ARLINGTON, Virginia, EE.UU. (AP) — Una colisión en el aire entre un helicóptero del Ejército y un avión comercial mató a las 67 personas a bordo de las dos aeronaves, dijeron las autoridades, que examinaban las acciones del piloto militar en el desastre aéreo más letal del país en casi un cuarto de siglo.
Al menos 28 cuerpos fueron recuperados de las gélidas aguas del río Potomac después de que el helicóptero aparentemente voló hacia la trayectoria del avión de American Airlines el miércoles por la noche cuando se disponía a aterrizar en el Aeropuerto Nacional Ronald Reagan, justo al otro lado del río desde Washington, explicaron las autoridades el jueves. A bordo del avión iban 60 pasajeros y cuatro miembros de la tripulación, mientras que en el helicóptero había tres soldados.
El presidente, Donald Trump, afirmó en una conferencia de prensa desde la Casa Blanca que no había sobrevivientes.
“Ahora estamos en un punto en el que estamos pasando de una operación de rescate a una operación de recuperación”, señaló John Donnelly, jefe de bomberos de la capital estadounidense.
El accidente se produjo antes de las nueve de la noche en uno de los espacios aéreos más controlados y vigilados del mundo, a unos 4,8 kilómetros (alrededor de 3 millas) al sur de la Casa Blanca y el Capitolio.
Las pesquisas de accidentes aéreos pueden durar meses, y los investigadores federales dijeron a los periodistas que no especularían sobre la causa del siniestro.
Los investigadores de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte recuperaron el dispositivo que graba las voces de la cabina y el que registra los datos de vuelo, las llamadas cajas negras de un avión, del Bombardier CRJ700, dijo el portavoz de la agencia, Peter Knudson. Estaban ya en los laboratorios de la agencia para su estudio.
El avión fue encontrado boca abajo, en tres secciones y medio sumergido, y los equipos de emergencia estaban rastreando varios kilómetros (millas) del Potomac, agregó Donnelly. También se encontraron los restos del helicóptero. Imágenes tomadas en el río mostraron embarcaciones alrededor del ala parcialmente sumergida y los restos retorcidos del fuselaje del avión.
El director general de American Airlines, Robert Isom, explicó que su avión estaba haciendo un acercamiento normal cuando “la aeronave militar entró en la trayectoria” del jet.
Un único controlador de tráfico aéreo era el responsable de coordinar a los helicópteros y aviones que llegaban y partían en el momento de la colisión, según un reporte de la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) obtenido por The Associated Press. Esas funciones suelen repartirse entre dos personas, pero el aeropuerto acostumbra a combinar esas funciones a las 21:30, una vez que el tráfico comienza a disminuir. El miércoles, el supervisor de la torre había ordenado que el cambio se realizara antes.
“La configuración de los puestos no era normal para la hora del día y el volumen de tráfico”, señaló el informe. Una persona familiarizada con la situación dijo que el personal de la torre estaba a un nivel normal esa noche.
Los puestos suelen combinarse cuando los controladores necesitan alejarse de la consola para tomar descansos, durante los cambios de turno o cuando el tráfico aéreo es lento, añadió la persona, que habló bajo condición de anonimato para discutir procedimientos internos.
La FAA lleva mucho tiempo lidiando con la escasez de controladores aéreos.
Las autoridades apuntaron que las condiciones de vuelo eran claras cuando el avión comercial llegaba desde Wichita, Kansas, llevando a bordo, entre otros, a un grupo de jóvenes patinadores de élite, sus padres y entrenadores, y a cuatro instaladores de sistemas de calefacción del área de Washington.
Un alto mando de aviación del Ejército dijo que la tripulación del helicóptero, un Black Hawk, era “muy experimentada” y estaba familiarizada con la habitual congestión del espacio aéreo de la ciudad.
“Ambos pilotos habían volado esta ruta específica antes, de noche. No era algo nuevo para ninguno de ellos”, declaró Jonathan Koziol, jefe de personal de aviación del Ejército.
La altitud máxima permitida para el helicóptero en ese momento era de unos 60 metros (200 pies), agregó Koziol. Por estuvo claro de inmediato si había excedido el límite, pero el secretario de Defensa, Pete Hegseth, indicó que la altitud parecía haber sido un factor en el choque.
Según Koziol, los investigadores deben analizar los datos de vuelo antes de sacar conclusiones sobre la altitud.
Trump inició su conferencia de prensa con un minuto de silencio en honor a las víctimas del accidente, que calificó de “hora de angustia” para la nación.
Después pasó la mayor parte del tiempo asignando culpas políticas, criticando al gobierno de su predecesor, Joe Biden, y los esfuerzos de diversidad en la FAA, afirmando que habían llevado a una relajación de los estándares, incluso aunque reconoció que se desconocía la causa del siniestro.
Sin pruebas, Trump culpó a los controladores aéreos, a los pilotos del helicóptero y a las políticas demócratas en las agencias federales. Afirmó que la FAA estaba “reclutando activamente a trabajadores que sufren discapacidades intelectuales graves, problemas psiquiátricos y otros problemas mentales y físicos bajo una iniciativa de contratación de diversidad e inclusión”.
Dentro del Aeropuerto Nacional Reagan, el ambiente era sombrío el jueves mientras los pasajeros varados esperaban la reanudación de los vuelos, esquivando a los equipos de reporteros y mirando por las ventanas hacia el Potomac, donde la operación de rescate era apenas visible en la distancia.
Aster Andemicael estaba allí desde la noche anterior con su padre, de avanzada edad, que volaba a Indiana para visitar a familiares. Pasó gran parte de la larga noche pensando en las víctimas y sus familias.
“Llevo llorando desde ayer”, dijo Andemicael, con la voz entrecortada. “Esto es devastador”.
Los vuelos se reanudaron alrededor del mediodía.
El siniestro del miércoles fue el más letal en Estados Unidos desde el 12 de noviembre de 2001, cuando un vuelo de American Airlines se estrelló en una zona residencial de Belle Harbor, Nueva York, justo después de despegar del Aeropuerto Kennedy. En ese accidente murieron las 260 personas que iban a bordo, y otras cinco en tierra.
El último gran accidente de una aerolínea comercial estadounidense ocurrió en 2009 cerca de Buffalo, Nueva York. Todos los que iban en el avión de hélice Bombardier DHC-8 fallecieron, además de una persona en tierra, lo que elevó la cifra total de víctimas mortales a 50.
Los expertos suelen destacan que los viajes en avión son sumamente seguros. El Consejo Nacional de Seguridad estima que los estadounidenses tienen una probabilidad de 1 entre 93 de morir en un accidente de tránsito, mientras que las de hacerlo en uno aéreo son demasiado raras para calcularlas. Los daros del Departamento de Transporte son similares.
Pero el espacio aéreo en torno al Aeropuerto Nacional Reagan puede suponer un desafío incluso para los pilotos más experimentados, sin importar cómo de ideales sean las condiciones. Deben navegar entre cientos de aviones comerciales, aeronaves militares y áreas restringidas alrededor de lugares estratégicos.
Poco más de 24 horas antes de la colisión fatal, otro avión regional tuvo que intentar el aterrizaje una segunda vez en el aeródromo después de que se le advirtiera de la cercanía de un helicóptero, según webs de seguimiento de vuelos y registros de control. Aterrizó de manera segura minutos después.
El accidente devastó la ciudad de Kansas, que se enorgullece de estar en el corazón de Estados Unidos. Wichita albergó el Campeonato Nacional de Patinaje Artístico por primera vez este año, además de campamentos de entrenamiento para los mejores patinadores jóvenes.
La ciudad ha sido un importante centro para la industria aeronáutica desde el inicio de los vuelos comerciales, y es sede de la empresa estadounidense de Bombardier, que fabricó el avión siniestrado. Muchos trabajadores en la región tienen empleos vinculados con la industria, por lo que su economía se resiente cuando disminuyen las ventas.
Varias cientos de personas se reunieron en la sala del consejo municipal para participar en una vigilia.
“Superaremos esto, pero la única manera de hacerlo es juntos”, dijo la reverenda Pamela Hughes Mason, de la Iglesia AME de San Pablo.
El vuelo 5342 se acercaba al Aeropuerto Nacional Reagan a una altitud de alrededor de 400 pies (122 metros) y a una velocidad aproximada de 225 km/h (140 mph) cuando perdió rápidamente altitud sobre el Potomac, según los datos de su transpondedor de radio. El aparato, un Bombardier bimotor CRJ-700 fabricado en Canadá en 2004, puede configurarse para llevar hasta 70 pasajeros.
Unos minutos antes del siniestro, los controladores aéreos dirigieron el avión a una pista más corta, y las webs de seguimiento de vuelos mostraron que había ajustado su aproximación.
Menos de 30 segundos antes de la colisión, un controlador le preguntó al helicóptero si tenía el avión a la vista.
Un miembro de la tripulación dijo que la aeronave estaba a la vista y solicitó “separación visual”, lo que le permitiría volar más cerca de lo que podría permitirse si los pilotos no vieran el avión. Los controladores aprobaron la solicitud.
Segundos después, las dos aeronaves colisionaron.
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Gomez Licon informó desde Miami. Los periodistas de The Associated Press Zeke Miller, Meg Kinnard, Chris Megerian, Michael Biesecker en Washington; Claudia Lauer en Arlington, Virginia; Brian Melley en Londres; John Hanna en Wichita, Kansas, y Sarah Brumfield en Cockeysville, Maryland, contribuyeron a este despacho.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.