Por un decreto que entró en vigencia a principios de julio de este año, la provincia de Córdoba se encuentra en alerta ambiental en todo su territorio. En términos concretos, esa condición determina la prohibición de prender fuego en lugares no permitidos.
Se trata de una medida tendiente a evitar los incendios forestales que cada año consumen miles de hectáreas de bosques autóctonos, de campos y sembradíos, sobre todo en parajes de las zonas serranas.
La resolución oficial es un renovado llamado a la responsabilidad colectiva, de modo de evitar nuevas devastaciones al medioambiente y a la biodiversidad.
A la par de esta disposición, existen normativas que contemplan sanciones judiciales y hasta la detención de quien o quienes enciendan fuego en zonas de riesgo. Imputaciones que se agravan mucho más cuando se comprueba intencionalidad de parte de sujetos temerarios.
Son las prevenciones que se ponen en estado público cada año para esta época. Pero los incendios forestales volvieron a ser noticia por estos días de vientos que llegaron a superar los 80 kilómetros por hora en algunas zonas, con temperaturas anormales para la época y con pastizales secos por las heladas.
Sin embargo, como dicen algunos entendidos en la materia, el cambio climático y el calentamiento global pueden afectar la elaboración de un pronóstico a largo plazo.
Siempre en sentido de prevención, no hay que dejar de mencionar los tendidos eléctricos en mal estado y sin mantenimiento, que pueden colapsar ante una ráfaga de viento y generar chispas en su caída. Hay imágenes de líneas de alta tensión en riesgo de desplome.
Es una tarea de remediación sin demoras para la Empresa Provincial de Energía de Córdoba, como también para las cooperativas encargadas del mantenimiento de los elementos en cuestión. Un cable electrificado en tierra fértil puede detonar un incendio de consecuencias impensadas.
La Secretaría de Riegos Climáticos de la Provincia reportó días atrás siniestros incendiarios en proximidades de La Calera, Jesús María, Alta Gracia, Despeñaderos y Deán Funes, entre otras regiones.
Las llamas suelen afectar a familias que habitan zonas cercanas a los incendios, situaciones que años atrás ilustraron imágenes de verdaderos desastres, a menudo con pérdidas materiales totales.
Una vez más es oportuno poner en recuadro el trabajo sin pausa de los bomberos voluntarios, fatigados hasta la extinción de las llamas y en guardia de cenizas.
En sentido contrario, es criticable la decisión del Gobierno nacional de recortar de manera significativa el presupuesto destinado a la conservación del ambiente y en relación con el Fondo de Manejo del Fuego.
Valga como alerta que durante 2024 en la provincia de Córdoba se quemaron algo más de 103 mil hectáreas de campos y de bosques protegidos a raíz de los incendios forestales.
Demasiada desolación ambiental como para no tomar conciencia y obrar con responsabilidad.