LONDRES (AP) — Los mandatarios de Gran Bretaña y Francia están encabezando una iniciativa diplomática desesperada para reforzar la seguridad de Europa, fortalecer las defensas de Ucrania y asegurarse de que el gobierno del presidente estadounidense Donald Trump no intente obtener un alto el fuego en términos que recompensen a Moscú por invadir a su vecino.
El primer ministro británico Keir Starmer y el presidente francés Emmanuel Macron han sido empujados al primer plano por un gobierno estadounidense que ha acogido a Moscú y menospreciado a Kiev. Sorprendentemente, los empeños de ambos están teniendo lugar fuera de las principales instituciones que han ayudado a poner orden en Europa durante décadas: la UE y la OTAN.
“Estamos en una encrucijada en la historia”, declaró Starmer sombríamente después de una cumbre el domingo que convocó en apoyo a Kiev, luego de tres años de una guerra desgastante.
Starmer habló tras una semana vertiginosa en la que Ucrania y sus aliados pasaron de la esperanza a la desilusión y luego a una determinación firme.
Los intentos diplomáticos para consolidar el apoyo estadounidense a Kiev parecían estar dando frutos, ya que primero Macron y luego Starmer volaron a Washington para conversar con Trump. Las reuniones fueron cordiales y Trump adoptó un tono más moderado hacia Ucrania, aunque no se comprometió a proporcionar garantías de seguridad de Estados Unidos para Kiev como parte de una paz negociada.
El presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy acordó firmar un acuerdo que le otorgaría a Estados Unidos acceso a minerales raros que —según esperaban Kiev y sus aliados— unirían más a los países. Pero luego ocurrió la extraordinaria reprimenda ante las cámaras a Zelenskyy por parte de Trump y el vicepresidente JD Vance, quienes acusaron al líder ucraniano de ser insuficientemente agradecido por el apoyo estadounidense. Se le pidió a Zelenskyy que abandonara la Casa Blanca sin firmar el acuerdo.
Starmer ya había invitado a Zelenskyy, a Macron y a más de una docena de otros gobernantes a Londres para una sesión informativa el domingo. Pero se convirtió en una cumbre para atender una crisis. Starmer les dijo que las naciones europeas “deben hacer el trabajo pesado” para proteger la seguridad del continente.
Además de aumentar el gasto en defensa, eso significa incrementar el apoyo a Ucrania, elaborar un plan de paz del que Kiev sea el centro y reforzar las defensas de Ucrania tras un alto el fuego. Como parte de ese plan, Francia y el Reino Unido están trabajando para animar a otros países a enviar soldados a Ucrania con el fin de proteger un cese del fuego en lo que Starmer llama una “coalición de los dispuestos”.
En un sorprendente cambio respecto a hace sólo unas semanas, cuando el papel de liderazgo de Estados Unidos en Ucrania se daba por sentado, Starmer indicó que “el Reino Unido, Francia y otros trabajarán con Ucrania en un plan para detener los combates”, y sólo entonces lo discutirán con Washington.
Ni la UE ni la OTAN —dos pilares del orden europeo de la posguerra— están bien posicionadas para ayudar a Ucrania a forjar un camino hacia adelante en este momento.
La UE tiene previsto llevar a cabo una cumbre sobre Ucrania el jueves, pero los empeños para apoyar a Kiev están limitados por la necesidad del bloque de 27 naciones de tomar decisiones por unanimidad. El primer ministro húngaro Viktor Orban, partidario de Rusia, está desempeñando el papel de obstaculizador, oponiéndose a las conclusiones preliminares que se centran en la defensa de Ucrania y su lugar en la mesa de negociaciones, e insta a la UE a seguir “el ejemplo de Estados Unidos” e iniciar conversaciones directas con Rusia.
Mientras tanto, la OTAN enfrenta una ruptura transatlántica, ya que su miembro más importante, Estados Unidos, está gobernado por un presidente que ha cuestionado durante mucho tiempo el valor de la alianza y ahora está presionando para que haya un alto el fuego rápido que Ucrania y sus aliados temen sea favorable a Moscú.
En la desavenencia han intervenido añejos enemigos que ahora son amigos, Gran Bretaña y Francia, las únicas potencias nucleares de Europa aparte de Rusia.
Sus dos gobernantes enfrentan problemas internos de gran magnitud. Macron no tiene mayoría en el Parlamento. Starmer ganó una aplastante victoria electoral en julio, pero tiene ante sí una economía lenta y una popularidad en caída.
Forman un equipo contrastante: Macron es expresivo, Starmer más reservado. Macron ha criticado fuertemente las declaraciones de Trump que reflejan la narrativa de Rusia y los movimientos estadounidenses para negociar con Moscú mientras marginan a Ucrania. Starmer habla de ser un puente entre Europa y el gobierno estadounidense, y se ha abstenido de criticar directamente a Trump.
Pero coinciden en la importancia de apoyar a Ucrania contra Rusia en este momento, y no hay muchos otros gobernantes que puedan llenar ese papel. Alemania, el otro peso pesado de la UE junto con Francia, está en un período de transición de liderazgo mientras el ganador de las recientes elecciones, Friedrich Merz, trabaja para formar una coalición.
Desde hace tiempo Macron ha exhortado a Europa a asumir más responsabilidad por su propia defensa, y fue el primer líder en dejar entrever que se podrían desplegar soldados europeos en Ucrania tras un alto el fuego.
Reiterando la narrativa, Macron señaló el domingo que Francia y el Reino Unido estaban proponiendo una tregua parcial de 30 días por la cual se detendrían los combates “en el aire, en los mares y en las infraestructuras energéticas”.
El portavoz de Starmer advirtió que esa es sólo una de “varias opciones sobre la mesa”, y la oficina de Macron reconoció que aún no hay acuerdo sobre los detalles.
En algunos aspectos, es una asociación extraordinaria cinco años después de que Gran Bretaña abandonara la Unión Europea.
Pero incluso cuando tiempos difíciles acercan a Gran Bretaña a sus vecinos europeos, Starmer sigue hablando de ser un “puente” transatlántico. Insistió el domingo en que Estados Unidos sigue siendo un socio “indispensable” para Europa, y que cualquier acuerdo de paz para Ucrania “debe contar con un fuerte respaldo estadounidense”. El secretario de Defensa británico, John Healey, planea volar a Washington esta semana para sostener conversaciones con su homólogo estadounidense Pete Hegseth.
“Debemos fortalecer nuestra relación con Estados Unidos”, les dijo Starmer a los legisladores el lunes. “Nunca elegiremos entre uno u otro lado del Atlántico”.
Para muchos británicos y europeos, ese es actualmente un sentimiento impopular. Pero Leslie Vinjamuri, directora del programa de Estados Unidos y las Américas en el centro de investigación Chatham House, señaló que Starmer “entiende la increíble importancia de este momento para mantener a Estados Unidos comprometido”.
“El imperativo urgente a corto plazo es mantener a Estados Unidos dentro, y trabajar con ellos para gestionar el futuro de un alto el fuego, de un acuerdo, de la posición de Ucrania en Europa”, manifestó. “¿Qué otra alternativa hay?”
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.