Recientemente, los cristianos recordamos la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. En las Sagradas Escrituras, la Biblia, encontramos que este ser fue nada más ni nada menos que el Dios hecho hombre. Como dice en Juan cap.1 vers.14: “Y el verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al hijo unigénito del padre, lleno de gracia y de verdad”.
Este ser, por medio de sus acciones, era la luz verdadera que vino a este mundo para alumbrar a todo ser humano. También lo expresa así con sus palabras el apóstol Juan.
Las acciones que en todo tiempo demostraron un gran amor por los pobres y necesitados, ofreciéndoles su ayuda y la salvación para sus vidas, bendiciéndolos y manifestando así en aquellas vidas la gloria de Dios padre.
El amor que Jesús compartía a los demás era un amor totalmente desinteresado. Un amor dirigido no solamente a quienes lo aceptaban sino también a quienes lo rechazaban, un amor sin egoísmos. Amaba al que lo amaba y también al que no lo amaba. Tan diferente al amor humano, que a quien nos acepta lo amamos y a quien nos rechaza no lo aceptamos.
Jesús en la última cena con sus discípulos dio un ejemplo de este amor desinteresado. El relato bíblico dice que entre los 12 apóstoles se encontraban Pedro y Judas. Pedro era el que lo iba a negar, diciendo que él no tenía nada que ver con Jesús. Judas era el que había preparado todo para entregarlo por dinero a las autoridades.
Jesús, a pesar de la conducta equivocada de ambos, permitió que estuvieran en esa mesa compartiendo con los otros 10 ese tiempo de camaradería.
No los rechazó, demostró de esa manera que aunque su comportamiento era equivocado, él igualmente los aceptaba y amaba.
También dijo a quienes le seguían: “Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen, oren por los que los calumnian” (Lucas, cap. 6 vers. 27 y 28). Palabras difíciles para el ser humano de poder llevar a la práctica, diría que casi humanamente imposible.
Dios nos ayude a poder amar con amor divino, la única forma de poder alcanzar lo que Dios nos pide. Dios te bendiga.
*Pastor evangélico. Integrante del Comipaz.