En sus primeras seis semanas en el cargo, el presidente Donald Trump se ha embarcado en un vertiginoso desmantelamiento del gobierno federal y en ataques a instituciones de larga trayectoria en un intento por incrementar su propia autoridad.
Indultó a quienes atacaron el Capitolio de Estados Unidos para revocar su derrota electoral de 2020, colocó a incondicionales al frente del FBI y del ejército, y realizó una purga en el Departamento de Justicia —que abandonó las investigaciones contra aliados de Trump. Declaró el control sobre agencias independientes como la Comisión de Elecciones Federales (FEC, por sus siglas en inglés), castigó a medios de comunicación por coberturas que no le gustan y sus aliados sugirieron que podría impugnar las órdenes judiciales.
Quienes monitorean la democracia en todo el mundo habían advertido que un segundo mandato de Trump podría poner en peligro el experimento de 240 años de Estados Unidos con la democracia. Sus primeras semanas en el cargo no han hecho nada para disipar esas preocupaciones.
“Trump utiliza el manual clásico del autoritario electo”, señaló Brendan Nyhan, del Dartmouth College, quien se unió a más de 800 politólogos para firmar una carta donde se advierte que el mandatario socava el estado de derecho y el principio constitucional básico de pesos y contrapesos —el sistema de división de poderes. “Es casi vergonzoso lo burdo que es”.
Nyhan agregó que algunas de las medidas de Trump reflejan las adoptadas por otros líderes que ganaron elecciones democráticas y luego tomaron medidas para centralizar el control, como Viktor Orban, de Hungría. Quienes se han resistido a los autoritarios en otros países dicen que les alarma lo que sucede en Estados Unidos.
“Siento que estoy atravesando por esto de nuevo”, dijo la periodista Maria Ressa, ganadora del premio Nobel tras ser procesada por el gobierno del expresidente filipino Rodrigo Duterte en 2019, en una llamada la semana pasada sobre la amenaza de Trump a la democracia.
“Lo que ves es exactamente eso: piensa en ello como una muerte por mil cortadas”, añadió. “Sangras tanto que, en algún momento, el cuerpo político muere”.
Ciertamente, Trump ha adoptado la imagen de autócrata.
El presidente declaró: “Somos la ley federal” y publicó en su red social que “aquel que salva a su país no viola ninguna ley”, una cita que suele atribuirse a Napoleón Bonaparte. La cuenta oficial de la Casa Blanca publicó en la red social X la imagen de un Trump sonriente y coronado, con las palabras “QUE VIVA EL REY”.
Los partidarios de Trump dicen que lo que en realidad intenta es preservar la democracia estadounidense al dar a los votantes lo que quieren: un presidente fuerte. No se sabe qué tan fuerte puede llegar a ser Trump. Los tribunales han puesto en pausa varias de sus órdenes ejecutivas, incluidas las que buscan eliminar agencias creadas por el Congreso y poner fin a la ciudadanía por nacimiento para los hijos de padres que están en Estados Unidos sin autorización.
El año pasado, Trump hizo campaña con la promesa de desmantelar lo que, según él, es una burocracia gubernamental corrupta, a la que culpa de los fracasos durante su primer mandato y su posterior procesamiento. En su primer día en el cargo, el nuevo presidente dijo a los periodistas que su objetivo era “devolverle a la gente su fe, su riqueza, su democracia y, de hecho, su libertad”.
En declaraciones hechas en febrero a los periodistas en la Oficina Oval, el multimillonario Elon Musk, a quien Trump eligió para encabezar los recortes al gobierno federal, afirmó que es él —Musk— quien trata de “restaurar la democracia”. Algunas de las demandas que buscan detener las acciones de Musk no han tenido éxito, lo que le ha permitido seguir adelante.
“La gente votó por una importante reforma del gobierno y eso es lo que la gente va a obtener”, declaró Musk a los periodistas. “De eso se trata la democracia”.
Pero muchas de las personas que dan seguimiento a la democracia advierten que la concepción de Musk es incompleta.
“El poder que obtienes a través de las urnas no es un poder ilimitado. Esa es la esencia de la democracia liberal”, explicó Kevin Casas Zamora, secretario general de International IDEA (Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral), un grupo con sede en Estocolmo.
En el escenario mundial, Trump y su gobierno han alarmado a aliados de larga data en Europa, que se preguntan si Estados Unidos sigue comprometido con la OTAN y respecto a su apoyo a Rusia en las conversaciones para poner fin a la guerra en Ucrania, un país que el Kremlin invadió hace tres años, además de hacerlo en las Naciones Unidas el mes pasado.
El viernes, Trump recriminó furiosamente al presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy en la Oficina Oval. Los funcionarios rusos y muchos aliados de Trump expresaron su alegría; las naciones europeas reaccionaron con horror.
El senador estadounidense Bernie Sanders advirtió que las estrechas relaciones entre el gobierno de Trump y el del presidente ruso Vladímir Putin equivalían a una amenaza existencial. “Esta alianza Putin-Trump significa abandonar a nuestros aliados, apoyar el autoritarismo y socavar nuestras tradiciones democráticas”, dijo en una publicación en redes sociales.
El tema común en todas las acciones de Trump es la expansión de su poder personal, dijo Josh Chafetz, profesor de derecho de Georgetown.
“Ni siquiera está claro al servicio de qué está ese poder”, agregó, y señaló que Trump tiene pocas convicciones ideológicas sólidas.
A pesar de las preocupaciones de que el gobierno haría caso omiso del poder judicial, Trump y Musk dijeron que obedecería los fallos judiciales y, en última instancia, buscarían la aprobación del Congreso para los cambios que realizan. Sin embargo, Musk y algunos otros republicanos también han pedido que se impugne a los jueces que fallan en contra del gobierno.
Hay muchas otras señales de advertencia, principalmente el uso agresivo del Departamento de Justicia para promover los intereses políticos de Trump.
El departamento ordenó a los fiscales que desestimaran los cargos de corrupción contra Eric Adams, el alcalde de la ciudad de Nueva York, mencionando su cooperación con la ofensiva gubernamental contra la inmigración. Eso hizo que varios funcionarios de alto nivel del Departamento de Justicia renunciaran tras decir que un acuerdo de ese tipo era peligroso, y de que algunos exfiscales de alto rango advirtieran sobre los riesgos para el estado de derecho.
Ed Martin, el elegido por Trump para ser fiscal de Estados Unidos en el Distrito de Columbia, representó a algunos de los acusados que atacaron el Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021. Martin, en su puesto interino como el fiscal federal de mayor rango en la capital del país, se puso en contacto con al menos dos demócratas del Congreso, entre los que estaba Chuck Schumer, de Nueva York y líder de la minoría del Senado, para “investigar” declaraciones previas que habían hecho. Una de ellas se relacionaba con Musk y otra trataba sobre los jueces conservadores de la Corte Suprema, quienes forman parte del fallo mayoritario que puso fin al derecho constitucional al aborto.
“Esta idea de que puedes usar tu poder para recompensar a tus amigos y castigar a tus enemigos me recuerda algo que ha sido durante mucho tiempo un elemento básico de la política latinoamericana”, dijo Casas Zamora, originario de Costa Rica.
Trump ha intensificado los ataques a los medios de comunicación cuya cobertura no le gusta, expulsándolos de su espacio de trabajo en el Pentágono o prohibiéndoles el acceso a la Oficina Oval y al Air Force One, y eligiendo a los que se les permitirá cubrir sus eventos. Su designado para dirigir la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) investiga al Servicio Público de Radiodifusión y a la Radio Pública Nacional (PBS y NPR, por sus respectivas siglas en inglés), las cuales reciben dinero federal.
Trump también emitió una orden ejecutiva para tomar el control de agencias independientes como la FCC, la Comisión de Elecciones Federales y la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés).
Algunos demócratas destacados han utilizado analogías impactantes para advertir sobre las acciones de Trump. En un discurso sobre el estado del Estado el mes pasado que terminó con una evaluación punzante de las acciones de Trump, el gobernador demócrata JB Pritzker, de origen judío, imploró a los legisladores que recordaran lo que dio origen al nazismo en Alemania hace casi un siglo.
“Si no queremos repetir la historia”, dijo Pritzker, “entonces, por el amor de Dios, en este momento será mejor que seamos lo suficientemente fuertes como para aprender de ella”.
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Los periodistas de The Associated Press John O’Connor, en Springfield, Illinois, y Didi Tang, en Washington, contribuyeron a este despacho.