Recurriendo una vez más a Joaquín García Roca, víctima de las inundaciones valencianas, nos puede hacer bien “sacar provecho” de lo vivido, pensando en nuestra tragedia de Bahía Blanca y en medio de tanto dolor. Y, entre muchas ideas de García Roca, subrayo dos:
La primera, la cultura del cuidado.
La catástrofe ha abierto todas las dimensiones del cuidar. Cuidar los espacios de proximidad, de cercanía, para que, adonde no llega mi mano, llegue la tuya; adonde no llegue tu mirada, llegue la nuestra. Cuidar los vínculos afectivos y emocionales, que llevaron a los vecinos y vecinas a decirse “contá conmigo, vení a mi casa hasta que se reconstruya la tuya”; “cuidá de mis padres”; “abrí la puerta de la casa”; “atendé a mi mascota”.
Cuidar la memoria de lo sucedido, para que las próximas generaciones puedan sanar los traumas colectivos. Cuidar los servicios públicos que nos atienden y alivian cuando estamos enfermos, cuando llega el atardecer de la vida, alertándonos cuando llega el peligro, ofreciéndonos refugio ante las soledades indeseadas, compañía ante las pérdidas de personas tan queridas y hospitalidad ante los abandonos. La cultura del cuidado convierte la caída en vuelo; la impotencia, en iniciativa; la pasividad, en protagonismo; la soledad, en compañía.
La segunda idea para destacar es revisar lo que necesitamos y lo que no.
La correntada arrastró multitud de cosas, de ropas y de instrumentos acumulados en los armarios, garajes y depósitos. Y evidenció la acumulación de lo sobrante que bien podríamos dejar ir. Saber que la acumulación de unos se construye sobre la desposesión de otros es un faro moral para abrir la catástrofe a la solidaridad y al compartir: en algún lugar, alguien necesita lo que aquí nos sobra.
Decía el comediante cubano Alexis Valdés durante la pandemia: Cuando la tormenta pase y se amansen los caminos/ y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo/ con el corazón lloroso/ y el destino bendecido/ nos sentiremos dichosos/ tan sólo por estar vivos./ Valdrá más lo que es de todos/ que lo jamás conseguido/ Seremos más generosos/ y mucho más comprometidos.
Cuando la tormenta pase/ te pido Dios, apenado/ que nos devuelvas mejores,/ como nos habías soñado.
* Arzobispo de Córdoba, miembro del Comipaz