Situaciones negativas y adversas son las que a diario transcurren en la sociedad en que nos toca vivir en este tiempo. Los medios de comunicación nos traen cada día noticias de cosas que suceden en todo el universo y que son realmente alarmantes. Hechos que permanentemente ocurren en todo el mundo, y que a todos nos afectan de una manera u otra.
El odio y la maldad han producido hechos que, en algunos lugares han llevado a los seres humanos a situaciones extremas como guerras y enfrentamientos que parecen no tener fin ni solución alguna.
Coincido con mi amigo Marcelo Polakoff cuando dijo en la columna anterior de este espacio que “Todos somos rehenes de las cosas que suceden”. En verdad, queremos ser seres que viven libremente, pero tenemos que reconocer que lamentablemente hay hechos que no nos permiten poder hacerlo.
En mi humilde opinión considero que no puede haber libertad en lo exterior cuando no hay libertad en lo interior. La falta en lo interior de un Dios que con su actuación pueda romper cadenas psíquicas y morales que tanto afectan al ser humano, hace que humanamente se cometan las gravísimas conductas que hoy se cometen en nuestra sociedad.
Hace falta la presencia de ese ser que no es humano y que por lo tanto puede producir esa libertad que de otra manera es imposible conseguir. El Salmista David dice: “Lo verán los oprimidos, y se gozarán. Buscad a Dios y vivirá vuestro corazón, porque el Señor oye a los necesitados” Salmos 69 v. 32.
Y Jesús dijo: “Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas les serán añadidas” Mateo 6 v.33.
Cuando Jesús habla de “buscar” primero, significa que luego la bendición viene sola, bendición que incluye la libertad interior. Esa libertad que viene con su presencia, no en la mente sino en el corazón de donde salen los buenos sentimientos.
Si cada ser llega a tener la libertad que el ofrece, la consecuencia será la posibilidad de vivir en un mundo verdaderamente (no aparentemente) libre. Un mundo donde las cadenas interiores que atan se romperán, será entonces cuando los que crean en El, podrán vivir una vida de paz y verdadera libertad. Sabemos entonces a quien recurrir. Yo creo en los milagros.
Dios te bendiga
*Pastor evangélico, integrante del Comipaz