Son varias las causas por las que una persona puede contraer hepatitis, pero también son múltiples las medidas de prevención que es necesario adoptar para evitar la infección. Y a no dudar de que la vacuna es una de las recetas indispensables para evitar el contagio.
Es por ello que tanto la ciudadanía como las autoridades sanitarias y el Estado mismo deben atender, cada uno desde las responsabilidades que le tocan, que se cumpla con la inoculación dispuesta en el calendario anual de vacunación.
Por otro lado, las campañas de difusión pública para alertar sobre esta y otras patologías virales y bacterianas de cierta gravedad no parecen ser del todo extendidas y clarificadoras, de modo que lleguen a toda la población.
Como se sabe, y bien lo definen los foros de la ciencia médica, la hepatitis en sus distintas características es una enfermedad infecciosa que provoca la inflamación del hígado y que puede decantar en una infección aguda de corto plazo, o crónica y de largo alcance.
Los antecedentes recientes llaman a no bajar los brazos, sobre todo en la inmunización neonatal para bebés recién nacidos. Los adultos son quienes deciden por ellos, como también los centros asistenciales pediátricos.
Como dimos cuenta días atrás, el Ministerio de Salud de la Nación emitió una “alerta” por un nuevo aumento de casos de hepatitis A en todo el país. En ese contexto, en 2024 se registró un incremento del 122%. Durante ese período se confirmaron 69 casos, un registro superior a los 31 casos anuales que promediaron los contagios entre 2019 y 2023.
Lo alarmante estriba en que se ha modificado sustancialmente el perfil epidemiológico de la enfermedad. Es decir, hay una mayoría de diagnósticos en personas de 20 a 30 años de edad.
Y se reactualiza, como en otras enfermedades transmisibles (por caso, el VIH), el contagio por prácticas sexuales sin protección. Por ello, el Ministerio de Salud coloca entre las muchas alusiones las relaciones sexuales entre hombres sin protección.
La enumeración completa en materia de contagios puede resultar compleja, aunque es sabido que el contagio de la hepatitis puede ser provocado por ingerir alimentos o agua contaminados, además de la deficiente higiene personal y de los utensilios domésticos para comer, entre otros factores.
Un dato para no desdeñar tiene que ver con que la enfermedad ya reporta casos en la provincia de Córdoba, lo cual demanda un seguimiento continuo general, aunque con preeminencia de los grupos empobrecidos afincados en asentamiento populares.
Como otras enfermedades que se mantenían bajo control sanitario desde hace décadas en la Argentina –entre ellas, el sarampión, la varicela, la tos convulsa y la mencionada hepatitis A–, es indispensable que el Gobierno nacional y los de las provincias dispongan de un severo plan de atención en la contingencia (sin omitir afecciones contemporáneas, por citar el dengue).
La receta es clara: los brotes de hepatitis serán disminuidos con base en la prevención individual y, sobre todo, en la colocación de la vacuna.