La oposición cordobesa representada en Juntos por el Cambio comenzó el amargo proceso que supone digerir la aún fresca derrota electoral del domingo en la Capital. El radical Rodrigo de Loredo fue vencido por Daniel Passerini, próximo intendente, y por Martín Llaryora, líder y estratega político de la victoria del oficialismo.
Los primeros pases de facturas fueron por las acciones que no se hicieron, y esto contempla puntos de la ciudad donde el mensaje no llegó como debía y un nivel de movilización que estuvo notablemente por debajo de la aceitada y potente maquinaria de Hacemos Unidos por Córdoba. Pero en la oposición también comenzaron a escucharse reproches por las decisiones estratégicas que se adoptaron y que terminaron influyendo en los resultados del 25 de junio y del último domingo.
La pregunta que comenzó a circular en privado en el mundillo opositor es oportuna, aun cuando se trate de un interrogante formulado con el resultado puesto o, como se dice popularmente, “con el diario del lunes”.
¿Qué hubiera pasado en los comicios provinciales si Luis Juez y De Loredo conformaban la fórmula provincial de Juntos por el Cambio? Con un resultado adverso tan estrecho de 3,3%, ¿se podrían haber ganado las elecciones si la propuesta era con ese tándem en la cancha?
La respuesta es imposible de ser contestada, pero de algo no hay dudas: esa combinación entre las dos figuras más taquilleras de Juntos por el Cambio era la más temida por el oficialismo provincial.
La principal preocupación del peronismo
Durante largas semanas, abortar como sea el riesgo que representaba una fórmula provincial Juez-De Loredo fue la principal preocupación que atravesó al peronismo de Córdoba.
Juan Schiaretti y Llaryora especularon con el calendario electoral de los comicios provinciales y de los capitalinos con la intención de desarticular la estrategia opositora.
En todas las encuestas que circularon en aquel momento, el líder del Frente Cívico aparecía con una mejor diferencia en el interior sobre el radical, que tenía menos conocimiento aunque exhibía una destacada potencia de votos en la Capital.
Por eso, todos los trabajos de opinión pública sostenían que el máximo potencial de Juntos por el Cambio se producía con Juez-De Loredo en fórmula. Schiaretti siempre mostró más preocupación que Llaryora sobre la peligrosidad de que los opositores se presentaran juntos.
En el oficialismo, preocupaba la complementariedad de ambos dirigentes. “Hay fórmulas que, en lugar de sumar, restan. Le pasó a Juez con Olga Riutort en 2015, pero con De Loredo pasa lo contrario: se potencian”, analizaban en aquellos momentos en el Panal, preocupados porque esa eventual propuesta opositora terminara cristalizándose en los hechos, lo que finalmente no ocurrió.
Se especula que la presencia de De Loredo en la fórmula provincial hubiera contenido aun más el voto radical, frenando la posibilidad de que dirigentes de la UCR que no compartían que fuera Juez quien los liderara emigraran del espacio.
“Era la mejor fórmula posible en un momento incómodo para el Gobierno, que tuvo conflictos abiertos en áreas sensibles. Tuvimos la oportunidad, pero por personalismos no supimos aprovecharla”, se lamentó este lunes un dirigente de peso del espacio.
Ramón Mestre, por ejemplo, marginado de la última campaña electoral, había planteado la idea de que, sea cual fuere el orden que ocuparan Juez y De Loredo, las chances mayores de Juntos por el Cambio eran poniendo lo mejor en el turno provincial. En las últimas horas, el exintendente recordó entre los suyos declaraciones que formuló en ese sentido a finales de 2022.
Juez y De Loredo hicieron casi un culto de su acuerdo de no agresión para dirimir esa candidatura. El peronismo celebró en aquel momento la disolución de su mayor amenaza.
Nadie se atreve a asegurar qué presente tendría hoy el oficialismo si la decisión opositora hubiera sido otra. Lo concreto es que la oportunidad estuvo sobre la mesa.
