La ciudad de Córdoba da hoy una postal alarmante: más de 400 basurales ilegales crecen de manera descontrolada en todos los sectores, mientras la Municipalidad sostiene discursos de limpieza que poco tienen que ver con la realidad que viven a diario miles de vecinos.
Restos de poda, escombros de obra, electrodomésticos abandonados, neumáticos, plásticos, animales muertos: los residuos se acumulan en calles, baldíos y márgenes de avenidas, lo que transforma a la ciudad en un foco de contaminación ambiental y riesgo sanitario.
En apenas 15 días, recorrimos más de 30 basurales en distintos barrios. El panorama es desolador y se repite en cada uno de ellos: basura acumulada durante meses, falta de limpieza sistemática, ausencia de tratamiento adecuado y vecinos que conviven a diario con la degradación del ambiente y el abandono institucional.
Mientras tanto, desde la Municipalidad se insiste en que “hay control” mediante sistemas de videovigilancia ambiental que, en realidad, no funcionan o directamente no existen en los lugares más críticos.
Abandono
Las escombreras municipales, que deberían ser centros de disposición y tratamiento de residuos voluminosos, están hoy en un estado de grave abandono; con escaso personal municipal o sin él, entregadas a cooperativas sin regulación ni control efectivo, donde los residuos de poda, los escombros y la basura común se mezclan y son simplemente enterrados, sin clasificación ni tratamiento ambiental alguno.
La situación se agrava aún más por la falta total de información pública sobre las empresas autorizadas para la colocación de contenedores y el transporte de escombros.
Los listados no se actualizan, no se publican, y los mecanismos de habilitación, control y sanción son opacos, cuando no inexistentes.
Esta desidia no es producto de la falta de recursos. Córdoba tiene un presupuesto millonario, que para el año en curso asciende a casi 300 mil millones de pesos, diseminado entre distintas áreas: la Secretaría de Ambiente, el Coys (Córdoba Obras y Servicios), Bio-Córdoba, las unidades ejecutoras Costanera Norte y Costanera Sur, entre otros entes y programas municipales. Sin embargo, los fondos se utilizan mal o se ejecutan sin la efectividad que la ciudad necesita.
Consecuencias
Córdoba sufre desde hace mucho tiempo las consecuencias de la ausencia de una política ambiental seria, articulada y eficaz.
La falta de control y transparencia no sólo genera basurales: multiplica focos de infección, plagas, riesgos para la salud y un deterioro alarmante del espacio público.
La gestión ambiental de Córdoba está atrapada entre el marketing verde para la foto y la inacción real en los barrios.
No se trata de una cuestión estética: se trata de salud pública, de ambiente sano, de calidad de vida.
Es hora de exigir menos excusas y más soluciones reales.
Es hora de que la limpieza y el saneamiento dejen de ser una promesa y pasen a ser una política pública concreta.
Es hora de recuperar Córdoba para quienes la vivimos todos los días.
- Concejal de la Ciudad de Córdoba, presidenta del bloque UCR