Las perspectivas respecto de cumplir con el calendario escolar previsto para este año en la provincia de Córdoba son escasas. Apenas ha transcurrido un puñado de días desde la fecha fijada para el inicio de las clases y la Unión de Educadores de la Provincia (UEPC) ya suma en la columna del haber dos paros de 24 horas cada uno.
El primero, en adhesión a la huelga dispuesta a nivel nacional por la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera), el 24 de febrero, al que se sumó el del pasado jueves por resolución de la junta directica del sindicato.
Nada garantiza que la paralización de las actividades educativas no se reitere avanzado el año (no sólo en Córdoba), por motivaciones salariales o de otra índole. Por caso, alguna cuestión política interna que no sale a la luz pública, pero que divide aguas dentro del gremio a la hora de resolver temas de cierta relevancia, como un paro.
Habrá que ver la reacción cuando se materialice el descuento de los días no trabajados a quienes adhirieron a las dos jornadas de protesta. Y las que quizá podrían sumarse en caso de que se prolongue el rechazo a la oferta del Gobierno.
Todo es a pérdida para los alumnos, en función de un ciclo inestable y de aulas cerradas. Y para los propios docentes que (más allá de las presuntas internas gremiales) no perciben haberes de acuerdo con su antigüedad y con la tarea que desempeñan.
Sin embargo, no pueden quedar en un segundo plano las demoras en abrir las tratativas de orden salarial, como tampoco cierta displicencia de los negociadores, que no permite dar un corte al asunto antes del plazo establecido para iniciar el calendario escolar. La arraigada costumbre argentina de dejar todo para último momento.
Nadie parece urgido por las fallas de un sistema determinante para el desarrollo de niños, niñas y adolescentes, lo cual se ve reflejado en los estándares educativos de desdibujada calidad.
Ante la huelga de la UEPC, algunos funcionarios del Gobierno provincial reaccionaron con cierta indiferencia: “Veremos si la semana que viene o la otra nos sentamos a diagramar una nueva propuesta”, se escuchó en el Centro Cívico.
Habrá que apurar los tiempos con criterios de consensos, antes de que los sorprendan las vacaciones de invierno. Y por respeto al derecho a la enseñanza, que debe ser honrado por ambas partes.
Lo concreto es que estos desencuentros se repiten todos los años sobre el inicio del período escolar. Sin resignar las merecidas vacaciones, funcionarios y gremialistas podrían arrancar las tratativas unos días antes y trasladar los resultados a las asambleas correspondientes de Capital e interior.
Todo agravado por la destemplada decisión del gobierno de Javier Milei de eliminar el Fondo Nacional de Incentivo Docente. Otro duro revés para los presupuestos de las provincias, en desmedro de la educación pública.