por el contrario, la calidad de vida de un buen medio ambiente hace a la demanda; no queremos cemento en todos lados, necesitamos que el crecimiento sea orgánico para tener una mejor calidad de vida.
–Otro tema. El Gobierno quiere desregularizar la actividad inmobiliaria. ¿Qué opinan?
–PM. Yo me recibí de arquitecto, pero para trabajar me puse a estudiar la carrera de corredor, me capacité y me recibí para tener mi matrícula y colegiarme. Esto es lo que hace que la actividad esté en un marco de regulación y control. Hablan de bajar costos, pero esta desregulación no reducirá costos.
–MM. Antes no existía el corredor inmobiliario. Esa figura se creó en 1986 para dar un marco regulatorio, para que no venga cualquiera en un bar a vender un inmueble o un proyecto de inversión sin la seguridad de que todo está en regla. La desregulación no va a traer ninguna ventaja; al contrario, permitirá que cualquier persona, sin tener conocimiento, pueda manejar el patrimonio de la gente, por ejemplo, gente grande que quiere vender su casa y reinvertir el dinero. Esto parece sencillo, pero no lo es. Un colegio profesional brinda un esquema de fiscalización y control directo.
–¿Cómo imaginás el Maer Inversiones Inmobiliarias del futuro?
–Toda la actividad inmobiliaria se está aggiornando a los cambios tecnológicos y a las nuevas formas de comercialización. La gente necesita un feedback más rápido. Nosotros vamos a acompañar el desarrollo de toda Córdoba y del sur de la ciudad.
–MM. Además de la tecnología, hay una ventaja comparativa, que es el servicio al cliente. Priorizar ese servicio es clave, porque el cliente busca seguridad, asesoramiento y tranquilidad.
–PM. Para eso es importante la capacitación, la seriedad, el profesionalismo y, fundamentalmente, la trayectoria de haber estado 50 años en la ciudad y 20 en zona sur. Ese es nuestro gran diferencial. Una operación inmobiliaria no se resuelve con un clic.

Deportista y familiero
Nombre. Pablo Maer (45).
Casado con. Felicitas.
Hijos. Felicitas (15), Santiago (12) y Rufina (8).
Le gusta. El fútbol, juega en Los Picantes de Mendiolaza. También el pádel y todas las actividades en familia.
Empresa. Maer Inversiones Inmobiliarias.
Cargo. Director.
Colaboradores. 12 en la sucursal Zona Sur.
Teléfono. 351 609-3443.
E-mail. infozonasur@maerpropiedades.com.
Instagram. maer_inversiones_inmobiliarias