Casi cuatro años después del trágico asesinato de Fernando Báez Sosa, la sociedad se encuentra nuevamente con un hecho conmovedor y preocupante: el reciente asesinato de Tomás Tello en Santa Teresita, en la costa bonaerense, que comparte características alarmantes con el caso anterior.
Estos eventos subrayan la persistencia de patrones violentos en nuestras celebraciones y la necesidad urgente de abordar las raíces de la violencia en nuestra sociedad.
El hecho de que situaciones similares se repitan revela un problema más profundo que va más allá de eventos aislados. La falta de educación emocional en nuestro país juega un papel crucial en la creación de un entorno propicio para la violencia.
La incapacidad de comprender y gestionar las emociones puede llevar a la explosión de situaciones conflictivas, especialmente en contextos festivos en los que las tensiones y las expectativas sociales pueden ser elevadas.
El caso de Tomás Tello refleja la necesidad de abordar no sólo la violencia en sí misma, sino también la falta de herramientas para afrontar los conflictos de manera constructiva. La educación emocional es esencial para dotar a los individuos de las habilidades necesarias para comprender y expresar sus emociones, así como para resolver disputas de manera pacífica.
La falta de educación emocional también contribuye a la creación de una sociedad individualista, donde el valor de la vida y el respeto por los demás pueden perderse en medio de la búsqueda de satisfacción personal y validación social. Promover la empatía y la comprensión de las necesidades emocionales de los demás es clave para contrarrestar estos patrones destructivos.
El asesinato de Tomás Tello debería ser una llamada de atención para reevaluar y fortalecer los sistemas educativos y sociales que subrayan la importancia de la inteligencia emocional. La inclusión de programas educativos que enseñen habilidades emocionales desde temprana edad puede tener un impacto significativo en la prevención de la violencia y en la construcción de una sociedad más equitativa y pacífica.
En conclusión, el reciente suceso en Santa Teresita resalta la necesidad de abordar la violencia en celebraciones desde una perspectiva más amplia que incluya la promoción de la educación emocional.
Sólo a través de un enfoque integral que promueva la empatía, la resolución pacífica de conflictos y el entendimiento emocional, podremos aspirar a construir una sociedad más justa y compasiva, capaz de prevenir tragedias como la de Tomás y tantas otras.
* Cofundadora de Gimnasio de Emociones
