La serie Adolescencia es un drama de alto impacto que puede contribuir a reflexiones desde múltiples perspectivas, introduce la comprensión de las adicciones emergentes e invita a analizar la relación entre su contenido y la realidad local.
Este último aspecto es importante para evitar que las generalizaciones afecten la empatía que requieren las acciones educativas.
Quienes trabajamos con infancias y juventudes de distintos grupos sociales podemos afirmar que el caso elegido para la producción comercial de referencia no las representa plenamente.
Aceptando la diversidad, sería mejor el plural “adolescencias”. Podemos dar cuenta de muchos chicos y chicas con deseos y actitud crítica, que trabajan para ser parte de la solución de los problemas con los que conviven.
La reflexión sobre esta serie debería incluir la contextualización cultural (Reino Unido). Gran parte de los problemas actuales son producto de la transculturación de modelos que suelen ser incorporados sin filtro alguno por niños y adolescentes a través de TikTok, Instagram, videojuegos e incluso la deep web o internet profunda.
Este nivel macro –parte de la cultura de consumo que encuadra la problemática– merece especial atención, pues allí se reedita continuamente un mundo simbólico que impregna de valores el imaginario colectivo y luego esto se expresa en conductas no deseadas. La vida y la muerte, la intimidad, los vínculos, el futuro, lo económico, etcétera, toman sentido a partir de esta matrix que llega a través de pantallas.
Un ejemplo de esto es el videojuego Free Fire (tiro libre): enseña a usar armas y matar. Otro ejemplo llega también desde Netflix, que en 2021 presentó la primera temporada de la serie El juego del calamar y, debido al éxito de audiencia, en 2025 lanzó la segunda temporada: presenta una dinámica que combina perversamente aspectos ludópatas, conductas suicidas y búsqueda desesperada de dinero.
Fue vista por población infanto-juvenil –incluso dispone de abundante merchandising destinado a ella- e indujo a lamentables consecuencias, similares a las del protagonista de la serie de referencia.
Perspectiva multidimensional
El formato de la serie Adolescencia habilita discusiones interesantes, debido a que el guion se lo propone, pero estas deberían extenderse a otras producciones quizá mucho más violentas, aunque sus estrategias de marketing no incluyan objetivos supuestamente pedagógicos.
Aquí el radar sólo registra el rol de los padres, y luego de la escuela, y deja afuera los de las políticas públicas y el mercado, pese a que este último se posiciona como moldeador cultural (de las mismas familias y escuelas) cada vez más poderoso, tal como se observa en las plataformas mencionadas.
La introducción de esta variable permite advertir puntos en común entre los procesos que inducen el comportamiento delictivo del protagonista y los que generan adicciones a sustancias psicoactivas, a apuestas online, etcétera, como parte de un continuo que al inicio pasa inadvertido.
Estos procesos, gracias a los algoritmos y los avances en neurociencias, son cada vez más eficaces para tallar la identidad de un público que tal vez no advierte cómo se vuelve cautivo.
El problema se agrava debido a que este sesgo también opera entre profesionales que están a cargo de abordar este tema.
Esto se observa en espacios formativos que trabajan para introducir la perspectiva multidimensional, donde se conjugan macro variables relativas a la cultura y el mercado, con las individuales, familiares, escolares y barriales tradicionalmente enfocadas.
Reencuadrar la problemática de la adolescencia y las conductas adictivas según la multimensionalidad también ayuda a comprender las dinámicas planeadas a largo plazo. Las industrias están habituadas a esta perspectiva, definen pacientemente el perfil de los consumidores y procuran retenerlos como tales.
Sin embargo, algunos marcos teóricos desde los que se analiza la problemática adictiva o la violenta suelen saltearla, y quedan en franca desventaja respecto de la inteligente estrategia del mercado.
Los problemas de la adolescencia se inician en la infancia, que es el período de mayor permeabilidad del sujeto, frente al cual el mercado disfruta imaginando cómo captar potenciales consumidores.
Todo lo que se ve en internet, incluido Netflix, pertenece a ese universo comercial, desinteresado en la formación y el desarrollo saludable de individuos y colectivos.
Por ese motivo, es indispensable que las políticas públicas puedan desvelar esta estrategia de penetración cultural e incluir de manera sistemática todo cuanto contribuya a la construcción de cultura saludable.
Un ejemplo de que en algún momento de la historia se tuvo en cuenta la importancia de planificar acciones en este sentido es la ley N° 23.358, sancionada y promulgada en Argentina en septiembre de 1986.
En sus artículos 1 y 2 indica: “El Poder Ejecutivo Nacional, por intermedio del Ministerio de Educación y Justicia, incluirá en los planes de estudio de los niveles de enseñanza primaria y secundaria los contenidos necesarios con el fin de establecer una adecuada prevención de la drogadicción. A los efectos de una correcta implementación, se dará especial importancia a la capacitación sistemática de los docentes, según los lineamientos de la educación preventiva”.
Hace 39 años hubo sensibilidad social y claridad conceptual para promulgar la ley. Algo faltó para que en las escuelas primarias, y tal vez en algunas secundarias, aún no se den las condiciones para establecer una adecuada agenda de prevención.
En el actual contexto, se debería también incluir las herramientas necesarias para entender el mundo virtual que desde acciones cotidianas modela el modo de pensar y actuar de las personas; desde allí también se condicionan las emociones que luego se pretenden educar.
Con este tipo de olvidos, se dejan zonas liberadas para cualquier avance comercial. No habrá lugar para la sorpresa frente a lo que pueda emerger en el mundo adolescente y, pronto, en el mismo mundo denominado infantil, aunque no se vea en ninguna serie de Netflix.
- Docente universitaria; directora de la Fundación ProSalud