El anuncio y la instrumentación de un nuevo régimen cambiario en nuestro país, en el marco de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, concitó de manera excluyente las expectativas ciudadanas por el alto impacto que tiene en la economía argentina el valor del dólar.
El Gobierno nacional obtuvo para las primeras horas de vigencia del nuevo régimen el gesto de respaldo presencial y explícito de un funcionario clave del gobierno norteamericano: el secretario del Tesoro, Scott Bessent, un actor clave en la economía global, no sólo por el cargo de por sí relevante que ocupa, sino porque el presidente Donald Trump le adjudicó un rol de primera línea en las gestiones abiertas desde el inicio de la vasta disputa arancelaria, que es por el momento el rasgo central de su nuevo mandato.
En Argentina, Bessent respaldó el programa económico del presidente Javier Milei y el gesto contribuyó a la respuesta favorable de los mercados tras la liberación del cepo. Pero no sólo se pronunció sobre las medidas adoptadas por el Gobierno argentino; también lo hizo sobre el acuerdo de intercambio financiero que nuestro país mantiene con la República Popular China.
Se trata del convenio –conocido como swap– por el cual Argentina y China administran de manera acordada una parte de sus flujos monetarios. Antes del acuerdo con el FMI, ambos países concertaron una renovación del tramo activado de ese convenio bilateral por 5.000 millones de dólares, por un plazo adicional de 12 meses. Desde la perspectiva de la acumulación de reservas, ese acuerdo se sumó al efecto favorable del acuerdo con el FMI.
Bessent opinó en sus declaraciones en Argentina que, si la administración Milei mantiene su política económica, estará eventualmente en condiciones de acumular divisas para cancelar el swap con China. Consideró, no obstante, que al gobierno norteamericano le preocupa la presencia china en América latina porque en África –según expresó– “China firmó acuerdos rapaces, disfrazados de ayuda”, para hacerse de recursos naturales.
Los dichos de Bessent se sumaron a los que había formulado el encargado para América latina del Departamento de Estado norteamericano, Mauricio Claver-Carone, para quien el swap es un “mecanismo extorsivo” del gobierno chino, el mayor acreedor bilateral del mundo.
La embajada china en la Argentina reaccionó con singular dureza y acusó a Bessent de utilizar “maliciosas difamaciones y calumnias” para “sembrar discordias” entre China y nuestro país, lo que dejaría al descubierto un proceder “hegemónico, intimidatorio e inmoral”.
El presidente Milei aclaró en una entrevista que Bessent no le pidió salir del acuerdo financiero con China; pero no se pronunció sobre las declaraciones públicas que el funcionario norteamericano hizo sobre el carácter de esos programas de asistencia financiera.
Argentina quedó así en medio de la áspera disputa geopolítica que enfrenta a Estados Unidos y China, solapada como controversia comercial. Cabe esperar que, pese a la fragilidad actual de su economía, mantenga su legítimo derecho a sostener una posición autónoma, ajena a cualquier intrusión o aspiración hegemónica.