El cansancio general, los exámenes finales y algunas alergias colaboran con la aparición de enfermedades infecciosas en niños, típicas de esta época.
Hasta hace poco, la exantemática (eruptiva) más conocida era varicela, aunque la vacunación a tiempo ha logrado reducir el número de casos severos.
Hoy prevalece otra eruptiva, menos conocida: el eritema infeccioso. Virosis que se contagia a través de secreciones respiratorias y usualmente inofensiva si ocurre durante los primeros años de vida.
Popularmente se la nombra “quinta enfermedad”, ya que históricamente ocupaba ese puesto detrás del sarampión, escarlatina, rubéola y la nombrada varicela. Es causada por el parvovirus B19, que –exculpando a las mascotas– nada tiene en común con el parvovirus canino tipo dos (CPV-2). No hay contagio entre especies.
Los síntomas de eritema infeccioso aparecen alrededor de una semana después del contacto con un enfermo: hay fiebre, dolores musculares y malestar general que duran unos cinco días.
Luego aparece una característica erupción facial (“cachetes abofeteados”) y un sarpullido suave en brazos y piernas. Algunos chicos manifiestan dolores en las articulaciones.
Los (pocos) adultos que no tuvieron la suerte de transitar esta enfermedad durante su infancia suelen presentar erupción en el tronco y dolor articular.
El tratamiento se limita a aliviar las molestias, y pasadas dos semanas la infección desaparece sin secuelas.
Hasta aquí, todo parece inofensivo.
Sin embargo, hoy se registra un inusual aumento de la circulación de parvovirus B19 en la región de las Américas y en países europeos, con brotes sucesivos.
Según los especialistas, esto sería consecuencia del confinamiento determinado por la emergencia sanitaria por Covid-19, que ausentó a muchos niños de los jardines de infantes y primeros grados de primaria.
Al reducirse la transmisión habitual de parvovirus, menos chicos estuvieron expuestos, lo que condicionó una menor inmunidad a nivel poblacional.
Esto fue confirmado en nuestro medio por investigadores del Instituto de Virología de la Universidad Nacional de Córdoba (centro de estudios que, a pesar de las limitaciones técnicas y presupuestarias, sigue contribuyendo a la prevención en salud con valiosa información).
Con sólidos trabajos científicos, han podido constatar un marcado incremento de casos de eritema infeccioso y confirmar que el virus circula más cuando aumenta la cantidad de personas susceptibles (es decir, que no han tenido contacto previo).
Otro aspecto trascendente atañe a personas en las que la infección por parvovirus podría causar daño severo. Son aquellos con anemia previa (debida a inmunodepresión o afectados de un tipo de anemia llamada falciforme), y quienes cursan un embarazo.
Tal especificidad es debida a que, al invadir, parvovirus B19 tiene predilección por destruir glóbulos rojos, lo que podría agravar la anemia o causarla en el feto.
Por fortuna, la mayoría de las infecciones en nuestro medio ocurre durante la infancia, lo que, como ya se ha dicho, causa una enfermedad de curso leve y autolimitado; además, genera anticuerpos para toda la vida.
De tal modo, y en el futuro, los varones dejan de ser potenciales contagiantes y las mujeres quedan protegidas en caso de que decidan un embarazo.
Este brote actual de “quinta enfermedad” hace reflexionar una vez más acerca del equilibrio dinámico que mantienen los humanos con los microorganismos, así como el impacto que provocan tragedias socio-económico-sanitarias como la vivida durante la pandemia Covid-19.
La insólita buena noticia es “festejar” la aparición de eritema infeccioso en niñas, en tanto quedarán inmunizadas de sufrir un potencial daño mayor.
Médico

























