ATLANTA (AP) — El populismo descarado del presidente Donald Trump siempre ha implicado incongruencia: el empresario y político multimillonario agita las pasiones de millones de personas quienes, independientemente de la trayectoria de la economía estadounidense, nunca podrían darse el lujo de vivir en su rascacielos de Manhattan o visitar su club en el sur de Florida.
Su segunda Casa Blanca se parece mucho al interior de Mar-a-Lago, con estadounidenses extremadamente adinerados quienes ahora asumen papeles clave en su gobierno republicano.
El hombre más rico del mundo, Elon Musk, supervisa el nuevo Department of Government Efficiency (Departamento de Eficiencia Gubernamental). Multimillonarios —con fortunas de más de 1.000 millones de dólares— y megamillonarios —con cientos de millones de dólares— están listos para dirigir los departamentos del Tesoro, de Comercio, del Interior y de Educación, la NASA y la Administración de Pequeñas Empresas, y para ocupar puestos clave en el extranjero.
“Está incorporando a gente que ha tenido un gran éxito en el sector privado”, dijo Debbie Dooley, partidaria de Trump desde principios de 2015 y ex organizadora nacional del movimiento antisistema Tea Party. “Si necesitas una cirugía cerebral, quieres a los neurocirujanos con experiencia comprobada”.
Otros plantean inquietudes sobre conflictos de intereses que contradicen la promesa de Trump de luchar por los “hombres y mujeres olvidados” en un país donde el patrimonio neto medio de los hogares es de unos 193.000 dólares y el ingreso medio anual de los hogares es de unos 81.000 dólares.
“Es difícil concebir cómo el grupo de nominados para el gabinete y de nombramientos para la Casa Blanca más adinerado de la historia comprenderá lo que atraviesa la gente trabajadora promedio”, dijo el ex secretario de Trabajo Robert Reich, quien sirvió bajo el presidente Bill Clinton y ha advertido durante décadas sobre la creciente brecha de riqueza y de salarios del país.
Dooley contrarrestó: “Trump establece la agenda. Si no implementan sus políticas, entonces lo oirán decir lo que escuchamos en ‘The Apprentice’ todo el tiempo: ‘¡Estás despedido!’”.
A continuación, una mirada más detallada a algunos de los elegidos por Trump, su patrimonio neto según Forbes y Yahoo Finance, y lo que podría significar haberlos seleccionado:
Musk (patrimonio neto estimado en más de 400.000 millones de dólares) preside el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental, que es una comisión especial encargada de recortar el gasto federal. Los amplios vínculos que tienen sus empresas con el gobierno han generado cuestionamientos sobre los posibles conflictos de interés de Musk en esa posición.
McMahon fue elegida para ser la secretaria de educación de Trump. Es esposa de Vince McMahon, quien tiene un patrimonio de cuando menos 3.000 millones de dólares. La exejecutiva de lucha libre de la WWE dirigirá una agencia que muchos conservadores han pedido abolir por completo.
Aunque eso será difícil de lograr políticamente, McMahon y Trump han respaldado una expansión de la “elección de escuela”, programas que dirigen el dinero de los contribuyentes a la matrícula de escuelas privadas.
También podría estar a cargo de implementar las propuestas de Trump de retener el dinero federal de escuelas públicas —desde educación primaria hasta superior— que no cumplan con las demandas de la Casa Blanca de modificar o eliminar los programas de diversidad.
El exgobernador de Dakota del Norte hizo su fortuna como empresario de software. Vendió su negocio a Microsoft por más de 1.000 millones de dólares en 2001. Las últimas divulgaciones financieras federales muestran que sus tenencias personales incluyen activos con rangos que superan los 100 millones de dólares, pero no proporcionan un valor preciso de su patrimonio neto. Los formularios de divulgación tampoco le exigen que incluya ciertos fideicomisos si el propio Burgum no es el beneficiario.
Impresionó a Trump durante su candidatura fallida para la nominación presidencial del Partido Republicano en 2024. Como secretario del Interior, Burgum tendrá la responsabilidad de implementar la promesa de Trump de “perforar, bebé, perforar” —lo que facilitará aún más a las compañías energéticas explotar los recursos de combustibles fósiles, incluso en tierras públicas.
Forbes aún no identifica que Bessent tenga un patrimonio de más de 1.000 millones de dólares, pero el veterano gestor de fondos de cobertura confirmado el lunes como secretario del Tesoro tiene sin duda cientos de millones de dólares.
En el Departamento del Tesoro, desempeñará papeles clave en la venta e implementación de varias de las políticas emblemáticas de Trump: restablecer los recortes de impuestos de 2017 que benefician a las corporaciones y a los individuos adinerados, imponer aranceles a muchas importaciones y reducir los impuestos a los salarios de horas extra, los beneficios de la Seguridad Social y los ingresos por propinas.
Reich, el ex secretario de Trabajo, señaló que Bessent y sus compañeros nombrados para el gabinete —todos muy ricos— se beneficiarán personalmente de las ideas fiscales de Trump.
Las políticas fiscales de Trump, que causaron que se ampliara el déficit en el primer mandato del presidente, se yuxtaponen con las advertencias de Bessent sobre los peligros de la creciente deuda estadounidense y el costo de los pagos anuales de intereses a los tenedores de bonos del gobierno.
Aunque parecía el segundo en la contienda para dirigir el Departamento del Tesoro, Lutnick (con un patrimonio neto estimado de 1.500 millones de dólares) ha sido nominado para ser secretario de Comercio. Lutnick, quien hizo su fortuna como ejecutivo de servicios financieros, todavía es candidato para ocupar un puesto de alto perfil que lo colocaría en el centro de las guerras comerciales prometidas por Trump contra China y otros países, incluidos México y Canadá.
El Departamento de Comercio también supervisa varias agencias, incluida la Oficina del Censo, cuyos cálculos son clave para determinar la distribución de fondos de los programas del gobierno federal.
La empresaria de Georgia nombrada para dirigir la Administración de Pequeñas Empresas (SBA, por sus siglas en inglés) fue la miembro del Senado más rica durante su breve estadía en el Capitolio. Loeffler está casada con Jeffrey Sprecher, director general de Intercontinental Exchange, la empresa que cotiza en bolsa y es dueña de la Bolsa de Valores de Nueva York. Ese no es el centro donde comercia la clientela habitual de la SBA.
La agencia fue fundada en 1953 y se describe a sí misma como “la única agencia federal a nivel de gabinete dedicada por completo a las pequeñas empresas” al brindar “asesoramiento, capital y experiencia en contratación como el único recurso y voz de referencia de la nación para las pequeñas empresas”.
Como senadora, Loeffler enfrentó quejas de ética por presunto tráfico de información privilegiada vinculada a las operaciones bursátiles que ella y su esposo realizaron cuando los miembros del Congreso comenzaron a recibir informes relacionados con la pandemia de COVID-19. Las operaciones ocurrieron semanas antes de que la pandemia provocara el desplome de los mercados.
Las investigaciones posteriores del Departamento de Justicia y del Senado no encontraron ninguna irregularidad por parte de Loeffler.
Isaacman, otro multimillonario del sector de servicios financieros, fue el primer individuo rico en realizar una caminata espacial en una misión de SpaceX, la empresa de Musk.
Elegirlo —como a los demás— ilustra la tendencia de Trump hacia el sector privado acaudalado, dado que multimillonarios como Musk y Jeff Bezos, la cabeza de Amazon, ahora compiten en un sector espacial que alguna vez fue competencia exclusiva del gobierno federal y de la agencia que Isaacman liderará como administrador de la NASA.