Las profusas estadísticas que se difunden sobre siniestros viales tienen puntos de coincidencia en el sentido de que la mayoría de esos episodios (a menudo con consecuencias fatales) se producen por la negativa de muchos conductores a respetar las normas más elementales establecidas a escala nacional, provincial y municipal.
Desatenciones que bien pueden vincularse con la imprudencia y la temeridad en la conducción de un automóvil o de una moto, por citar los rodados con mayor involucramiento en tragedias ocurridas en rutas o en calles y avenidas de zonas urbanas.
No se trata de esparcir culpas de manera generalizada, pues son mayoría los automovilistas y motociclistas que se esmeran en acatar las reglas de tránsito. Y, más aún, por proteger sus vidas y la de eventuales terceros involucrados en un siniestro.
Sin embargo, basta detenerse en el terreno de las motos para concluir en que no todo está en orden. No es desconocido que el manejo de una motocicleta sin el casco colocado (tanto por parte de quien conduce como del ocasional acompañante) figura entre las infracciones más recurrentes. Es común observar a quienes conducen estos rodados circular con el casco colgado en la muñeca o el codo.
Siempre son de utilidad las estadísticas que realizan instituciones públicas y privadas dedicadas al análisis de esta problemática. En tal sentido, un estudio realizado por la Universidad Johns Hopkins, de Estados Unidos, en el marco de la Iniciativa Bloomberg Seguridad Vial Global, determinó que en las calles de la ciudad de Córdoba sólo el 59% de motociclistas utilizan correctamente el casco.
También se analizó que el 62% de los vehículos exceden los límites de velocidad permitidos dentro del ejido urbano.
El objetivo del trabajo en equipo se sustentó en el análisis de los principales factores de riesgo en materia de seguridad vial. Es decir, velocidad acorde a los límites permitidos, y uso del casco, de los cinturones de seguridad y de soportes de protección infantil a bordo de un vehículo.
Entre los acompañantes, el uso correcto del casco es aún menor: se constató que apenas el 42% lo tiene colocado como corresponde. En síntesis, motivos más que valederos para profundizar los controles, como también en línea con no declinar las campañas públicas sobre seguridad vial.
Más allá de las responsabilidades concurrentes, los antecedentes son preocupantes y funestos. Cifras originadas en los citados estudios y en investigaciones periodísticas arrojan que, en promedio, muere un motociclista cada 10 días en la ciudad de Córdoba por despistes o colisiones con automóviles. Revisadas en períodos interanuales, las cifras de fallecidos son alarmantes.
La Municipalidad de Córdoba se ha involucrado en la cuestión y recuerda que las buenas prácticas de conducción podrán contribuir a reducir riesgos y, en sintonía con una realidad que se visualiza en las calles, subraya el uso adecuado del casco.
La prudencia y el apego a las normas son cruciales para reducir a cero las cifras de muertes que eran evitables.
