El reciclaje y la reutilización de materiales y de productos de distinto origen forman parte de la economía circular. Un sistema enfocado en maximizar los recursos disponibles para que permanezcan por más tiempo en el ciclo productivo.
También procura la preservación del ambiente, al evitar la acumulación de desechos como plástico y cartón, entre otros. Y como aspecto determinante, en sus distintas etapas ocupa a miles de trabajadores.
Sin embargo, en estos tiempos de crisis y de cambios perjudiciales para el desarrollo de emprendimientos productivos colectivos, la procuración y la venta de elementos para el reciclaje está en retroceso y mucha gente debe resignar sus ingresos.
Por caso, como informamos días atrás, el kilo de cartón se paga un 70% menos que un año atrás. Otro tanto ocurre con el plástico, mientras que se complica encontrar un corralón donde compren chatarra.
La depreciación tiene relación con la casi nula demanda de material reciclado y por la apertura de las importaciones implementada por el Gobierno nacional, lo que juega con desventaja para la cadena del sistema circular; desde el costo de energía eléctrica hasta el valor del combustible para el traslado de mercadería.
Todos son factores desfavorables que ponen en estado de virtual parálisis a uno de los pilares de la economía circular.
Vale reiterar, en tal sentido, que entre los objetivos del citado modelo se destaca la preservación del medio ambiente, pues los residuos recuperados dejan de alimentar los basurales a cielo abierto que aún existen en Córdoba y otras jurisdicciones.
Como advierte la Cámara Argentina de Industrias de Reciclados Plásticos, el eslabón de la demanda está roto, por lo que la virtuosa cadena de circularidad no está funcionando. Y suscribe la parte medular del problema: “Si no hay economía circular, dejan de obtenerse los beneficios de triple impacto que esta genera: ambientales, económicos y sociales”.
El problema se ha planteado y es importante que autoridades municipales y provinciales actúen con imaginación para modificar una realidad preocupante, en tiempos en que el poder central se obsesiona con alcanzar superávit fiscal, aun a costa del deterioro social que aflige a millones de argentinos.
Más allá de que el noble oficio de cartonero parece en extinción, hay iniciativas tendientes a regular un incentivo de alcance energético o impositivo para las empresas que operan el reciclado de materiales en Córdoba.
Es necesario extender el marco legal existente en Argentina, de modo de atenuar los costos y promocionar proyectos con participación pública y privada, como en otros países.
Habrá que repensar estrategias, como admite Nicolás Vottero, secretario de Economía Circular de la Provincia. En ese contexto se inscriben los costos logísticos y otras inversiones que jaquean a las empresas.
La economía circular es algo más que la venta de desechos para recuperar. Se trata de una industria con amplio alcance social y que el Estado no debe dejar a la deriva.