Habrá que admitir que los pronósticos de la ciencia médica sobre la evolución del dengue no son favorables y que es factible que las alteraciones climáticas estimulen la permanencia del mosquito transmisor aun en tiempos de rigores invernales.
Ya es fácilmente constatable que transitamos una época con reportes de contagios y de decesos muy superiores a otros años. Y son muchos los interrogantes que se plantean en el futuro cercano.
Uno de ellos se relaciona con estudios científicos calificados que nos avisan que el mosquito vector mutó resistente al frío y que por ello el dengue podría expandirse a zonas antes impensadas.
Vale repasar, en tal sentido, las advertencias que formuló días atrás el infectólogo y especialista en medicina tropical Tomás Orduna, respecto de que el mosquito del dengue “se está adaptando al frío”.
Nada más desalentador, y también un severo llamado de atención a las autoridades nacionales y provinciales en la tarea de prevención temprana.
“No sería descabellado pensar que en un corto plazo se registren casos autóctonos del virus en la Patagonia”, razonó Orduna en una entrevista que publicamos días atrás.
Y puso en recuadro que la epidemia en curso influye de manera preocupante en los sectores más pobres de la población con limitado acceso a los servicios de salud. Sólo a modo de mapeo, citó zonas periféricas de las ciudades de Buenos Aires, Rosario y Córdoba que, afirmó, presentan un “empobrecimiento brutal”.
Nada más correlativo con los indicadores de distinto origen que dan cuenta de la extrema pobreza que hunde en la desesperanza a millones de argentinos.
Como fue en su momento la pandemia de Covid-19, el dengue es una peste con un fuerte contenido social, que afecta sin distinción de clases. Con todo, y como siempre, deja más expuestos a adultos y a menores que le dan pelea a la hambruna cotidiana.
Para el especialista, se conjugaron tres factores que explican la proliferación de casos, tanto en Córdoba como en el resto del país: el cambio climático, la pobreza y la adaptación del insecto a zonas más frías. Pero hay un punto de análisis significativo: muchos decesos por esta patología obedecieron a la falta de atención oportuna.
Al respecto, aclaró que no todos los pacientes diagnosticados con dengue desarrollarán cuadros graves, aunque insistió en la necesidad de anticipar la consulta y el tratamiento ante síntomas severos.
Son de irrebatible utilidad pública los consejos que ofrecen los profesionales, aunque es de esperar que el Estado se haga eco de esas observaciones y se ponga a la altura de las circunstancias, atento a que, como se ha dicho, los pronósticos no son nada alentadores.
Enfrascado en cuestiones de la macroeconomía y de ajustes pavorosos, el Gobierno nacional no ha dado aún señales sobre acciones específicas, como la vacuna contra el dengue. La falta de compromiso es la peor receta para una batalla sin límites de tiempo.
