Tres muertes a causa del dengue y algo más de dos mil nuevos casos de la enfermedad reportados en sólo una semana en la provincia de Córdoba nos colocan ante un panorama sanitario de gravedad que de ninguna manera puede ser subestimado.
Además de la difusión por parte del Gobierno de las medidas de prevención y de ampliar en lo posible el radio de fumigación para evitar más víctimas del mosquito transmisor del virus, habrá que coincidir en que la situación sanitaria ha alcanzado límites que aconsejan no relajarse.
Es, también, un llamado de atención para la población en general, en la tarea de tomar las medidas preventivas en los hogares. Pero también es un mensaje a las autoridades políticas y sanitarias de la provincia y de los municipios, para que estén atentas a la evolución algo vertiginosa de los brotes de la enfermedad.
Estamos ante una amenaza latente que se intensifica toda vez que los casos semanales de pacientes infectados se cuenten por miles, como sucede por estos días en el territorio provincial. El dengue tiene en vilo a vastas regiones de Argentina y Córdoba no es la excepción.
Estar alerta en los hogares y con los vehículos fumigadores operando a tiempo completo son por ahora las herramientas que tenemos a mano en el combate contra el huidizo mosquito Aedes aegypti.
La vacuna sigue en un terreno de polémica, ya que los expertos no garantizan un resultado determinante en materia de inoculación. Además, el precio de lista es inalcanzable para la mayoría de las familias con ingresos medios.
Lo cierto es que la peste ha puesto a prueba la entrega de los equipos de salud (como ocurrió durante la pandemia del Covid), sobre todo quienes atienden en guardias médicas públicas y privadas.
En los centros de atención se reciben a diario decenas de pacientes que manifiestan cuadros febriles y dolores musculares, dos de los síntomas que se presentan tras ser infectado por el huidizo insecto que (vale insistir) se reproduce en sitios húmedos y de módica higiene.
Por citar una referencia, en el hospital Príncipe de Asturias, de barrio Villa El Libertador, la atención comienza a las 8 de la mañana con largas colas y guardias colapsadas. El dato que alarma radica en que las consultas treparon de 50 a 180 por día en las últimas semanas. A ello hay que sumar indicadores similares en otros ámbitos hospitalarios de Córdoba.
Nadie puede pronosticar el final de la “temporada del dengue”, un período de tiempo algo difuso, pues no se sabe a ciencia cierta cuándo comienza y cuándo termina, a tono con un clima cambiante e impredecible, incluso con jornadas de temperaturas y porcentajes de humedad elevados no sólo en verano, sino también en los meses de invierno.
No hay recetas mágicas, pero sí preventivas. Erradicar los lugares de reproducción del mosquito en patios y en interiores y ampliar las tareas de fumigación en las zonas más críticas pueden contribuir, al menos, a atenuar la ola de infecciones.
