El buen nivel de operaciones en los primeros días del renovado programa denominado “dólar soja” no logra ocultar los graves problemas macroeconómicos, a la vez que reafirma la necesidad de un plan para lograr una estabilidad y una recuperación sustentables.
Exportadores, acopiadores y algunos productores, necesitados de fondos para el pago de deudas y para la compra de insumos, realizaron una importante liquidación de la oleaginosa a un precio que prácticamente duplicó la cotización de meses anteriores.
No obstante, el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Nicolás Pino, denunció maniobras especulativas de los compradores, que llevaron la cotización por debajo de los 70 mil pesos la tonelada, como había prometido el ministro de Economía, Sergio Massa.
La operatoria se extenderá hasta el 30 de septiembre, con el objetivo de reforzar en 5.000 millones de dólares las escuálidas reservas del Banco Central.
El valor neto de las reservas disponibles en el ente monetario es de sólo 3.000 millones de dólares, según estimó el economista jefe del instituto de la Bolsa de Comercio de Córdoba, Ariel Barraud.
El acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) establece un incremento sustancial de esa posición en los próximos meses, lo que evitaría una devaluación brusca, con impacto en la población que posee ingresos fijos.
Más allá de la buena acogida de la operatoria, que no beneficiará plenamente a los productores, es difícil que el Banco Central cumpla con los compromisos asumidos ante el FMI.
De allí el acuerdo clave logrado por Massa con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entidad que otorgará –antes de fin de año– un préstamo de 1.200 millones de dólares para sostener las reservas.
Las metas cambiarias, fiscales y monetarias de ese acuerdo son la única hoja de ruta, como plan económico, que exhibe el Gobierno nacional, la cual resulta insuficiente para solucionar los graves problemas de inflación, de empleo y de crecimiento.
Más allá de las soluciones coyunturales y del afán recaudatorio del flamante equipo del ministro de Economía, no surgen con claridad los esbozos de un plan que aliente una recuperación sustentable.
La economía cayó en julio y en agosto en relación con los meses precedentes, al agotarse la expansión productiva, tras la inactividad por las restricciones impuestas durante la prolongada pandemia en la Argentina.
Los agentes económicos desconocen cuánto respaldo posee el flamante equipo de Massa por parte del presidente Alberto Fernández y de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quienes en público aún no avalaron el ajuste ni el cambio de rumbo en las relaciones externas.
El ministro recortó algunas partidas, a la vez que incrementó las relacionadas con sus aliados –gremialistas y movimientos sociales–, en tanto selló una alianza política con Estados Unidos. Este vínculo es rechazado por un importante sector del Frente de Todos.
El Gobierno necesita plantear un plan económico creíble hasta la finalización del mandato, que no puede agotarse en tipos de cambio diferenciados para cada sector productivo.