Ocho de cada 10 hogares de la ciudad de Córdoba destinan al menos la mitad de sus ingresos mensuales para comprar alimentos. El dato se desprende del Informe Económico y Social que periódicamente elabora el Centro de Almaceneros y Comerciantes Minoristas de Córdoba.
Si se desglosa ese total en distintos segmentos, se advierte que para alimentarse esas familias disponen entre el 50 y algo más del 70 por ciento del dinero que sus integrantes perciben.
Eso no quiere decir que cubran con sus ingresos todos los gastos necesarios para mantener una buena y regular alimentación. El informe destaca que más de un 40 por ciento de los hogares no accede completamente a la canasta básica alimentaria. Casi las tres cuartas partes de estas familias cuentan algún tipo de ayuda estatal. El resto usa algún ahorro previo o pide auxilio a familiares o amigos. Por eso, casi la mitad de estas familias financia la compra de comida con tarjetas de crédito y un tercio pide fiado en un negocio de proximidad.
Todos estos datos son claros indicadores de que el empobrecimiento de la población no se ha frenado. La inflación juega un rol importante: por el constante aumento del precio de los alimentos, la comida consume cada semana un porcentaje mayor del dinero con que se cuenta para todo el mes. Según la entidad almacenera, los alimentos y las bebidas no alcohólicas aumentaron durante 2022 un 118 por ciento.
En diciembre pasado un hogar tipo de cuatro miembros necesitó unos 83.000 pesos para alimentarse, consigna el Centro. Si ese monto puede representar entre el 50 y algo más del 70 por ciento de los ingresos mensuales del grupo familiar, estamos hablando de hogares que apenas cuentan con entre 115.000 y 165.000 pesos para todos sus gastos. Esas cifras remiten a salarios bajos, cuando no a ingresos irregulares, que representan el otro factor de peso en este preocupante cuadro social.
Para corroborarlo, basta preguntarse por el costo de la canasta básica total, que incluye otros gastos además de la alimentación y que determina el umbral de la pobreza: en diciembre, superó los 160.000 pesos.
Como se sabe, cuanto menor es el ingreso de un hogar, mayor es el impacto de los alimentos en las cuentas. Ante esta situación, las familias sólo tienen opciones angustiantes: o se endeudan o resienten su alimentación comprando productos de menor calidad. El Centro de Almaceneros demostró ya en 2021 cómo aumentaba la venta de menudos de pollo, infusiones y papas, mientras caía la venta de quesos, carne de vaca y pescado.
Si esta es la realidad que viven ocho de cada 10 familias cordobesas, sólo podríamos considerar como clases media y alta a las dos restantes. La pirámide socioeconómica de Córdoba nunca tuvo ese desequilibrio. Y como hemos dicho en otras ocasiones, lo que vive Córdoba no es muy distinto a lo que sucede en el resto del país.
Revertir la pobreza y reducir tamaña desigualdad llevará muchos años. Es una tarea impostergable, que exige un compromiso absoluto.
