El gobernador Martín Llaryora anunció una significativa rebaja de impuestos provinciales para el ejercicio 2026, que él mismo se encargó de calificar de “histórico”.
A propósito de la medida, La Voz publicó que “los llaryoristas puros se muestran convencidos de que esta reducción impositiva es más contundente que la que impulsó José Manuel de la Sota en 1999”.
Vaya a saber por qué se recurre a esa rara obsesión comparativa. Pero ya que han traído el tema, conviene adelantar que Llaryora tomó el camino inverso al que eligió De la Sota.
En su primer día como gobernador, el 12 de julio de 1999, De la Sota firmó el decreto 1.538/99, mediante el cual aplicó una reducción tributaria del 30% en las obligaciones tributarias provinciales.
En cambio, durante sus dos primeros años de gestión, Llaryora viene aumentando, no reduciendo, impuestos provinciales.
La segunda diferencia tiene raíz electoral y se traslada a la administración: De la Sota aplicó la rebaja tributaria después de ganar las elecciones provinciales, convencido de que esa propuesta de su exitosa campaña a la gobernación debía aplicarse de inmediato.

En cambio, Llaryora anunció la baja de impuestos menos de tres semanas después de que su fuerza política, Provincias Unidas, sufriera una dura derrota electoral.
Los estudios de opinión habrían sido contundentes: los “altos impuestos” aparecían como la principal crítica a la gestión llaryorista. Si eso fuera cierto, ahora se estaría intentando “corregir”; todo lo contrario de lo que hizo De la Sota.
Contexto
Hay un tercer matiz, esencialmente político y estratégico. La rebaja de impuestos de Llaryora parece constituir uno de los instrumentos para alinear al gobierno de Córdoba con la gestión nacional libertaria de Javier Milei.
De la Sota, en cambio, remó contra la corriente: apenas cinco meses después de su fuerte y original decisión de reducción tributaria, cuestionada por los tecnócratas de siempre, el entonces presidente de la Nación, Fernando de la Rúa, inauguraba su gobierno con un fuerte impuestazo a la clase media.
Se dice que las comparaciones siempre son odiosas; pero pueden resultar esclarecedoras, porque comparar implica –necesariamente– no ignorar las diferencias.
Exdiputado nacional, titular del Instituto Consenso Federal






















