EL CAIRO, Egipto (AP) — Los líderes árabes que se reúnen en El Cairo el martes están dispuestos a respaldar una contrapropuesta al pedido del presidente Donald Trump de evacuar la Franja de Gaza y transformarla en un destino turístico, a pesar de las dudas sobre la continuidad del alto el fuego entre Israel y Hamás.
A la cumbre, organizada por el presidente de Egipto, Abdel-Fattah el-Sissi, se espera que asistan los líderes de potencias regionales como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, cuyo apoyo se considera crucial para cualquier plan posterior a la guerra.
Por su parte, Israel ha adoptado lo que dice que es una propuesta alternativa de Estados Unidos para el alto el fuego en sí y la liberación de los rehenes capturados en el ataque lanzado por Hamás el 7 de octubre de 2023, que desencadenó la guerra. Ha bloqueado la entrada de alimentos, combustible, medicinas y otros suministros al sitiado enclave palestino para intentar que Hamás acepte la nueva propuesta y ha advertido sobre consecuencias adicionales, lo que elevó el temor a la reanudación de los combates.
El nuevo plan exigiría que Hamás entregue a la mitad de los rehenes —el principal elemento de negociación del grupo insurgente— a cambio de una prórroga del alto el fuego y de la promesa de negociar una tregua duradera. Israel no mencionó la liberación de más prisioneros palestinos, un elemento clave de la primera fase.
Egipto ha desarrollado un plan para después de la guerra en el que los palestinos serían reubicados en áreas seguras dentro de Gaza, equipadas con casas móviles, mientras se reconstruyen sus ciudades. Hamás cedería el poder a un gobierno interino de políticos independientes hasta que una reformada Autoridad Palestina pueda asumir el control.
El presidente palestino, Mahmud Abbas, jefe de la Autoridad Palestina —que cuenta con el respaldo de Occidente— y rival de Hamás, asistía a la cumbre.
Israel ha descartado cualquier participación de la Autoridad Palestina en Gaza y, junto a Estados Unidos, ha exigido el desarme de Hamás. El grupo insurgente, por su parte, dijo estar dispuesto a ceder el poder en Gaza a otros palestinos, pero no renunciará a las armas hasta que haya un Estado palestino.
Trump conmocionó a la región el mes pasado cuando sugirió que los cerca de dos millones de palestinos que viven en Gaza fueran reubicados en otros países, añadiendo que Estados Unidos tomaría posesión del territorio devastado por la guerra y lo convertiría en la “Riviera” de Oriente Medio.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, celebró la propuesta, que fue rechazada de forma rotunda por los palestinos, los países árabes y los expertos en derechos humanos, quienes apuntaron que probablemente violaría el derecho internacional.
La guerra comenzó cuando insurgentes encabezados por Hamás atacaron el sur de Israel el 7 de octubre, mataron a 1.200 personas —en su mayoría civiles—, y tomando a otras 251 como rehenes. Los milicianos retienen aún a 59 personas, de las cuales 35 se cree que están muertas.
La mayoría de los restantes quedaron libres gracias a los acuerdos de alto el fuego. Israel rescató a ocho rehenes vivos y recuperó los restos de decenas más.
La campaña israelí que golpeó el enclave durante 15 meses se cobró la vida de más de 48.000 palestinos, según el Ministerio de Salud de Gaza, que no distingue entre víctimas civiles y combatientes en su conteo, pero afirma que más de la mitad son mujeres y menores. Israel afirma sin pruebas que mató a más de 17.000 insurgentes.
La ofensiva destruyó amplias zonas de Gaza, incluyendo gran parte de su sistema sanitario y otra infraestructura. En su punto álgido, la guerra desplazó alrededor del 90% de la población, en su mayoría dentro del territorio, donde cientos de miles se apiñaron en campamentos de tiendas de campaña en condiciones precarias y en escuelas convertidas en albergues.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.